Capítulo 6

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—...

Iguro mira el camión de mudanzas que estaba frente a su casa.

A su lado, Mitsuri firmaba una plantilla dada por un conocido suyo.

xEres tan diligente, Senjuro-kun.

Sonriendo alegre ella le devuelve la plantilla.

Luego de reír, Senjuro habla:

—Es un poco vergonzoso hacer esto, pero papá dice que debo aprender.

—Oh... ¿Ruka-san cómo lo lleva?

—En los últimos tres meses no ha tenido dolores, así que mamá está bien.

—Genial.

La de pelo rosado sonríe.

—Por cierto, él es mi novio ¡Iguro-san!

Senjuro mira a Iguro, quien observaba a otros hombres bajar los trastes de Mitsuri.

—¿Obanai-san es tu novio? —Senjuro se sorprende, levemente—. Nii-chan me contó algo de eso, así que es verdad...

El de ojos bicolor, al darse cuenta que era observado, mira hacia el Rengoku pequeño.

—¿Senjuro? ¿Pasa algo?

—No, no es nada. Ellos se encargarán de bajar todo, yo me ocuparé un poco. Hasta luego.

Él hace una reverencia y se va.

Iguro, alza sus hombros y suspira.

—¿Se conocen?

Mitsuri se para junto a él y empieza a dar instrucciones a quienes bajaban las cosas.

—He ido varias veces a tomar con Rengoku y los demás profesores, el padre de Rengoku algunas veces se unió y era Senjuro quien le servía.

—Oh... entiendo.

La mudanza se completa ese día, pero aún debían organizar todo lo de la nueva inquilina.

[ · · · ]

—¡Uff!

Mitsuri se acuesta en su cama recién armada.

Su pareja se encontraba sentando en el suelo, armando ahora una pequeña lámpara que ella tenía normalmente en su escritorio.

—¿Qué hora es?

Iguro la mira, luego mira el reloj que tenía en su muñeca izquierda.

—Una y diez.

—Está tardísimo... ¡gracias que son vacaciones!

Él suspira y se pone de pie.

—Continuemos mañana.

—¿Dormimos juntos otra vez?

Iguro deja la lámpara en el escritorio.

—Eso... —él tenía sueño, pero no sabia si durmiendo con ella dormiría—. Eh... ¿bien...?

—¡Yei!

Y fue arrastrado por ella la cama.

Y casi no pudo dormir.

Al día siguiente fue despertado por ella, quien había hecho el desayuno.

—Cariño.

Él lleva la cuchara a su boca, pero antes de ponerla en, mira a Mitsuri.

—¿Sí?

La de pelo rosado ríe un poco.

—No es nada.

Nubes y mejillas arrebol - ObaMitsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora