Los científicos tuvieron más cuidado que nunca durante los siguientes días. Ahora que eran conscientes de que sus hermanos menores sabían de su secreto debían de estar alerta, sabían que se habían encariñando con el experimento y eso no podía ser algo bueno ni de lejos.Crarya permaneció encerrada, alejada del mundo y sin tener constancia de cuándo era de día y cuando era de noche. Simplemente se limitaba a estar allí.
Christian había pensado mucho en ella, le tenía rencor a Jonathan, que cuando llegó a casa no hizo más que recriminarle sobre el tema. ¿Por qué insistían en que era un problema? ¿Por qué tanto énfasis en que era peligrosa? ¿Por qué solo le advertían de lo malo? La rubia demostró en pocos días que no era así, que llegaba a ser incluso mejor que los demás humanos, su belleza opacaba pero su manera de hablar dejaba callado a cualquiera. Incluso Elian la había echado de menos, quizá al principio era el que más chillaba con respecto al tema del experimento pero tenía que admitir que su compañía le había resultado agradable y por una parte se sentía culpable de que ella estuviera encerrada de nuevo, al fin y al cabo, su hermana mayor formaba parte de todo eso.
Joss intentaba no pensar. ¿Por qué que iba a hacer? Nada. Aunque tuviera ganas de solucionar el asunto no había nada que pudiera hacer al respecto... Y más si tenía en cuenta todo lo que había dicho Emanuel, él estaba decidido a terminar con la vida de Crarya sin importarle nada más.
Zack y Joss todavía se guiaban por la sensatez y por querer hacer lo correcto, sus hermanos mayores estaban orgullosos de sus decisiones, pues a pesar de haber cometido una estupidez al liberarla también habían sido conscientes de ello y supieron recapacitar a tiempo. Desde ese día no se hablaban con sus amigos, incluso entre ellos dos las cosas se habían puesto algo tensas sin saber por qué.
—¿No vas a dirigirme la palabra? —preguntó Emanuel al ver a su hermano cruzar el pasillo sin siquiera mirarlo—. Joss, ¿a donde te crees que vas?
—He quedado con alguien, pero no es asunto tuyo —abrió la puerta y salió, metiendo sus manos en los bolsillos. Hacía un buen día, el cielo estaba despejado y no había ni una sola nube en el cielo, el sol brillaba con ganas. Casi era un día perfecto.
—Claro que es asunto mío —salió tras él y frunció el ceño, exigiendo respuestas más elaboradas—. Soy tu hermano mayor y estoy a tu cargo mientras te quedes conmigo.
—No estoy quedándome contigo por voluntad propia.
Era cierto. Su madre se había ido a visitar a su familia esa misma semana y lo dejó al cuidado de su hermano, como si no pudiese cuidarse a sí mismo con la edad que tenía.
—Eso es lo de menos —Le restó importancia—. ¿A donde vas y con quien?
—¡A casa de Elian, joder! —chilló con frustración—. Quizá salgamos en la noche así que no me esperes que lo más probable es que no venga a dormir a casa.
—¿Y piensas dormir con él?
—Ya dormiré con quien a mi me salga de los cojones —espetó—. Algunos no tenemos que hacer experimentos para follar, ¿sabes?
A Emanuel le sentó como un balde de agua fría en invierno lo que acababa de decirle. Claro, razón no le faltaba. Ellos habían creado a Crarya con esa idea en mente, con el fin de sexualizarla.
—¿Por qué tenía que ser una mujer? ¿Por qué no pudo ser un hombre? —alzó sus cejas al mirarlo—. Porque sois unos putos machistas que veis el deseo sexual en los hombres como algo normal y a las mujeres como un maldito objeto para saciaros vosotros. Soy hombre, pero a veces me da asco serlo, tener el mismo género que vosotros es indignante.
—Eres gay —señaló lo obvio.
—Ser gay no me hace menos hombre —bufó, dándose la vuelta para dar por zanjada la conversación. Ni siquiera había protestado a sus palabras y eso fue, sin duda, lo que más le cabreó. Su hermano, al que tanto había admirado desde pequeño, al que tantas veces le había dicho que de mayor quería ser como él, ese mismo se estaba convirtiendo en una decepción más grande con cada día que pasaba.
Los mismos pensamientos los compartían Christian y Elian, quienes desde pequeños mostraron fanatismo por la ciencia gracias a sus hermanos mayores, ahora lo estaban viendo todo con una perspectiva diferente y detestaban que eso fuera así. Ambos estudiaban, ambos habían escogido el camino de las ciencias puras para así estudiar lo mismo que sus referentes, literalmente estaban siguiendo sus pasos.
Joss llegó a casa de Elian un tanto frustrado por la actitud de su hermano, el ojiverde al darse cuenta le pidió que le explicase la situación pues, según él, desahogarse siempre venía bien y esa vez no sería la excepción. Christian llegó poco después con una expresión en el rostro de claro enojo, maldijo a su hermano unas cuantas veces antes de empezar a hablar de lo que verdaderamente le interesaba.
—Tengo un plan para sacar a Crarya de allí —habló—, pero no vamos a poder solos...
—No podemos contar con la ayuda de Ricky y Zack, ya viste lo que pasó la última vez —bufó Elian, todavía indignado por su traición.
—¿Y quien habló de ellos? —alzó sus cejas divertido—. Yo tenía en mente a los demás experimentos... Digo, así cuando ella sea libre podrá irse con ellos, es ahí donde debe de estar y no aquí entre nosotros corriendo peligro por los locos de nuestros hermanos.
—¿Los experimentos? —inquirió Joss, incrédulo—. ¿Qué te has fumado?
Puso los ojos en blanco. Si, sonaba a completa locura su plan, pero le había estado dando vueltas desde anoche y por muy poco que pareciera tenía lógica. Elian estuvo de acuerdo, sabía que si Crarya se quedaba no sería por mucho tiempo porque sus hermanos eran como eran.
—¿Cómo contactamos con ellos? —preguntó el menor, Joss lo regresó a mirar con las cejas alzadas, como si no pudiera creerse que apoyara esa idea—. Es lo más lógico... Pero en serio, ¿cómo hacemos? Dudo que tengan teléfonos.
—Déjamelo a mi —habló Christian con una sonrisa—. Creo que puedo encargarme.
—¿Y lo harás tú solo? No me parece justo, deja que te ayudemos.
—No me pasará nada —aclaró—. Crarya les hizo prometer que no nos tocarían, ¿recordáis? Y no lo hicieron en estos días, están cumpliendo su parte del trato.
—Nos sentiremos más seguros si vamos.
Christian no pudo negarse. Era terco pero sus amigos no se quedaban atrás. En su mente no dejaba de aparecerse la rubia de ojos verdes, el corazón se le encogió en el pecho de solo pensar en cómo estaría en esos momentos: sola, limitada, sin nada que poder hacer. Se sentía culpable por no haber hecho nada, vulnerable e indefenso. ¿Lo peor de todo? Lo peor de todo es que estaba empezando a sentir algo por Crarya, esa necesidad de querer cuidarla y de que estuviera bien aunque no fuese con él, se notaba de lejos que no solo lo hacía para remendar los errores que su hermano y sus amigos habían cometido. Sabía que ella no llegaría a sentir nunca nada por él, pues estaba creada para algo que no era sentir amor, eso le jodía la mente con cada minuto que pasaba.
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Green Eyes
Teen FictionLos científicos también cometen errores y ella es el claro ejemplo.