『Un amor, dos amantes trágicos en medio de un infierno llamado guerra que no pudieron consumar su lazo romántico porque no tuvieron un final feliz, pero una promesa por parte de ambos hizo que sus destinos se entrelazaran en 𝙤𝙩𝙧𝙖 𝙫𝙞𝙙𝙖.
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La lluvia repicaba en las ventanas y en el techo, se escuchaba el viento azotando las hojas de las plantas que habían en el porche, mientras una azabache estaba sumergida en su sueño.
«Ten... La bufanda te mantendrá caliente, ¿es cálida no?.»
«Vamos a casa.»
«¡Deja de sobreprotegerme, no eres mi hermana ni mucho menos mi madre!.»
«¡No la toquen, ella no tiene nada que ver con esto!»
«Te pondré la bufanda cuantas veces sea necesario.»
«Gracias...»
«¿Que soy para ti?.»
«Todo estará bien, confía en mi.»
Múltiples escenas aparecían en el subconsciente de ella, y en su estado de sueño se movia y lágrimas de sus ojos cerrados caían en su almohada, hasta que se despertó de golpe, con el pulso y la respiración agitados llamó a la que sería su compañera de cuarto.
— S-Sasha... — se levantó de su cama para ir a la de la castaña.
— ¿Que?... — la nombrada despertó frotándose los ojos. — Oh, Mik, ¿que haces despierta?, son — pauso la oración para ver el reloj en su mesita de noche. — Son las dos de la madrugada.
La castaña al ver bien el rostro de su amiga por medio de la luz de la luna llena que entraba por la ventana, se dio cuenta de imediato que había tenido otra de sus pesadillas un poco frecuentes, por su rostro asustado y su cara mojada por las lágrimas derramadas recientemente.
— Oh Mikasa... Ven aquí. — se sentó y quito sus sábanas de encima, para estirarle los brazos.
La de rasgos orientales frunció el ceño ligeramente mordiéndose el labio inferior en señal de que iba a llorar nuevamente, fue donde su mejor amiga acurrucandose en sus brazos, siempre esos sueños extraños le daban un sentimiento que no podía explicar y en cierto punto no le agradaba tanto.
— Lo siento Sasha... No quería despertarte... — solto entre sollozos y sorbiendose la nariz.
— Ya, tranquila, esta bien, todo está bien. — dijo acariciendole el cabello.
Mikasa sonrio y solto un gran suspiro, y Sasha le dedico una gran sonrisa.
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