Capítulo Único.

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El invierno invita a quedarse en casa, tomar algo caliente y pasar el rato leyendo o mirando tele, también jugar a algún juego de mesa o videojuego.

— Tsukki. — pronunció Kuroo mientras caminaba al lado del rubio, ambos estaban muy abrigados, manos en los bolsillos y media cara enterrada en sus bufandas.

—¿Hmm? — contestó. Se reprimió mentalmente, fue una contestación muy seca ¿Verdad?. Probablemente esta sería su primera y última cita con Kuroo.

Primera, última y, muy, patética cita.

Y se había esforzado tanto. Le costaron meses de mensajes escribirle a Kuroo un "¿Tendrías una cita?" Y debajo de ese "Conmigo." También se había emocionado cuando recibió una respuesta afirmativa con miles de emojis de distintos corazones.

Se pasó buscando en internet por un tiempo bastante prolongado un lugar que a ambos les quedase a la misma distancia o, al menos, aproximadamente. También se fijó en los detalles, como que no sea un lugar tan concurrido y que cumpla sus expectativas para impresionar a Kuroo y demostrar que tenía buen gusto eligiendo. Pero claro, había detalles que, fijamente, no había notado.

Pero que más da, seguro él ya no aceptaría una salida nunca más. Ni siquiera como amigos.

No decía que Kuroo fuera malo, en realidad, todo lo contrario a eso. Es decir, luego del fallido intento de cita seguía aquí y le dirigía la palabra.

— ¿Estás bien? Te ves de mal humor.

Tsukishima quiso llorar. No, no lo estaba. No estaba bien pero tampoco estaba de mal humor.

— Lo estoy, estoy bien ¿Y tú?

— También.

— Ah.

Fue una pésima idea.  Esperaba poder bloquear el contacto de Kuroo antes de que él lo haga, así conservaría un poco de su orgullo.

¿Por qué Kuroo no aligeraba el ambiente con una broma o un comentario cualquiera? ¿Por qué se le humedecían los ojos por tal estupidez? Se veía tan ridículo y patético.

¿El camino a la estación era tan largo? Recordaba que se lo hizo muy corto cuando venía. Quería llegar lo más rápido posible, tomar el maldito tren, colocarse los malditos audífonos y escuchar música con el volumen al cien.

Kuroo carraspeó su garganta ¿Era una señal de que por su culpa iba a enfermarse? Genial, todo le salía bien.

—¿Puedo....?— Tsukishima lo miró, esperando a que termine su oración, los pasos de Kuroo se hacían más lentos y Tsukishima alzó una ceja.

—¿Puedes....?

— Tsukki ¿Podría tomar tu mano?— las palabras se le cruzaron y también enrojeció un poco, en realidad, ambos lo hicieron.— Está bien si no quieres, claro, no te obligo, además se nota que no te gusta mucho el contacto físico, jaja, lo siento.— le pareció muy tierna su forma de actuar. Teniendo en cuenta de dónde acababan de salir.

Mirando el suelo, con el entrecejo fruncido y las mejillas rosas Tsukishima habló.

— Me gustaría que lo hicieras.

Kuroo, sorprendido por la respuesta, sonrió y quitó la mano del calor de su bolsillo, llevándola con algo de lentitud hasta el bolsillo contrario donde una mano más pálida lo esperaba.

La mano de Tsukishima salió al encuentro con su compañera.
Sus dedos se entrelazaron con torpeza y apuro, pero, al final, ambas recibían el calor contrario. El pulgar de Kuroo acariciaba con ternura la mano de Tsukishima y eso era reconfortante para ambos.

Caminaron lo más lento posible para alargar el camino que, otra vez, a Tsukishima se la hizo muy corto.

— Tsukki, la próxima yo elijo el lugar ¿Sí? No quiero tener que entrar a un table dance diurno de cita otra vez. Aunque no niego que me divertí ¡Oh, y cuando esa chica vino a bailarte te veías muy tierno!

La próxima.

¡Pero el maldito anuncio decía que era un restaurante! Sí, servían comida ¡Pero vamos, ¿Cómo se les va a olvidar el insignificante detalle de que había personas semi desnudas bailando en un tubo?! ¡Ah, y también a sus clientes!

— Maldita sea, callate. Adiós.

— Nos vemos.

Nos vemos.

Ambos se sonrieron y fueron a tomar sus trenes, definitivamente, Kuroo tendría que elegir el lugar la próxima vez. Pero, no fue del todo malo ¿Cierto? Se gustaban ¿No? Tsukishima estaba feliz con su, desastrosa, pero no tan mala, primera cita.

Desastrosa, pero no tan mala, primera cita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora