第十八章_№ Capítulo Dieciocho

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ChangBin escupía fuego mientras manejaba hacia la casa del infame Kim NamJoon. De la misma forma lo hacían sus hombres y sus dos amigos.

Fácilmente eran doscientos hombres pues, planeaban matar todo lo que en sus caminos se cruzase para llegar a la putrefacta habitación del imbécil aquel. O su despacho, o cualquier lugar de su mugrosa mansión donde se estuviese escondiendo.

— ChangBin... ¿Por qué le dijiste esas cosas a JiSung? —preguntó SeungMin por el manos libres de la camioneta.

— Porque sí. —suspiró— Sólo bastó con ver sus ojos para darme cuenta de que estaba siendo sincero, pero entendí la indirecta. —movió sus labios— NamJoon quería enfrentarse a mi, no a JiSung. Además, así puedo evitar que él salga herido... I'm better off without him. —sonrió triste.

— No es así, y lo sabes. —bufó— Podría haber sido de gran ayuda ahora mismo. —lo regañó.

— Cierra la boca. —cortó la llamada.

Quizá SeungMin tenía razón, además de que había dolido insultarlo de aquella manera. Vió sus grandes ojitos verlo con miedo y algo cristalizados, pero sin embargo no se quejó ni gritó, le obedeció en voz baja aún sabiendo que no había hecho nada.

Y vaya que dolía, pero esa había sido la condición de Kim.

Sólo contaba con SeungMin y Minho, pero no porque ellos no le importasen sino porque ellos habían insistido en acompañarlo. De otra forma, hubiese preferido encargarse de aquel engorroso asunto sólo.

Por eso, alejó a JiSung y a JeongIn. Tenía el presentimiento de que la peor parte podía tocarles a ellos.

— Cuando lleguemos seguramente estará plagado de guardias, así que bajen los vidrios porque no habrá tiempo para bajarse. Atropellen a todos los que puedan y luego sí se bajan. —dijo— Por favor, no desperdicien balas y siempre guarden las armas enemigas. Sé que no es la primera vez que hacemos esto pero es realmente otro nivel. —su voz se oía en todos los vehículos, por lo que todos lo escucharon.

Apenas llegaron, ya había un montón de hombres rodearon el perímetro por lo que los suyos no dudaron en acelerar con fuerza y cargarse a la mayoría, ensuciando las llantas con las entrañas ajenas de aquellos pobres diablos.

Sin embargo, morir arrollado por una camioneta era mucho más leve que morir en las manos de ChangBin.

— Con todo, muchachos. —dijo al bajarse de la camioneta.

Antes de meterse en el terreno de NamJoon, se deshicieron de todos los que habían quedado vivos con certeros disparos en la sien.

El rubio suspiró cuando abrieron el enorme portón de la mansión, sin embargo tomó su escopeta con firmeza mientras se ponía en completa alerta. Traía su chaleco, claro que lo hacía, aunque no le importaría no traerlo si no fuese porque tenía unos cuántos ojitos esperándole en su casa.

No emitió palabra alguna cuando comenzó a jalar del gatillo con entusiasmo, tirando lejos e hiriendo de muerte a la gran mayoría de los que se acercaban. Les disparaba con tanta tranquilidad que llegaba a asustar por la manera en la que su rostro no emitía emoción alguna.

— Voy a entrar. —avisó, sosteniendo bien las armas que llevaba— Cuídenme la espalda, por favor. —les dijo a sus hombres.

Apenas pateó las puertas de la entrada, cuatro hombres apuntaron en su dirección y reaccionó rápido a dispararles al igual que sus guardias detrás de él. No se inmutó en seguir disparando, esta vez tomando las pistolas en su cinturón, repartiendo balas a diestra y siniestra importándole poco donde les diera siempre y cuando acabara con sus miserables vidas.

🍢 the godfather · sungbin ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora