Capítulo III

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[...]

– ¿Seguro que vas a dejarme elegir qué ver?

– Ten piedad conmigo, elige algo decente -Soobin sonreía dirigiéndose hasta la otra habitación, dándole la espalda a lo que hiciera su amigo en el sofá; revisando film tras film-.

Apenas dio un paso en la cocina y se activó en él un estado de alerta, comparable al de una presa del reino animal. Buscaba con cierta calma las cápsulas ocultas entre los gabinetes, aquellas cilíndricas pastillas blancas le recordaban a chicles de menta. Le tentaba probar una, pero eso era algo alocado. Los dejó a un lado en su mesada marmolada, sacando 2 vasos diferentes de su mueble; uno llevaba una forma redonda mientras que el otro era alargado y con líneas. Eran excelentes para evitar confusiones; y pues, de tanta torpeza le quedaron un ejemplar de cada juego. Pero antes de continuar asomó su cabeza por el marco de su cocina. Ahí veía a lo lejos la nuca castaña del menor entre la luz de la televisión.

– ¿Qué quisieras tomar? -alzó la voz para lograr ser escuchado, reanudando el trabajo de sacar la cubetera congelada del freezer-

– Eh... ¡sirve algo de Coca-Cola para mi!

– ¡Okey! Coca-Cola será. Y no te asustes, voy a sacar hielo

Era la respuesta que deseaba escuchar. Y mientras daba esa advertencia, pasó por agua los hielos para poder sacarlos más fácil. Y un estruendo se escuchó mientras golpeaba bruscamente el plástico contra el borde y los cubos iban desprendiéndose. Para él eligió el vaso redondo, a Kai le tocaba el vaso alargado. Ahora tocaba la parte curiosa, que vaciando el blíster que traía la caja acomodó los pares de pastillas en una tabla limpia. Sólo requirió de sus puños, y con el gran silencio del pelinegro el sonido a triturado invadió la cocina. Entre sus yemas tomaba un mini puñado de polvo y lo esparció en el recipiente en cuestión. Llevaba toda la serenidad con su meticulosa tarea, pues eran 2 simples vasos de Coca-Cola al final: ambos con exactamente 3 cubitos de hielo, misma cantidad de espumosa bebida. Ah, y uno con agregados de somnífero. ¿Cuánto? ¿Unos gramos de polvo? Que serían como 10 pastillas, si. Ahora un chorro de agua limpiaba cualquier prueba que dejara la tabla, los plásticos restantes: a la basura. Esto quedaba sólo entre y las cuatro paredes de azulejos con sus pares de años.
Cargando con ambos vasos, volvió hasta el sofá y le entregó en las manos el vaso que le correspondía a su amigo. Amigo concentrado en elegir entre sus dos opciones preferidas. Él en el mientras se acomodó con su vaso y tomaba un bowl con lo que sea, comenzando a comer de a poco. Ya algo cansado de la espera tomo control en la televisión de nuevo y miró a su amigo en un serio debate mental y crítico.

– ¿Ya tenemos qué ver?

– Estoy entre dos: película de acción o película de terror

– Entonces miramos... esta -por sorteo hubo que desempatar, dejando ganar la película de acción-. Esta ha ganado, ¿te va?

– Si, si, ya dale Play -decía dando otro trago de su vaso-. A este paso ya miraremos la película a las 2 de la mañana

Soobin conocía muchas cosas de Kai, una de ellas es que no bebe de manera pausada. Ya se había bajado medio vaso de refresco y no pasaban ni la intro. Todo iba encajando cómo si de piezas se tratase, no hablaba de un rompecabezas porque no llegaba a ese nivel. No por el momento. Se redujo a actuar con mucha tranquilidad, extendiendo su mano hasta el tazón con palomitas y llevándose puñados de estos a la boca. Al masticar podía deleitarse con lo crujientes que eran, su amigo si sabía elegir bien los snacks de películas.

[...]

Y qué decir de Huening Kai. Habiendo pasado un buen rato de película, estaba relajado, cómodo con su cabeza recostada en el hombro de Soobin mientras veía las luces salir de la pantalla. Y cuando hablaba de ver luces, es porque se encontraba somnoliento, por alguna razón estaba sintiendo sueño, y bastante. Esto hacía que su vista sea nublada e incapaz de enfocar las escenas, que pasaban cómo colores combinadas con sonidos inaudibles. No importaba que tanta voluntad diera para mantenerse despierto, luchaba en silencio por mantener sus ojos abiertos y no había forma. Su hyung ya había notado cómo el castaño trataba de acurrucarse disimuladamente en él; quizás estaba incómodo. Fue lo que pensó y ni siquiera despegaba su visión de la película, no hasta pasados un par de minutos. Ya no importaba la película, resultó por ser bastante mediocre, lo suficiente cómo para apagar el televisor justo en ese instante. Pero el pelinegro expresaba una gran satisfacción, lo hacía con una sonrisita de hecho. Sus ojos buscaron al rostro del menor, que si, este descansaba plácidamente contra su cuerpo. ¿Y qué procede? Pues para Soobin, el dejarse gozar un poco ese contacto físico; al igual que en las piyamadas, Huening Kai dormía de forma adorable. Parecía como un niño exhausto después de jugar. Lentamente movía su cabeza para apoyarla en la de NingNing, Soobin no se atrevía a nada más en caso de que lo despertara. Lo cual en tanta mala suerte sería lo peor que pasaría.

- Va a ser un día largo, será mejor tener un descanso profundo -las palabras parecían dirigirse a Kai, pero además de él y su amigo quien dormía, era imposible que alguien más escuchara ese irónico susurro.

También necesitaría de un llamado, tan solo uno porque el resto estaba acordado. Seguía lamentando no tener una licencia o auto propio, pero por comodidad acudiría a alguien más. Había "refacciones" y/o "arreglos" que darle a su casa de toda la vida, allí apartada del resto civilizado y modernizado que era Ansan.

 »✎ ° 𝙑𝙪𝙚𝙡𝙤 𝙖 𝙃𝙖𝙬𝙖𝙞𝙞 ✦ - 𝗦𝗼𝗼𝗸𝗮𝗶 ↲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora