¿ puedo chuparla ? ──── minayeon.

ᨳ ── four.

La mañana se hacía presente así como el sol en el cuarto de Nayeon.

Ella sonrió al tener a Mina abrazada a ella, no sabía qué más pasaría entre ellas de ahora en adelante, pero sabía que no iba a ser igual. Es más, todo dejó de serlo desde que ella comenzó con sus juegos de palabras e insinuaciones atrevidas. No se confirmaba nada aún, tampoco quería acosar más de lo que la había acosado prácticamente desde hace unos meses, pero le alegra. Le alegra el hecho de haber ganado.

Ahora tendrá que afrontar las consecuencias.

Entra Junio, vacaciones de Verano. De dos semanas que tenían libres habían pasado unos cuatro días.

Cuatro días de sexo.

La Japonesa sentía la obligación de follarla cada que la veía. Nayeon se veía muy sexy desde cualquier perspectiva y se puede decir que la mayor fue la misma que hizo se acostumbrase a eso. A no querer aguantar nada cuando la veía en pocas ropas, prendas cortas, recién levantada y más cuando acababa de darse una ducha.

Porque todos esos métodos fueron usados en su contra semanas antes.

Pero aún había algo, Nayeon no había conseguido chupar esa polla todavía.

— Dios- ah.. joder, que bien te mueves.. —Gimoteó mientras apretaba el agarre en la cintura de la mayor, quien montaba su pene salvaje mente.

Y así se la pasaban todo el día, cambiando posiciones, orgasmo tras orgasmo, gemidos que se convertían en gritos y fantasías sexuales que se cumplían mutuamente.

Al sexto día de la primera semana se les citó a una reunión con sus profesores y compañeros, se verían en la Sala de audiovisuales. Al rededor de las dos de la tarde, las jóvenes salieron directo al lugar citado, encontrándose con la sorpresa de que sería un ensayo sobre Psicología, su carrera. Tenían la teoría, así que era hora de ejercer la práctica.

Nayeon perdió el interés desde que el profesor se paró de su asiento. Estaba sentada al lado de Mina, y desde siempre, su pasatiempo fue molestarla. Ahora lo podría hacer con más libertad, los juegos e insinuaciones sexuales ahora eran normales para cada una. Ya no le temían a que esto empezara, ahora le temían a no acabar lo que comenzó la contraria.

Escurrió su mano hacía el abdomen de la Japonesa, el abdomen que amaba mordisquear y marcar. El abdomen que la volvía loca a la hora de tener sexo.

Mina volteó su vista a ella, arqueó una ceja junto con una leve sonrisa. — Presta atención o tus futuros pacientes con depresión tendrán algo más que ganas de matarse.

La mayor infló sus mejillas con leve molestia, Mina tenía razón pero no entendía el porqué a los profesores se les despertaban las ganas de joder justo en vacaciones. ¡Pudieron haber planeado esto antes de entrar! Estaba casi segura de que todo era hecho a propósito.

Divagó en su mente, tratando de encontrar algo interesante para imaginar o para recordar. Sin encontrar resultado, no le quedó más que prestar atención. Después de todo, supuestamente le serviría en un futuro.

Una hora y media de puras instrucciones para tratar a cada paciente dependiendo los casos que se les asignara. Claramente siendo estos leves, nada como esquizofrenia o una depresión de mayor rango, ya que apenas era su primer ensayo.

— Cuando regresen nos veremos nuevamente ya en un consultorio individual para que empiecen sus prácticas como estudiantes de Psicología—Una sonrisa — Se pueden retirar, ¡Nos vemos!

Nayeon suspiró con alegría e inmediatamente saltó de su silla.

Mina la siguió a la salida.

—Minayah...Tengo un regalo para ti.

—¿En serio?—Sonrió—. ¡Dámelo!

—Te lo voy a dar, en cuanto lleguemos al departamento.

La mayor devolvió la sonrisa, se encontraban ya fuera de los edificios de la Universidad. Caminaron hasta un parque, habían acordado que irían después de aquella reunión. Siendo sigilosa miró a todos lados, asegurándose de que no hubiese tanta gente cerca, para luego volver su vista a la Japonesa y plantarle un beso en los labios. Uno que se suponía debía ser rápido, pero se vió alargado por las dos partes.

Nayeon pensó en qué se sentiría poder besar a Mina en público sin necesidad de preocuparse por quiénes las rodeaban.

Y Mina pensó en lo mucho que le encantaban los pocos besos sin lujuria o algún sentimiento de desesperación intermedio.

Eran pocos los que habían compartido, sin embargo, quizás en un futuro aquellos besos que revolvían el estómago de ambas se hiciesen más comunes.