Capítulo 10

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Después de tres días de fiebre intensa, Wei Wuxian finalmente despertó. Aunque su fiebre había disminuido, aún estaba muy débil. Wen Qing, preocupada por su frágil estado, decidió no decirle nada sobre la visita de Lan Wangji ni que ya sabía de su embarazo. Quería protegerlo de cualquier tipo de estrés que pudiera afectarle, especialmente porque, aunque el bebé seguía fuerte, la salud de Wei Wuxian estaba en un estado muy delicado.

Para mantenerlo distraído, lo convencieron de cuidar a A-Yuan, quien escuchaba con fascinación las historias de su vida como discípulo. Sin que Wei Wuxian lo supiera, los Wen habían empezado a preparar a A-Yuan en comportamientos y modales, anticipando el momento en que Lan Wangji pudiera adoptar oficialmente al niño si lograban establecerse en Gusu.

Recostado en su cama, Wei Wuxian narraba sus aventuras mientras A-Yuan lo miraba con ojos brillantes, fascinado.

—Debiste haber visto esa serpiente, A-Yuan. Era enorme. Si alguna vez te cruzas con una, debes intentar parecer más alto. Si te ve pequeño, te atacará —dijo Wei Wuxian, usando sus manos para simular el ataque de la serpiente y atrapando a A-Yuan entre sus brazos.

—¡A-Niang! —gritó A-Yuan entre risas—. ¿Cómo derrotaste a esa serpiente?

Wei Wuxian rió suavemente. 

—Lan Zhan estaba conmigo. Ya lo conoces, es muy alto. Yo mido 1.80, que no está mal, pero Lan Zhan... él es más alto que yo.

A-Yuan lo miró con curiosidad.

—¿Cuánto mide A-Die? —preguntó.

Antes de que Wei Wuxian pudiera responder, una voz profunda resonó desde la entrada de la cueva.

—Mido 1.88 —dijo Lan Wangji, entrando en la cueva con su porte sereno.

A-Yuan, al verlo, saltó emocionado de la cama, y Wei Wuxian lo regañó rápidamente.

—¡A-Yuan, no hagas eso! —exclamó, preocupado.

A-Yuan ignoró la advertencia y corrió hacia Lan Wangji, abrazando sus piernas. Lan Wangji le dedicó una sonrisa suave y le acarició el cabello antes de levantarlo en sus brazos.

—¿A-Yuan se ha portado bien? —preguntó.

—¡Sí! —respondió A-Yuan con entusiasmo, abrazando el cuello de su A-Die.

Lan Wangji se sentó en la cama, con A-Yuan en su regazo, y su mirada pronto se dirigió a Wei Wuxian, quien se veía pálido y nervioso.

—Wei Ying, ¿estás bien? —preguntó, preocupado.

Wei Wuxian desvió la mirada y trató de cubrir su vientre bajo las sábanas, aunque ya estaba en su tercer mes de embarazo, con una ligera protuberancia en su abdomen. A pesar de ser casi imperceptible, Wei Wuxian lo intentaba ocultar.

Lan Wangji, notando esto, colocó su mano sobre la de Wei Wuxian con suavidad.

—Lo sé —dijo con calma—. No tienes que preocuparte, todo está bajo control.

Wei Wuxian, sorprendido, levantó la vista y exclamó:

—¡¿Cómo lo sabes?!

Lan Wangji suspiró y le explicó con paciencia:

—Hace unos días, vine a verte. Estabas muy enfermo, con fiebre alta, y no respondías. Wen Qing me contó lo que estaba ocurriendo. Al enterarme, volví a Gusu para hablar con mi tío y mi hermano sobre ti... y sobre los Wen.

Los ojos de Wei Wuxian comenzaron a llenarse de lágrimas. Sabía lo delicada que era la situación y lo complicado que había sido todo para Lan Wangji. Sin embargo, lo que Lan Wangji dijo a continuación lo sorprendió aún más.

~Salvación~ Mo dao zu shiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora