Capítulo dos

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Como era de esperar, los hermanos mayores se dieron cuenta de que algo malo pasaba, Yanelis visitó el laboratorio dos días después y se llevó la sorpresa de que su experimento no estaba allí, alertó a sus compañeros lo más rápido posible. ¿Que es lo peor que podría pasar si un fallo cometido por un grupo de científicos andaba ahora por el mundo a su suerte?

—Debimos de deshacernos de esa cosa hace mucho tiempo —espetó Emanuel, pasándose una mano por el cabello—. Vosotros insististeis en dejarla, ahora buscad una maldita solución.

—Carlos dijo que vendría lo antes posible, Jonathan ni siquiera responde a los mensajes... —Yashua tecleó en su teléfono, probando suerte nuevamente con el ecuatoriano—. No, nada.

—Centrémonos —pidió Yanelis—. ¿No tenemos cámaras de seguridad?

—¿Y de que nos servirán las cámaras de seguridad?

—Nosotros hemos fabricado esa cápsula, sabemos de sobra que no pudo abrirla así por así, alguien tuvo que ayudarla desde fuera.

—Las cámaras estuvieron desactivadas hace dos noches —informó Emanuel, comprobándolo en su tablet—. Supuestamente yo las he desactivado... ¿Por qué diablos querría yo desactivar las cámaras?

La mujer rió, esperando que la teoría que se estaba formando en su cabeza no fuera cierta, de lo contrario tendrían una charla para nada agradable con sus hermanitos.

—Vale, de todos modos... ¿Qué es lo peor que podría hacer por ahí? ¿Acostarse con alguien? —inquirió Yashua con diversión.

—No jodas, Yashua, todos sabemos que no sólo está programada para complacer a alguien sexualmente —se quejó Emanuel, pellizcándose el punte de la nariz con sus dedos—. Si me hubierais hecho caso esto no estaría pasando.

—Pero no lo hicimos, deja de recordárnoslo —bufó Yanelis, cruzándose de brazos—. Rastrea el chip, no puede estar muy lejos...

—¿No será mejor esperar a que vuelvan Jonathan y Carlos?

—No —negó, soltando un largo suspiro—, lo mejor es solucionar esto cuanto antes, no podemos esperar a que alguien sepa lo que es o a que ocasione algo grave por ahí...

Emanuel apretó sus labios, alzó la mirada de su tablet para mirar a la mujer que hablaba sin parar y la interrumpió aclarando su garganta. La ubicación estaba en su casa, no en la que ahora vivía sino en su anterior casa, en la de sus padres. No pronunció palabra, su silencio alertó a sus dos compañeros, que lo miraban buscando una respuesta que nunca llegó. El impaciente Yashua le sacó el aparato de las manos para ver la localización e intentar no reír en el proceso.

—Yanelis, creo que tienes que ver esto con tus propios ojos...

La mujer tomó la tablet para ver lo que su compañero insistía, su mandíbula casi rozaba el suelo después de ver la ubicación.

—Lo mato, te juro que lo mato.

—Descuida, al parecer nuestros hermanitos se han aliado para hacer esto —bufó Emanuel—, el mío ha desactivado las cámaras de seguridad y el tuyo se ha quedado con el experimento.

—¿Y qué creéis que ha hecho el mío? —inquirió Yashua, frotando sus manos con diversión.

—No sé, tío, lo que sí sé es que debemos de ir a por esa cosa antes de que sea demasiado tarde...

[...💚...]

Crarya cerró sus ojos con fuerza mientras Joss le limpiaba la herida de su nuca. Estaba creada para no sentir el dolor como un humano promedio pero el corte que se había hecho para deshacerse del chip tenía más profundidad de la necesaria, necesitaba asegurarse de que no quedaría nada dentro de su cuerpo que le permitiera a sus creadores tener el control sobre ella.

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