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— Soy Nie Mingjue, el gusto es mío. —

No, no había gusto alguno. Ni en su voz, ni en sus gestos ni mucho menos en la cercanía que había ahora entre él y Jiang Cheng.

El joven se le había acercado a saludar y Xue Yang, como un sombra tenebrosa, le fue a acompañar solo por si el otro requiere cuidado.

Desde que le vio llegar hasta ese momento habían pasado un poco más de tres semanas. La enfermera chismosa que siempre les contaba todo les dijo que el encierro de este tipo era difícil. Ataques a los médicos y enfermeras o a otros internos fue la primicia que entregó al comenzar su encierro por lo que literalmente debía estar dopado las veinticuatro horas del día a los siete días de la semana. Por eso, ya habiéndose adaptado a las drogas, por fin se le permitió compartir con los demás.

Jiang Cheng a penas si escuchaba lo que se relataba y solo pensaba que aquella campera verdosa era aun más hermosa por eso fue directo a saludar.

— Sé que no es un gusto real pero aun así ¿gracias? —

El moreno era alto, fornido y con aspecto de romper dientes con solo un golpe pero en ese instante se vería tan ido como perdido, tan vacío que cuando soltó una risa fue hasta ¿hermoso?

Xue Yang pudo descifrar el brillo en la mirada de Jiang Cheng por lo que simplemente se fue dejándolos solos. No negaría su egoísmo y el sentido de propiedad en aquella retorcida amistad así que no detuvo lo inevitable. Quizás si el otro recaía lo dejaban por más tiempo y no perdería a su único amigo en unos meses a causa del alta.

— Entonces ¿por qué estás aquí? y que quede claro que solo pregunto porque debo ser sociable o no hubieras venido a hablar ¿no? —

Ahora fue Jiang Cheng quien rió. Tomó asiento a su lado y se mantuvo viendo al cielo.

— Me enamoré, conocí el fracaso de ello y me hice estas lindas cicatrices de guerra. —

Mingjue dio una mirada rápida a las muñecas que el otro le mostraba e hizo una mueca. El tronar de sus manos reflejó que se puso ansioso  de solo verlo pero de un bufido se calmó.

— Idiota... —

No supo porque pero Jiang Cheng se sintió feliz. Aquella reacción era de alguien que se preocupaba por él ¿no? Mingjue ¿se estaba preocupando por él?

El cuello tenso del moreno alertó; Nie Mingjue odiaba el sufrimiento innecesario a menos que este sea merecido y podía verlo, Jiang cheng no parecía merecerlo.

El cuello tenso del moreno alertó; Nie Mingjue odiaba el sufrimiento innecesario a menos que este sea merecido y podía verlo, Jiang cheng no parecía merecerlo

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