compass ; noren [pausa]

bunny, bunny

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Jeno siempre tuvo ese intenso amor por los gatitos… nunca por los conejitos, perritos ni siquiera por los ositos panda. Los gatitos eran lo único en la lista de gustos de Lee Jeno, ellos siempre tan chiquitos, bonitos, peluditos y dormilones. Jeno adoraba a sus tres gatitos que tenía allá en casa de su madre tras que sus alergias de tornaran más graves y que el dueño del edificio en el que vivía lo hubiese rechazado a primera instancia por tener no solo una mascota, sino tres.

Jeno ama a sus gatitos y a todos los gatitos que ve en las calles, vídeos de TikTok o Reels en Instagram. Pero su gusto por los conejitos se volvió algo muy grave aquel día.

Jeno no se considera a sí mismo como una persona con fetiches específicos, “raros” o perturbadores, es más, todas sus parejas pasadas tienden a decir que a Jeno le gusta tener más un sexo normal, algo denominado como “vainilla”, siempre consiste en él procurando ser cuidadoso y no ser muy rudo para evitar dolores no deseados. Sus parejas pasadas creen que el sexo con él es algo tan insípido por no poder tener ni un poco de dirty talk en el proceso, por eso mismo, sus relaciones terminan rápidamente.
Y él no es nadie como para llevarles la contraria porque, en efecto, no ha descubierto en su totalidad lo que le gusta hacer a la hora de tener sexo. Se ha tocado pensando en alguien en específico usando orejas de gatito en su cabeza mientras que engulle todo su miembro… ¿eso es descubrir lo que te gusta a la hora de tener intimidad?

Y, ¡oh demonios!

Esa fiesta de disfraces en casa de Chenle es su perdición y su clara confirmación de que sí, está descubriendo lo que le gusta, y tener a ese alguien con orejitas es lo más caliente que ha visto en toda su vida y claro indicio de tener un primer fetiche.

Huang Renjun esa noche lleva puesto un esmoquin rosa bebé que no deja mucho a la imaginación si no fuera porque ese pantalón ajustado hace que su culito respingón sea más notorio, y ni hablar de su pequeña cintura. Tienes que ser de más de observador para poder apreciar a Renjun aún cuando su ropa no es para nada reveladora.
Pero hay un detalle. Algo sumamente pecaminoso que lo hace enloquecer y endurecer. Huang Renjun lleva unas bonitas orejas de conejito, peluditas y rositas que se sostienen en su rubio cabello gracias a una diadema en color negro.

Tiene que admitirlo. Se ve jodidamente delicioso.

Y no se pierde de como su amigo de abajo se endurece notablemente cuando Renjun le dedica una sonrisa al verlo en la fiesta del grandioso y chico prodigio, Zhong Chenle.

— Hola, Nono— saluda el bajito con esa voz ligeramente grave, siempre tan linda y delicada. ¿Cómo sería a la hora de gemir fuertemente su nombre?

Está perdido.

Las alertas resuenan en su cabeza cuando Renjun lo abraza como típica acción que hace al saludar.

Y confirma una vez más que está perdido.

Renjun deja salir un respingo al sentir algo claramente duro contra su abdomen. Parpadea una, dos, tres veces y baja su mirada en dirección a los pantalones negros de Jeno, encontrándose con la grata presencia de un invitado más.

— Señor vampiro— regaña el chino soltando una suave risita por la sorpresa que se ha llevado… y tiene que agradecer el que no haya aceptado ni una sola cita o no tendría la dicha de poder exclamar lo siguiente—, vamos al baño de arriba, yo te ayudo— sonríe tomando la grande y venosa mano de Jeno entre las suyas que son tan contrarias a las del chico.

Donghyuck los observa desde la lejanía y no puede evitar asquearse de tan solo pensar en lo que aquellos dos van a hacer, pero por otro lado se alegra un poco porque su primo Jeno realmente está por tocar el cielo esa noche.