Capítulo 4

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—Fuh...

Iguro se recuesta en su sofá al tiempo que mueve su cuello buscando el típico sonido "crac".

Pero no lo consiguió.

—¿Fue... molesto?

Mitsuri, a su lado, lo mira con ojos que expresaban lamentos.

—No, no mucho. Fue bueno poder presentarme como tu novio, aunque tu padre es raro.

La cara de la de pelo rosado brilla en colores rojizos.

—L-, Lo siento...

—No, no hay problema. Solo no me esperaba que tu padre pidiera nietos, creía que con una hija tan... wow, él sería mucho más sobreprotector.

—Jeje... sí... pienso... pienso igual...

Mitsuri ríe al tiempo que se para y camina hacia la cocina.

—¿Mitsuri?

Ella se detiene, lo mira y luego vuelve a caminar esta vez más rápido.

—¿Qué le dijiste a tu padre? ¿Qué le has contado?

Mitsuri entra en la cocina y empieza a hacer algo de té.

—B-, Bueno... fue... llevamos años saliendo... jeje...

—¿Qué?

Iguro se levanta rápidamente y se para en la entrada de la cocina, mirando hacia Mitsuri.

—L-, Lo siento... la verdad... jeje... —su cara enrojece aún más, si es posible—. La verdad me has gustado desde... desde secundaria.

—Mm... lo sé.

El té que Mitsuri tenía en sus manos cae al piso, pero ella rápidamente lo recoge.

Iguro no evita mirar hacia otro lado, ya que los pechos de la chica, pues... en la ropa casual no es que estuvieran muy sujetos.

—¿L-, Lo sabías?

—Sí... desde la universidad, supongo.

—¿¡Y no hiciste nada hasta hace una hora!?

—L-, Lo siento...

Mitsuri suspira exasperada y luego infla sus mejillas.

Sus manos continúan haciendo té.

—Y yo sufriendo todas las noches disque porque no me querías... tonto.

Luego de hacer una mueca, sonríe.

—Pero... bueno. Iguro-san —él la mira a los ojos—. ¡Te amo! ¡Mucho, mucho!

Sonríe y luego vuelve a ver sus manos, con las que hacía el té.

Iguro aprieta sus puños y ríe algo nervioso.

No responde nada.

No había realmente necesidad de ello.

[ · · · ]

—Muérete, muérete... ¡NO!

Mitsuri grita al ver que su enemigo no murió por el efecto de veneno.

—¡Hijo-! ¡Ahh!

Se recuesta molesta en el sofá.

Iguro a su lado continuaba en su pelea.

—¡Está bajo! ¡A un ataque! ¡Mátalo!

Mitsuri se abalanza sobre él, distrayéndolo.

—Espera.

El teléfono del de ojos bicolor se escapa de sus manos, cayendo entre sus piernas.

—¿Are?

La de pelo rosado alarga su mano para tomar el teléfono del hombre, pero él rápidamente lo recoge e intenta seguir jugando.

La mano de ella termina en su pierna y sus mejillas infladas.

—Para mañana debemos terminar de pasar notas.

Iguro comenta mientras continúa jugando en su celular.

—Y... perdimos.

Él suspira y luego la mira.

La cara enojona de Mitsuri causa una risa en él.

—Haré la cena.

Sin quitar su cara enojona, ella se va a la cocina.

Luego de que ella desaparezca tras la pared de la cocina, la cara de Iguro se pone muy roja.

S-, Su mano...

Lleva su propia mano a su entrepierna.

No.

[ · · · ]

—¿Q-, Qué...?

Iguro mira la cena para nada japonesa que la chica frente a él había hecho.

—Buen provecho.

Alegremente ella empieza a comer.

—¿Prefieres la comida de otro país, Mitsuri?

La de pelo rosado deja de ver la comida y lo mira a él.

—Mhm, es- —traga— -es más rico.

—Mm...

—¿No te gusta?

Una mirada preocupada.

—No, no, no es eso. Solo que... la única comida que sé hacer es la japonesa.

—¡Mh-hm! ¡Probarás mucho tipo de comida de ahora en adelante, Iguro-san!

Iguro toma los cubiertos, mira a Mitsuri y sonríe.

—¿Puedes dejar de llamarme Iguro"-san"?

Ella lo mira.

Él la mira.

—¿Iguro-kyun?

—¿¡Q-!? ¡No! No sé, dime solo Iguro o... algo así.

Mitsuri asiente.

—Cariño.

La cuchara que Iguro llevaba a su boca, tiembla violentamente.

—¿E-, Eh?

—¿Puedo... decirte así?

La cuchara entra en su boca mientras asiente.

La verguenza era mucha.

Mucha.

Luego de la cena, ambos se ponen a ver cosas random en tv.

—Los canales hoy están aburridos...

Mitsuri, acostada en el suelo sobre la cobija de Iguro, cambiaba de canal.

El de ojos de doble color se encontraba en el sofá con su computador portátil finalizando su trabajo.

—Ig-, Cariño.

Iguro se sobresalta un poco, luego la mira.

—¿Sí?

—Fufufu... no es nada.

Contenta continúa pasando los canales de la tv.

Ella era feliz, él también.

Quizás este diciembre... vaya mejorando.

Guiño, guiño.

Nubes y mejillas arrebol - ObaMitsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora