▪︎PSYCHOPATH▪︎ [Mason Stevens]

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—¡Némesis!—oí un grito con mi nombre y sobresalté de mi cama para una caída al suelo, apoyando mis rodillas dolorosamente en el.

—¿Qué?—dije sosteniendo mi cabeza con una mano, me dolía, los recuerdos recuerdos de ayer tomaron lugar en mi mente.

La fogata... Fleur... Lucas... la sangre...

Él...

—Dios mío... —exclamé, saltando para pararme, se me nubló la vista unos segundos y terminé más mareada de lo que estaba.

—¿Qué pasa?—preguntó Fleur extrañada. Cuando posé la vista sobre ella, estaba con cabello el cabello revuelto como si recién se hubiera despertado.

—¿Y la sangre... yo...?— revisé mi ropa, ya no tenía puesta la de ayer, estaba con mi pijama y la ropa de ayer estaba tirada en el suelo. Estaba totalmente desorientada.

Tal vez lo de ayer solo fue un sueño.

—¿También la viste?— dijo Fleur nerviosa jugando con sus dedos mientras se sentaba en mi cama.

—¿Dónde está la sangre?—comencé a vestirme con la ropa que comúnmente usábamos. 

— Oí un grito muy alto en cuanto te fuiste, le dije a Lucas que iba a ver que pasaba—suspiró —, tal vez te habías caído y....— frunció el ceño, parecía confundida.—tal vez fue un sueño mio, suelo soñar cosas raras.

—Dime, ¿Y...?—deje la palabra al aire para que la completara.—Tal vez no fue solo un sueño, tal vez fue real.

—Yo... estaba... en la puerta cuando asomó un charco de sangre en el suelo del pasillo — pausó lentamente como si estuviera midiendo sus palabras,— un hombre alto, por su forma, tenia un pasamontañas y su mano estaba en tu boca junto a un pañuelo, mientras tu... tratabas de golpearlo, pero el era más fuerte que tú.

—Levantó la vista hacia mi—siguió —, y giró la cabeza como si hubiera sonreído, estaba un poco oscuro así que no pude ver nada más.

Sentí un revoltijo en mi estomago, mezclado con unas inmensas ganas de vomitar. Me sentía un poco mareada.

—¿Nada más? ¿Te hizo algo? Fleur, mírame,— era consciente de que su nombre no me salia a la perfección pero al menos lo intentaba, para que se sintiera cómoda.

Fleur apartó la mirada nerviosa.

—Nada, luego de esos unos brazos me envolvieron—sus ojos se cristalizaron un poco —, una mano sobre mi boca, me cortó la respiración. Amanecí en mi habitación, nada más.

Me senté al lado de ella sobre mi cama.

—Eso es raro.

Ella miró hacia mi mientras acomodaba su cabello rubio en una coleta.