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Chifuyu despertó gracias a un cosquilleo en su nariz que lo hizo querer estornudar. Miró a su alrededor, se encontraba en la habitación de Baji... pero sin Baji. En cambio, Peke J estaba ocupando el lugar en el cual había dormido el pelinegro.

No recuerda haber llevado a Peke J consigo cuando salió en la noche, tal vez con el desespero no se dio cuenta y el gato terminó por escabullirse hasta la casa de su mejor amigo con él.

La casa no estaba en silencio, de hecho había ruido en lo que creía era la cocina, así que supuso que tal vez Baji estaba preparando el peyoung yakisoba que había prometido compartir con él hace tan solo unas horas. Miró el reloj sobre la mesita de noche y se extrañó al ver la hora, era temprano como para almorzar.

Se sintió un poco solo cuando despertó y vio que el cuerpo de Baji no estaba acostado a su lado como prometió antes de dormirse, rodeando su cintura como si quisiera demostrar que ahí no tenía nada que temer, que él estaba ahí para protegerlo de cualquier cosa; sino que en cambio su gato, Peke J, se encontrara acurrucado en el costado de su cuello y (a causa de ello también) fue que la cola negra de éste lo despertó.

Cuando bajó de la cama se dio cuenta de que llevaba puesto un poleron sobre su fino pijama, sus mejillas se sintieron calientes y una sonrisa adornó su rostro con tal solo pensar que Baji le había puesto uno de sus polerones para que no pasara frío. Era de color crema claro, casi blanco, y estaba hecho con gruesas trenzas de hilos.

Se encaminó hasta la cocina pero no vio a nadie allí. Llamó a Baji para ver si con eso aparecía, pero no lo hizo, tan solo Peke J lo había seguido desde la habitación. Escuchó pasos acercándose y cuando volteó sus ojos brillaron esperanzados, pero se apagaron cuando vieron que la persona en frente suyo no era Baji, sino Mikey.

¿Mikey...? ¿Dónde está Baji-San?

Chifuyu...

Lo estuve buscando pero no aparece. Me dijo que se quedaría junto a mi hasta que despertara pero cuando abrí los ojos él ya no estaba ahí —Pasó su vista por toda la cocina antes de fijarse en el rostro afligido de Mikey.

¿Ya despertó? —Una tercera voz se escuchó, luego Draken apareció desde la sala— Buenos días, Chifuyu.

Buenos días —Respondió un tanto confuso, yendo hacia la sala para ver su Baji estaba ahí hablando con Draken y por eso se había levantado antes, pero no había ni rastro de él— ¿Vieron a Baji-San?

Draken quedó perplejo antes de mirar a Mikey, pero el de menor estatura se mantuvo firme y con expresión relajada. Tomó un bocado de aire y exhaló antes de hablar.

Chifuyu.

¿Qué? —No mentía al decir que Baji era el único a quien le hablaba con respeto.

Mikey se le acercó y le dio un apretón en el hombro.

Ya basta.

¿Basta con qué? —Frunció el ceño— ¿De qué hablas?

Baji no está aquí.

Ya lo sé, por eso lo estoy buscando —Obvió, siendo realmente un ignorante— Iré a calzarme y bajaré a la tienda para comprar peyoung yakisoba, ya regreso.

Solo pudo dar un paso antes de que Mikey lo tomara del brazo y Draken se metiera en su camino, impidiéndole el camino hasta la habitación del pelinegro.

¿Qué bicho les picó a ustedes? Déjenme pasar.

Chifuyu, Baji ya no está aquí —Draken intentó hacerle entender, no quiso ser muy rudo, pero el rubio no comprendía— Ya no está junto a ti.

El pesar le cayó sobre los hombros de golpe, ojalá le hubiera roto el cuello o la espalda para así no haber tenido que entender el significado en esas palabras ni sentir el dolor que le habían causado.

No... —Se negó a creerlo— ¡Pero si hace unas horas nosotros-!

Y lo que temió, sucedió.

Recordó los sucesos de lo que creyó haber sido una pesadilla y comprendió la horrible sensación que le habían dejado, entendió por qué creyó haberlo vivido a carne viva. Porque realmente lo hizo, Baji murió entre sus brazos y él no pudo hacer nada más que llorar y pedir que no lo dejase.

Draken estuvo a punto de detenerlo cuando tomó a Peke J entre sus brazos y corrió a encerrarse en el cuarto de Baji, pero Mikey le dijo que no, que lo dejara, que seguramente Chifuyu necesitaba tiempo a solas para acostumbrarse y aceptar la dura realidad. Cualquier cosa, ellos iban a estar en aquella sala lo que restaba de la tarde.

Una vez dentro de la habitación, entre esas cuatro paredes tan conocidas para él, Chifuyu se permitió llorar mientras abrazaba con fuerza a su gato. El minino era tan parecido a Baji... hebras negras, colmillos brillantes, mal carácter. Sus patitas eran ásperas, igual que las manos de Baji en el dulce sueño que creyó realidad. Sollozó con más fuerza aún.

Recordó por qué estaba en ese cuarto con Peke J y con la ropa del pelinegro puesta. Porque estar cerca de sus cosas se sentía como estar cerca de Baji, como si se hubiera ido pero al mismo tiempo siguiera a su lado, cuidándolo.

Dijiste que no me dejarías, te dije que aún te necesitaba —Sobrió su nariz y alzó a Peke J para mirarlo a los ojos, esos hermosos ojos ámbar— Pero... cumpliste tu promesa de igual manera, ¿No es así, Baji-San? Sigues aquí, conmigo, pero no como lo deseo —Ahogó un sollozo y volvió a abrazar al minino negro— Ni siquiera pudimos comer peyoung yakisoba juntos por última vez...

Por lo general, las pesadillas son a quienes todos les temen porque toman tus miedos y los reproducen en tu cabeza para asustarte. Pero el caso de Chifuyu no era así. Él no odiaba las pesadillas, él odiaba los sueños, porque tomaban sus anhelos y los proyectaban haciendole creer que cosas que su mente inventaba eran reales. Y le dolía.

Te extraño, Baji-San... haría cualquier cosa por volver a estar junto a ti al menos por unos segundos...

Jamás pensó odiar sus anhelos, pero el dulce sueño que tuvo le había cambiado los planes, y Baji Keisuke la vida.

Dulce Sueño {Bajifuyu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora