Mario parecía más preocupado que yo, yo ya estaba más relajada. Aunque en el fondo estaba tan rota que no quería existir, tengo a Mario, es lo que más nesesito ahora que no está la mujer que más ame y el abuelo más lindo y tierno que conozco.
Los extrañaré, dije en mi mente y desperté a mario.
-Depierta mario, dije con una voz diferente y muy agotada
-Anabelle!, como estas? Quieres que te haga un desayuno?
-No es necesario, solo te iba a decir que me falta 1 semana para irme.
-¿Tan rapido?, necesito que te quedes
-No puedo, tengo que regresar a México
-No puedes regresar habiendo un delincuente loco que se llevó a tu familia
-No se la llevo, solo están descansando
-Cierto, pero te vendrás conmigo pase lo que pase. Cuidaré de ti como mi hermanita
-Esta bien
Durante las últimas semanas que pasaba, Mario y yo aprovechamos cada minuto y segundo, juntos. En la última semana Mario y yo estábamos cenando con la ropa en la que nos conocimos, el con su pijama de stich. Yo con mi blusa amarilla y pantalones acampanados de mezclilla y mis tenis blancos convers.
-No puedo creer que mañana me vaya.
-Vendras conmigo
-¿A donde?
-A Canada, un lugar muy hermoso donde podamos estar ahí juntos, sin gente mala, solo tú y yo
-Suenas como si te gustara
-Quieres que te diga un secreto?
-Si-respondi acercandome-
-Las camas siempre han sido 2-Quede impactada con lo que me dijo-
-¿Siempre hubo dos?- resongue-
-De alguna manera quería estar cerca de la persona que me tocara así que, si. Me enteré la mañana siguente.
Reímos a carjadas y fuimos al cuarto a dormir.
-mañana nos vamos a Canadá- dijo tapándose con la sábana blanca que tenía la primera vez que dormi aquí
-Esta bien, gracias por dejarme vivir contigo
-Siempre vivirás conmigo.
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De brazos cruzados
RomanceAnabelle lanes llega a New York para mudarse al nuevo hotel más famosos de la cuidad. Los cuartos ya estaban llenos, así que tenía que compartir con algún paciente. Ahí, es donde conoce a Mario.