Prólogo

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El tiempo es suficiente para sanar heridas, reconstruir relaciones y darle oportunidad a la vida.


Lan Qiren lo había aceptado. Más o menos.

Aun cuando tenía constantes ataques, vomitaba sangre y tenía -casi- desviaciones de Qi frecuentes.

Pero estaba bien. Lo estaba.

Lan Qiren no odiaba a Wei WuXian, no cuando sabía porque hizo lo que hizo. No cuando él fue solo un niño atrapado entre la sangre, la venganza y sin opciones. Aunque le tomó muchos años entenderlo.

No lo odiaba a pesar de las cosas que hizo en el pasado. Las vidas, el dolor, todo lo que se perdió antes de su muerte, no iba a volver, y Wei WuXian ya pagó por esos pecados con su muerte y su alma fragmentada a la que le tomó trece años recuperarse para intentar descansar.

Le tomó muchos años, mucho tiempo, el perdonar a Wei WuXian por hacer sufrir a su pequeño repollo, el niño que había criado con tanto esfuerzo y de quién se enorgullecía a pesar de que no aprobaba muchas de sus decisiones que lo llevaron a sufrir.

Lan Qiren lo terminó perdonando. El niño (quién era un hombre maduro a estas alturas, solo que lo olvidaba frecuentemente cuando Wei WuXian de empeñaba en querer sacarle canas) hacía feliz a su repollo. Por mucho que Lan Qiren rechazara a Wei WuXian, él lo hacía feliz.

Muchos pensaban que el problema era porque Lan WangJi se enamoró de un hombre. Eso en realidad no importaba para la secta Lan, no es como si hubiera una regla que lo impidiera. El problema es que Lan WangJi se enamoró de Wei WuXian.

El peor de todos. El hijo de Cangsen SanRen.

La mujer que alguna vez tomó todo de él sin saberlo.

Pero ahora estaba bien. Lan Qiren lo toleraba.

Increíblemente, la relación entre ellos había mejorado cuando Qiren vio de primera mano lo buen maestro que resultó ser Wei WuXian.

Los niños lo adoraban y él los adoraba de vuelta. A pesar de ser todo un alborotador la mayoría del tiempo, Wei WuXian era increíblemente responsable, buen maestro y diligente.

Eso le gustó a Lan Qiren.

Incluso llegó a pensar que el tener un poco de ruido en Receso de las nubes no era tan malo después de todo.

Las risas de los niños se sentían correctas. Aún había silencio en los momentos adecuados. Aún estaba las -ahora seis mil- reglas talladas en el muro, pero la secta Lan paso de ser una secta estricta a una más indulgente.

Algunos ancianos rechazaban el cambio, Lan Qiren resultó no ser uno de ellos, para sorpresa de todo el mundo.

Quizá era porque ya estaba demasiado viejo que pensó que estaba bien dejarse llevar un poco.

Aun cuando él mismo tuvo que reprimirse en su juventud por culpa de la mujer de la que estuvo enamorado. Aun cuando vio a su hermano volverse loco de amor y destruirse a sí mismo.

Lan Qiren pensó que tal vez el amor no era tan malo cuando veía a Lan WangJi sonreír. Una sonrisa que no veía desde que su madre murió.

Aun cuando Lan XiChen aún estaba en reclusión y eso hacia doler su corazón. Estaba bien, porque las pequeñas y robadas sonrisas que Lan XiChen daba cuando Lan Qiren se quejaba de los empalagosos que eran Lan WangJi y Wei WuXian eran un consuelo.

Las cosas mejoraron no solo para los Lan, sino para las demás sectas.

La relación entre las sectas mejoró con los líderes actuales. Lan Qiren pensó en todo lo que pudo haberse evitado si tan solo su generación fuera como los niños de ahora.

Años pasaron, los niños se volvieron adultos y Lan Qiren envejecía.

Sus repollos crecieron, se volvieron hombres increíbles y buscaron su felicidad. Lan XiChen había sanado y Lan WangJi volvió a sonreír.

Lan Qiren tenía muchos arrepentimientos aún en medio de la paz. Pero estaba bien.

Wei WuXian cambió para bien. Eso también estaba bien.

Lan Qiren estaba satisfecho. Rezaba para que esa paz y el amor que se respiraba en Receso de las nubes durará para siempre.

Cerró sus ojos, dispuesto a descansar, la mañana siguiente sería un nuevo día. Los nuevos ancianos harían un buen trabajo. Uno que ellos no pudieron hacer. Lan Qiren estaba orgulloso de la nueva generación.

Pero las cosas no salen como uno quiere.

Lan Qiren despertó en Receso de las nubes para hacer su rutina diaria. Todo estaba bien. Estaba en paz.

La paz se vio perturbada por cuatro figuras que entraron corriendo al estudio.

Por un segundo, Lan Qiren pensó que eran los juniors. No reconoció las caras jóvenes y llenas de incertidumbre hasta que Lan WangJi habló con una voz mucho más juvenil de la que debería, mucho más bajo de lo que recordaba y con el rostro lleno de una suavidad que no pertenecía a un hombre de más de cuarenta años.

—Shufu.

Lan Qiren inevitablemente dijo —¡Wei WuXian!— Cuando entendió lo que estaba pasando.

En cambio, el aludido, más joven y sin duda, ligeramente diferente al cuerpo que recordaba, lo miró con una mezcla de emociones llenas de pánico.

—¡Juro que no fue intencional!""

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