CAPITULO 8

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Han pasado dos semanas desde que regresamos de paseo. No se que habrá pasado. Después de que mi hermano me dijo que tomará todas mis cosas, salimos de la cabaña y tomamos el primer vuelo de regreso a casa, cuando le pregunte si todo estaba bien, solo me abrazo, no quise preguntar mas, sabia que no habría respuestas. Mi hermano salió muy temprano al día siguiente y regresó muy tarde hasta mi hermana se asombró pero preferimos no preguntar nada, luego solo se quedo en su cuarto todo el día. Y los chicos no han llamado, ni hablado en el chat que tenemos.

No puedo mas con la curiosidad, sé que ha ocurrido algo malo. Me dirijo a la habitación de mi hermano y toco la puerta, se escucha música con bajo volumen, no recibo respuesta e intento abrir la puerta y esta cede, todo esta oscuro y huele horrible, hay olor a cigarro y alcohol. Dalex no es de tomar ni fumar en exceso. Lo busco con la mirada y lo encuentro sentado en el puso con su espalda apoyado a un lado de la cama. Me acerco despacio a él y puedo ver su cuerpo sacudirse.

—¿Qué pasa?—me agacho preocupada, tocándolo—¿Por qué estas así?

Levanta su mirada y veo su rostro empapado por las lágrimas, sus ojos rojos e hinchados—Amar es una mierda—murmura, y se rompe.

Solo lo abrazo sin preguntar nada. Nunca había visto llorar a mi hermano, ni siquiera por los regaños y comparaciones constantes de mamá. Lo siento sacudirse, escucho su llanto.—Duele, duele mucho.

—¿Qué tienes? ¿Qué esta mal? Puedes decírmelo.

—No quiero volver amar a alguien más en mi vida.

—¿Qué?—estoy pasmada—¿Alay?

—No quiero saber nada de ella, nada.

—¿Te hizo algo?

—Me rompió el corazón—murmura.

¿Qué? No puede ser verdad.

—Eso es imposible.

Ríe burlón—Yo también lo pensé, pero lo hizo.

Y se empina la botella de cerveza, es cuando me doy cuenta que no es una, sino decenas, ha estado así todos estos días

—Para—pido, bajándole la cerveza e intentado quitarle.

—Esto me hace bien.

—No, no lo hace.

—Alivia un poco.

Lo miro con los ojos cristalizados, sin saber que hacer.

—No quiero que te lastimen. No quiero.

—¿De que hablas?

—Eres demasiado importante para mí como para permitirlo—dice mirándome y acariciando mi mejilla.

—No te entiendo nada. Vamos a darte un baño ¿Si?

Da una sonrisa triste, pero no protesta cuando lo levanto y lo llevo al baño, lo siento en el inodoro con la tapa puesta, y comienzo a llenar la bañera con agua caliente. Cojo una toalla y lo pongo al lado, comienzo a sacarle las medias, su casaca, su polo y le pido que se quite los pantalones. Mientras cierro la llave y lo ayudo a meterlo a la tina. Regreso al cuarto y voy a su armario para coger un pijama, de vuelta al baño lo veo llorando nuevamente. Me duele verlo así.

—El agua caliente te relajará—digo para que sepa que estoy con él.

—¿También alivia el dolor?

Tiene su mirada pérdida, le pido que salga y le paso la toalla.

—Te dejo cambiarte, iré a hacer la cama.

Otoño (Saga Estaciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora