El reencuentro

358 17 10
                                    

MELIODAS

El sombrero de Jabalí, era el nombre que tenía mi taberna. Era una buena manera de seguir adelante a pesar de todo lo que había pasado durante los más de tres mil años que llevaba vivo. Era asombroso cómo el destino siempre me sorprendía en los momentos que menos me lo esperaba y eso era grato porque en tanto tiempo siempre encontraba algo nuevo para hacer, solo me gustaría que no fuera por las circunstancias en las cuales estaba condenado a existir. Mi vida giraba en torno a la de Elizabeth y lastimosamente también mi maldición. Habían pasado ciento seis reencarnaciones a las cuales había visto morir frente a mis ojos, no había podido salvar a ninguna y con cada muerte sentía cómo me hundía lentamente en un pozo de desesperación que con el pasar del tiempo se hacía más oscuro, todo eso era hasta que conocía a otra Elizabeth, no sabía si hacía parte de la maldición pero no podía evitar que cada sonrisa que ella me diera sirviera como combustible para imaginar un futuro en el cual ambos pudiéramos vivir sin tener que preocuparnos por la maldición.

Tal vez lo único bueno de haber vivido tanto tiempo es que podía pasarme por un simple humano y eso había hecho que fuera bienvenido en la mayoría de los pueblos, seguía siendo fuerte, pero no tenía el mismo poder que hace tres mil años. Intentaba nunca regresar mis pensamientos a esos tiempos de antaño en los que lo único que había era guerra, me gustaba disfrutar de la tranquilidad que tenía Britannia después de que hubieran desaparecido las diosas y los demonios, pero mi felicidad sería plena si estuviera con ella viajando por todos lados sin tener que preocuparnos por maldiciones.

Merlín seguía viva y no entendía cómo no se cansaba de estarlo, cada vez que le preguntaba si no estaba cansada su respuesta era la misma "nunca se tiene el suficiente tiempo para conocerlo todo". Bien por ella, por lo menos alguien sí disfrutaba bastante de su inmortalidad.

Eso hizo que me acordara que hace tiempo no sabía nada de ella, casi diez años sin tener noticias de mis compañeros los siete pecados capitales, tenía que admitir que entrar a una orden de caballeros había sido interesante, no es cómo si nunca hubiera estado en una, en tres mil años se pueden hacer muchas cosas, sin embargo ellos eran diferentes, éramos un grupo de siete guerreros bastante atípicos en donde también estaban Merlín y Gowther, este último había entrado por petición de la maga, no había entendido muy bien sus razones pero confiaba en sus decisiones, los años solo la habían hecho más estratégica y callada, muchas veces podía ver cómo si Merlín estuviera perdiendo su humanidad de a pocos, a ratos se parecía a mi versión antes de que conociera a Elizabeth, fría e insensible.

-En qué piensas Meliodas-escuché la voz chillona de Hawk-los clientes están esperando su plato

-Tienes razón, cerdo- le dije al animal parlante mientras terminaba de preparar el plato y olvidándome de todas las memorias y recuerdos que a veces me atormentaban

Le di un toque con finas hierbas al plato que desprendía un buen olor además de un excelente aspecto, tal vez si había mejorado un poco con el paso del tiempo, una sonrisa divertida se formó en mi rostro a la vez que llevaba la carne a la mesa que la habían pedido.

-Siento haberlos hecho esperar-dije al tiempo que ponía el plato en la mesa-el especial pastel de carne del Sombrero de Jabalí está servido

Los comensales veían el plato con fascinación mientras hacían comentarios de lo bien que debía de saber, en el momento en el cual se llevaron un pedazo a la boca instintivamente me aparté antes de que los tres expulsaran el alimento incluso antes de tragarlo. Sí, había mejorado en cuanto al aspecto del plato, el sabor seguía siendo el mismo de hace tres mil años.

-Oye bastardo, ¿nos quieres matar con esta asquerosidad?

-Ustedes dijeron que sirviera cualquier plato-me defendí, la verdad es que el resultado hubiera sido lo mismo con cualquier variable

Memorias⎜One-shots NNTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora