Capítulo Diecisiete

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Salvador se veía bastante afligido, por eso cuando entró lo primero que hizo fue abrazarme con fuerza. Y no tardé ni medio segundo en derrumbarme en sus brazos, me estaba costando mucho aguantar las inmensas ganas que tenía de no llorar.

—Todo va a salir bien, pequeña. El doctor nos dijo que había esperanza con un posible donante, el cree que puede ser compatible contigo—su tono era de desolación y aunque sonrío para darme ánimos, yo sabía que todo acabaría muy pronto para mi.

—Te amo, hermanito—dije—y no me importa que nos hayas dejado para hacer tu vida, tu también tenías derecho a volar. Espero que pronto puedas encontrar a alguien que te haga feliz, así como América. No te culpes por cosas pasadas, la vida continúa y ninguna de las dos te vamos a reprochar nada.

—¿Por qué esto me suena como una despedida, Grecia?—porque lo es. Me quedé en silencio acariciando su cabello.

—Solo estaba diciendo lo que pienso—sonreí—deseo que seas muy feliz y que algún día puedas encontrar paz y amor. No importa lo que ocurra conmigo, estaré siempre en tu corazón y cada vez que me necesites cierra los ojos y piensa en mi de esa manera me encontrarás.

—Te amo, Grecia—volvió a abrazarme fuerte.

—Y yo a ti hermano, y yo a ti—duramos unos cuantos minutos abrazados hasta que me separé de él—¿Puedes decirles a mamá y a papá que vengan? Necesito hablar con ellos.

—Claro—respondió sin alzar la cabeza. No quería que notara que él también estaba llorando.

Salió y unos segundos después vi las caras de preocupación de mis padres acercarse a mi. Hablamos durante bastante tiempo y lloramos los tres juntos.

—A pesar de todo los amo y lo haré siempre, donde quiera que estén.

Una eterna sonrisa [Sonrisas Parte III] [Cristiana]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora