HENKO ☞ ChanBaek

VI

BaekHyun agradecía haber dado aquel paso importante en su vida. Si debía cambiar tenía que ser por él primero, luego su bebé y ChanYeol, al final el mundo.

Al principio fue algo duro, pero ahora estaba consciente de que no estaba solo. De que no debía dejar que todo se pose sobre sus hombros y sufrir en silencio mientras se veía hundirse en la oscuridad más y más. No, nunca más. Había decidido buscar ayuda profesional y tomar las riendas de su vida como debería ser.

Su embarazo, gracias a todo lo divino, había estado yendo por buen camino. El pensar que nueva vida estaba creciendo dentro de él le daba una nueva sensación a su vida, sentía que no podría cambiar nada de esto, ¡ni por todo el oro del mundo lo haría! Esto es algo que estaba disfrutando vivir junto a las personas que más amaba y quería.

Estaba agradecido con la vida por haberle puesto a ChanYeol en su camino, más aún cuando fue el momento del parto. Recordaría como su pareja se había aguantado las ganas de desmayarse hasta que estuvieron en el hospital. Lo último que vio al momento de que se cerraban las puertas de la sala de partos fue a su pareja caer sobre sus rodillas y siendo atrapado por todos sus amigos. No podría recordar el parto ni aunque quisiera, la anestesia había surtido a tiempo por lo que solo recuerda haber cerrado sus ojos y, al momento de abrirlos, ver una de las vistas más hermosas del mundo: ChanYeol teniendo en sus brazos a un hermoso bebé.

Su pequeño se llamaba MoonHyuk, había nacido con una salud envidiable, cabello castaño y las peculiares orejas de su padre. Definitivamente no pedía nada más a la vida.

Actualmente habían transcurrido unos meses, su hijo tenía seis meses y era el ser más hermoso de todo el mundo. A donde iba llamaba la atención y estaba seguro que nadie podría odiarlo, ¡sería un delito completo el hacerlo!

— ¿En qué piensas, amor? — Le pregunta ChanYeol mientras le pasaba un biberón recién preparado para su hijo.

— Pensaba en que la vida ha sido muy generosa conmigo al darme dos personas maravillosas, las cuales amo con todo mi ser.

— Ah, definitivamente te amo más.

Se inclinó y dejo un pequeño beso en los labios del más bajo, tomo al pequeño de sus brazos y se dispuso a alimentarlo. — Deja que me encargue, puedes descansar un rato hasta que nuestro pequeño quiera ir al baño.

— ¡Oye, tramposo!

El alto solo rió mientras seguía en su tarea de alimentar al más pequeño de aquella familia. Todo era tan hermoso, perfecto, definitivamente parecía un sueño. Agradecía no haber cometido aquella locura que lo llevo al hospital y preocupar a todos sus amigos, menos mal no había salido nada mal. Agradecía el poder estar vivo y ver todo lo que estaba viviendo en esos momentos, también por lo que estaban por venir.

Sí, solo imaginen que todo eso hubiera pasado...

O... ¿En realidad si paso?