La legalidad en mi vida vino con ciertos regalos; descubrí que me gustaba besar y tocar, me gustaba dar placer y que me lo dieran, me gustaba la libertad de saber que no viviría con mis padres por mucho más tiempo, cementé la base de que los gustos que tenía no debían hacerme horrorizar de mi mismo sino quererme por lo que era.
— ¿Crees que podremos vernos la semana que viene? —preguntó Michel, mirándome desde la cama con expresión entre dormida. Yo me vestía rápidamente, y le eché un vistazo a su cuerpo semidesnudo. Desde la lejanía no se veía nada mal y no me sentía culpable... aún.
— No creo, voy a estar en Bahía —respondí, y noté como paso de la confusión a la curiosidad.
— ¿y cuando vas a volver? —preguntó, y me encogí de hombros.
— ¿quizás nunca? —la pregunta fue más para mí mismo. Sabía que no existía un mundo alternativo en el cual nunca volvía aquí, pero me gustaba engañarme a mí mismo que existía esa posibilidad.
Lejos de Clemencia, lejos de la academia, lejos de mi familia y Dios. El juicio final iba a ser un evento interesante para esta altura.
— ¿Cómo que nunca? —preguntó, como si acaso tuviéramos una relación que significara que yo le dijese de mi vida. Nos habíamos visto alrededor de cuatro veces, y creo que esta era la conversación más larga. Se sentó en la cama, con expresión seria, olvidando su sueño.
— Me voy a estudiar, volveré cuando sea necesario. ¿por qué me estás preguntando esto? —inquirí por si acaso me había olvidado algo. Me giré en la habitación para buscar mis cosas, y las encontré desparramadas por la habitación.
— Creí que quizás podíamos hacer algo —comentó, y yo le sonreí. Y sabía que era la misma sonrisa que mi madre me daba cuando me quería engañar de algo y hacer las cosas más suaves.
— Es una lastima pero podemos hacerlo cuando vuelva, tarde o temprano volveré, y tengo tu número —respondí, esperando que fuese lo suficiente como para tenerlo conforme. Michel asintió, y me despedí de él de un modo extraño e incierto.
Me fui de su casa en medio de la noche, y me hundí en mi campera, viendo los mensajes sin leer en mi teléfono. Mensajes de Nik, algunos amigos, de mis primos y mis tíos. Pero el primer mensaje que vi fue el de Ashton.
Buen viaje, nos vemos aquí. Sonreí al leerlo; mitad con sinceridad y otra mitad con sarcasmo. Habíamos pasado tantas veces hablando y soñando con lo que haríamos cuando estuviésemos libres en Bahía. Y yo seguía esperanzado de que mañana, cuando viajara a aquella ciudad, significaría vivir una nueva vida.
Sin dar muchas vueltas, apreté el botón de llamar y él respondió más rápido de lo que creí.
— ¿estabas con el teléfono en la mano esperando que te llame? —pregunté con tono burlón, cruzando la oscura noche donde el tráfico iluminaba ciegamente mi camino. Pase por una iglesia e hice la señal de la cruz; por la costumbre, por lo que fui y por lo que sería.
— Intentaba dormirme pero no podía —respondió con voz ronca, podía imaginarlo acostado en su cama, con la cabeza sobre la almohada y tapando sus ojos con uno de sus brazos—. ¿tú qué hacías? —preguntó.
— Visitaba a un amigo y ahora me voy a mi casa —respondí, buscando un cigarrillo que estaba en algún bolsillo de mi campera—. En mi última noche prefería estar afuera y no lidiar con la nostalgia y la falsedad, y Nik estaba ocupada —expliqué. Lo oí asentir muy suavemente.
— ¿y qué amigo visitaste? —preguntó con curiosidad.
— Michel, no lo conoces, lo conocí en un bar —respondí, sin agregar la parte de "bar gay"—. El punto es que ya mañana estaré allá y podrás dejar de ignorarme —agregué. Él se rió con culpa del otro lado del teléfono.
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Like a Sinner |Español| Finalizada|
RomanceProyecto 30.05.21. Sinopsis: Una vida diseñada, rodeada de rectitud y autoridad. ¿Qué pasa cuando no somos lo que tienen pensado para nosotros?