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El dolor que ahora sentía Wendy en la punta de sus dedos era aún peor del que sentía en su cabeza. Estas le ardían por haber estado arañando la pared gris de la pequeña habitación que le estaba manteniendo encerrada.

 —¡Déjame salir! ¡Ahora mismo! ¡Ayuda! —Wendy corrió rápidamente a la pequeña ventana que iluminaba la habitación, y solo pudo ver ruinas, un cielo azul grisáceo  y escombros. La vista era aterradora, porque Wendy no sabía dónde estaba.

 Quiso gritar pero no pudo, el miedo se apodero de ella y lo único que pasaba por su cabeza era su familia, y la horrible manera en que le había hablado a su madre. No sabía cuánto tiempo estaría ese lugar o si llegaría viva a la mañana siguiente, pero si estaba segura de que nada de eso era algo bueno.

 Había despertado con un dolor agudo en la cabeza, donde se había golpeado al salir del club y ese chico que se hizo llamar Peter le arrincono. Wendy pensó que era muy listo, pues logro adormecerla solo con tocarle los labios. Algún veneno, algún poderoso anestésico... Wendy se quedó horas despierta pensando en eso.

 Lo que pareció ser un día, transcurrió muy rápido, ella gasto toda su energía pateando la puerta de metal, haciendo que el sonido fue estruendoso, la desesperación se apoderaba de ella. No quería llorar, mucho menos ahora que debería demostrar ser fuerte. Quien sea que la estuviera manteniendo capturada, no iba a tener la satisfacción de verle débil.

 Fue a la mitad de este segundo día que ella recibió su primera comida. La estaban tratando como una prisionera. Era un pequeño bol lleno de un caldo humeando con olor a carne y verduras. El aroma le estremeció el estómago pero se negó a comer. Quizá una huelga de hambre podría funcionar.

Durante varios momentos del día, Wendy se concentró en adivinar el paisaje afuera de la ventana. Se veía tan triste, sin vida, el suelo era arenoso pero a los lejos podía diferenciar el inicio de una carretera y la entrada de una ciudad a oscuras. Algunos edificios terminaban en punta y otros ni siquiera terminaban, pues estaban hechos escombros. Por un segundo, Wendy creyó ver una sombra correr a los lejos.

Se separó por fin de la ventana con los ojos ardiendo de tanto forzar su visión. Se dejó caer en el delgaducho colchón en el que debía dormir, e intento cerrar los ojos. Le dolía la espalda y los pies por patear la puerta, tuvo miedo de irse a dormir pero lo hizo. Por su mente paso la imagen del sonriente John y un dolor atravesó su corazón, sacándole pequeñas lagrimas hacia los ojos. Sintió que no iba a sobrevivir esa noche.

 —¿Qué hacemos con ella...?

 —No lo sé, esperemos que llegue Peter.

 —No sean imbéciles, Peter solo quiere quedársela para él solo.

 —No.. Cállense, la van a despertar.

 —¿Así es como lucen las niñas? Vaya..

 Aquella vocecillas hicieron que Wendy despertara de su incómodo sueño y abrió los ojos de repente como si esa fuera su oportunidad de ver a su secuestrador. Pero lo que vio no fue lo que esperaba.

Eran seis, según pudo contar. Seis chicos, muy jóvenes y descuidados. Uno de ellos (que parecía tener 12 años) muy delgado y bajito. Otros dos chicos, que apenas superaban los 15 años tenían ojeras muy marcadas bajo los ojos y marcas en los brazos. Otro que parecía tener la edad de Wendy con el gesto muy serio y rizos cayéndole sobre los ojos y dos pequeños que eran gemelos, tomados de las manos muy fuertemente.

Los seis niños se apartaron, que vestían ropas oscuras, abrigadas y sucias, apenas Wendy abrió los ojos y la miraron sorprendidos, como si fuera un animal en cautiverio y tenía miedo que les atacara. Wendy no supo más que hacer sino mirarles también, esperando una respuesta.

Broken Neverland [Peter Pan Modern!AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora