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Samuel había tenido una infancia muy dura, con muchas dificultades, económicas, familiares entre otras. Tales como la carencia de afecto, decir que al pobre chico de tan solo 16 años le faltaba afecto era poco, el verdaderamente necesitaba a alguien que le dijera que era importante, que era querido. Haciéndolo así, buscar la aprobación constante de los demás. Eso lo llevo a querer ser le mejor, el mejor de todo Seúl, empezando por liderar todas las pandillas de las escuelas medias de su zona.
Aunque ahora, tenía a una sola persona que quería impresionar y obtener su aprobación. Una sola chica, la cual hiciera lo que hiciera parecía ser como los demás y preferir más a ese Estúpido.
-¡Ey! ¿Eres Samuel Seo-san?- Pregunto una voz femenina.
El chico que se encontraba caminando por los pasillos de la escuela bajo la mirada hacia donde escucho la dulce voz. Dirigió sus ojos a la figura de una pequeña chica, debía medir unos 20 centímetros menos que el, a demás de ser delgada como la mayoría de las chicas de Corea, le hacían ver muy insignificante y diminuta.
-Si, ¿Por qué?- Pregunto con una ceja alzada sin mucho interés.
-Una chica de mí grado te envía esto- Le tendió un pequeño papel rasgado.
El lo tomo y lo leyó.
Llámame lindo <3 12***76*
-Sun Hee
Cuando concluyó la lectora lo arrugó, haciéndolo un pequeño boyo y lo arrojó al suelo.
-No me interesa nadie que no se atreva a hablarme de frente y menos si es una niñita estúpida- Le dijo con claro desagrado Samuel.
Había dicho que no le interesaba nadie que no le hablara de frente, pero la verdad era que no le interesaba nadie más que no sea su querida y por desgracia, amiga.
El chico dio unos pasos camino a uno de los salón de clases. Antes de encontrarse con la chica que se encontraba buscando.
Estaba ahí parada con su lindo cabello castaño y ojos verdes, que lo miraban atraves del cristal de sus lentes. Con el uniforme bien colocado salvo la corbata, que llevaba desajustada. Apoyada sobre una pared y comiendo un Dorayaki.
Se rió en sus adentros al verla comiendo, siempre que la buscaba con su mirada la encontraba comiendo y comiendo, dulces snack's, lo que sea. Aún no entendía cómo había para ser delgada, aunque ella alegaba que era por su genética por parte materna y por su gran afición al deporte, precisamente el fútbol.
