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Jeno siempre creyó que las relaciones a distancia son para gente tonta. ¿Enamorarte de alguien a quien no conoces en persona? Es simplemente tonto, como enamorarse de su asistente en su teléfono, como lo es Siri o Google.

Jeno está mal con esos pensamientos tan vagos, y lo confirma cuando se topa con un chico bastante lindo en un grupo de Kakaotalk, dicho grupo es llamado amantes de los felinos. El chico lindo suele relatar anécdotas graciosas de su gatito llamado Salem, dicho gatito es pequeñito, luce suavecito en las fotos que envía el chico lindo, y tiene un precioso pelaje blanco con manchitas grises esparcidas por su lomo y patitas, pero lo más gracioso de Salem es su bigotito negro que lo hace lucir como un mini Hitler, tal vez es una mala comparación, pero es el único personaje histórico que llega a su cabeza cada vez que el chico lindo envía una foto por el grupo y observa el bigotito tomando protagonismo.

Lee Jeno tampoco se queda atrás, él también suele enviar fotos de sus tres tesoros, Seol, Nal y Bongsik, sus preciosos ángeles rellenitos que alguna vez estuvieron casi en estado de desnutrición, claro, antes de que el chico de sonrisa brillante les adoptara y les llevara a casa, dónde les daría comida y les bañaría. Sus princesas y su príncipe siempre son halagados por lo gorditos que son, siempre dormidos en todas las fotos que manda, cosa que llamó la atención del chico lindo.

Un día, después de su práctica de baile, su corazón se agitó al observar la notificación en la pantalla de su celular.
Era un mensaje del chico bonito, lo sabía porque lo tenía agregado de dicha forma.

Fue tan solo cuestión de un “Holaa, soy Renjun. Me gustan mucho las fotos que envías de tus gatitos” para poder iniciar a hablar día tras día sin pausa alguna, riendo por las graciosas selcas que enviaba Renjun junto a Salem, quién era un gatito tan risueño, que en cada audio que el chico enviaba se escuchaban de fondo sus ronroneos como tractorcito.
“Discúlpalo, a Salem le encanta escuchar tu voz y cada vez que escucho audios tuyos se pone como loco”.
Jeno no sabía si era un incentivo o una enorme indirecta, pero lo tomaría en cuenta.
Con ello, surgieron las llamadas en las mañanas, él con su voz ronca, y Renjun con su coreano forzado, siempre haciendo un enorme esfuerzo para poder comunicarse con Jeno.

Hasta que finalmente surgieron los sentimientos y salieron durante una videollamada que habían organizado para ver Shrek 2 juntos durante el catorce de febrero. Rieron mucho y Renjun sin querer había dejado salir todo con una simple pero significativa oración: “Me gustas mucho cuando te ríes de esa manera”.

Jeno esa noche no pudo dormir por estar pensando en el contrario. En sus cabellos despeinados y sus labios brillantes. Le gustaba mucho, pero no tenía esperanza alguna.

Renjun vivía en China y no confiaba en las relaciones a distancia.

Se gustaban y se coqueteaban, pero nunca establecieron una relación.

Y todo se fragmentó cuando la conoció a ella.

Ella es tan perfecta. Tiene una piel tan preciosa como la porcelana, es inmensamente talentosa y su risa es angelical. No solo eso, ella también tiene un gatito igual de rellenito que Nal, Seol y Bongsik.