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Eh preferido optar por hacerle creer a la gente y a todos que mi vida empezó desde que lo conocí, Clark Kent.

El clima está nublado y con neblina, eh olvidado como se llama este lugar y los últimos diez en los que hemos estado los ultimos días.

Es como un tour por todo el mundo, levanto la vista del cuaderno y miro el panorama, el viento frío choca contra mis mejillas y nariz congeladas, mi cabello vuela hacia atrás. El mar frío, con un poco de neblina sobre el, una ligera montañas a lo lejos.

Vuelvo a mi cuaderno y comienzo a trazar la forma de las pequeñas olas, no exactamente como son por que me sería imposible.

Llevamos unos tres días en este lugar, Clark se metió a trabajar en un barco de pesca, no quiso que yo trabajara, se negó rotundamente.
Y por supuesto que busque trabajo.

Un "No" es como una invitación para querer hacerlo el doble, Clark.

Su trabajo le consume casi todo el día, así que entre a trabajar en un pequeño restaurante, trabajaba desde la mañana hasta el medio día, conseguí dinero que es lo que importa. 

Son las tres de la tarde pero es como si fueran las siete de la mañana, sin sol, frío y niebla, un clima muy lindo.

Hoy hace dos horas se acabó la renta del hotel, así que estoy aquí en la costa, sentada, muy bien abrigada y con una manta ensima, los bolsos de Clark y míos a un lado, solo cargamos lo esencial.

—Shu, ¡Shu!— Espante al cangrejo que venía a mi con la intención de pellizcarme con sus pinzas. Aún que no se asustó y tuve que moverme un poco para lanzarle una piedrita, no le di pero fue suficiente para asustarlo y que caminara a otro lado.

Segui dibujando, aún que ahora solo eran retoques.

Era un paisaje hermoso, desde que llegamos lo supe, es mi lugar favorito.

—Zanahorio solo quería una amiga humana.— Dijeron detrás de mí, era una voz de niño, volte y ahí estaba parado.

—¿El cangrejo se llama Zanahorio?—Pregunte con el entrecejo fruncido. Y el niño se acercó a mi lado.

—Si, Zanahorio el cangrejo. Y ahora lo espantaste.— Miro a lo lejos al cangrejo el cual se alejaba de nosotros. —¿Puedo?

—Si.

El chico se sentó a mi lado y miró la marea fría.

—Me llamo Billy, ¿Como te llamas?

Volte y lo mire —Reggie.

—No eres de por aquí, ¿verdad?— Pregunto mirándome el ojiazul.

—¿Es muy evidente?— Pregunte con una sonrisa divertida.

—Tú bronceado te delata.— Dijo mientras examinaba mi rostro.

—Si... no soy de aquí, estoy de visita por unos días.— Le respondí cerrando el cuaderno.

—Tampoco soy de por aquí. Deecho no estoy seguro de a dónde pertenezco, no importa.— Susurro lo último para luego bajar la cabeza. —Te eh visto estos días, siempre vienes por las tardes y jamás te metes al agua.

—Si bueno, no quiero morir congelada.— Le contesté sonriendo viendo el agua fría mientras la briza nos golpeaba.

—Tienes razón... Pero serías una bonita paleta de hielo.— Lo mire con el entrecejo fruncido y después sonreí. Iba a contestar pero...

—¡Reggie!— Me llamaron por detrás, de inmediato voltie y ahí estaba Clark. Me hizo una seña con la cabeza, tenía que irme.

—Ah, me tengo que ir.— Dije mientras me ponía de pie y Billy me veía. Tome los bolsos y le di una última sonrisa al ojiazul.

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