●CAPÍTULO TRES●

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Ésta ha podio ser la peor idea que se me ha ocurrido tener durante mis veintitrés años que llevo de vida. Mi persistencia puede comprometerme por completo y no es de menos, pero como mi segundo nombre es testaruda aquí estoy, de nuevo. Empujo la puerta haciendo que el tintineo de la diminuta campana colgada arriba de esta suene, y por un momento todas las miradas caen sobre mí, es natural el que las personas dirijan su vista hacia cualquier tipo de movimiento nuevo, como un auto-reflejo. No es cierto sólo son unos verdaderos chismosos.

Las mañanas normalmente son muy transcurridas por los clientes en ésta cafetería, es entendible con los magníficos postres que hacen y el café es riquísimo. Muchos trabajadores vienen en su tiempo libre e incluso hacen fiestas de sus empresas aquí. La decoración es hermosa, es simple pero a la vez atractivo, la paleta de colores no es ni muy llamativa o al contrario, está en un punto medio. Las paredes blancas con papel tapizado de diferentes tipos de flores, las mesas son lindas y cómodas al igual que las sillas, además los trabajadores son bastante amables.

Llego hasta la chica que siempre me atiende en las mañanas, noto una amplia sonrisa no se borra de su rostro y el tarareo de una canción. Al percatarse de mi presencia su sonrisa se agranda ahora mostrando por completo sus dientes. Em definitiva algo bueno ha pasado.

—¿Qué deseas ordenar hoy?—pregunta a la vez que parece preparar un batido de chocolate. Sus manos reposan sobre la tapa de la licuadora encendida, ejerciendo presión para que el contenido no se derrame por la presión.

—Quiero un Capuchino Mocca, con mucho hielo y crema batida. Y donas de vainilla. También quiero saber la persona o situación causante de tu deslumbrante estado de hoy Milla.

Milla es una chica de las pocas que considero agradable y consiguen agradarme. La conosco desde hace más de tres años, ha trabajado aquí desde la primera vez que vine aquí, siendo ella la primera en atenderme, y única, ya que siempre que asisto ella está de turno, lo cual es bueno.

No somos cercanas o amigas, sólo compartimos palabras una con la otra cada vez que vengo. Ella, al igual que Nohla, es un persona ligeramente abierta y suele contarme pequeñas cosas sobre ella. Como el hecho de que posee dos trabajos a medio tiempo, y el como sus hermanos pequeños la vuelven loca.

—Te lo preparo en un segundo Soohye—dice virtiendo el batido en su respectivo baso y colocarlo en la bandeja junto con postres de acompañamiento—¡orden de la mesa cuanto, lista!—una de sus compañeras toma la bandeja y se la lleva. Es cuando Milla parece prestarme atención al mirarme de manera inmediata—no me lo vas a creer, luego de años trabajando para conseguirlo, teniendo que aguantar todo tipo de cosas,  al fin he llegando a la meta para comprar el auto que tanto quiero.

Milla es fanática a los autos, por eso trabaja tanto y así poder conseguir el suyo propio.

—Me alegra saber que lo has conseguido, han sido tres años teniendo que escuchar tus charlas sobre autos y el como alardeabas tus conocimientos sobre ellos. He aprendido sobre autos en tres años contigo más de lo que podría haber aprendido con un mecánico.

Una risa tímida sale de ella, mientras cubre su rostro.

—No digas esas cosas, me avergüenzas.

—Sólo espero ser una de las primeras personas en subir a ese auto. Espera, ¿sabes conducir cierto?

—Sí, aprendí a conducir desde los once, mi viejo me enseñó. Soohye, ahora que lo pienso tenemos casi cinco años aproximadamente conociéndonos y sólo hablamos mientras estoy en el trabajo, como cliente y trabador, ni siquiera poseemos el número telefónico de la otra. Deberíamos agregarnos, ¿no?

The CorbinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora