Capítulo 25: Extremo deseo.

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Después de la abrupta interrupción de Shelock, John y tú no tuvieron oportunidad de continuar su conversación al respecto de lo sucedido- lo cual en parte agradecías, ya que no era algo memorable- te sentaste en la esquina del sofá de la sala, con una taza de café que te habías servido para aliviar la tensión de aquella atareada mañana.

John y Sherlock se habían orillado a la puerta. El primero, ya se había cambiado de ropa en cuanto el detective le anunció que había un caso realmente interesante que precedía, tal vez, a una pista sobre Moriarty, mientras tú aún seguías en pijama y escuchabas la conversación entre líneas, pretendiendo desviar tu mirada a otro lado.

—Un par de edificios contienen unas marcas peculiares de sulfuro. Lestrade lo está investigando por mi— explicaba Sherlock con ese tono tajante.

—Imagino que las marcas tienen algo peculiar.— Afirmó John, sabiendo que su amigo siempre se sumergía más allá de una pista sencilla.

—Obviamente. Todas en el mismo lugar...mismos compuestos quimicos según los análisis.

—¿Crees que lleve a él?... Entiendo.

—Estoy un 98% seguro... pronto necesito que hagas esto...

Y asi, continuaron hablando de cosas que realmente solo lograbas conectar con suposiciones. No parecías molestarlos, ya que seguramente Shelock sabía que estabas atenta y John hablaba con ese tono firme sin la intención de esconder nada. Sin embargo, preferiste levantarte, lavar aquella taza e ir a cambiarte la pijama al baño de la habitación de John.

Una vez que saliste fresca con una blusa azul y jeans de tiro alto del mismo tono, notaste que Shelock ya iba saliendo por la puerta del departamento, sin siquiera interesarse por qué tú seguías ahí o por explicarte la situación, evidentemente.

John estaba ahí de pie, pensativo, con una hoja de papel a la mano y aún mirando a la puerta.

—¿Que sucede? ¿Está todo bien?— Preguntaste al notar la confusión de John, que ni siquiera te había oído regresar a la estancia.

—¿Eh? ¡Ah, (Nombre)! — volvió en si en cuanto se percató de tu presencia— Perdón, creo que estuvimos hablando durante mucho tiempo. Ven, siéntate— indicó con su mano mientras te guiaba a la mesa de la cocina— tengo noticias sobre lo ocurrido...digo, si es que quieres hablar de ello.

—¿Tan pronto?—Preguntaste sin poder evitar que se te escapara una sonrisa al escuchar eso.— Claro que quiero. Bueno, no me sorprende, tratándose de Shelock...— te acomodaste en una de las sillas, intentando encontrar espacio para tus brazos sobre la mesa, llena de ese usual desorden de objetos varios.—Pero...¿Por qué parecías tan pensativo?

—Ahh, eso...— Asintió John mientras ponía una sartén al fuego— Pues...la buena noticia es que tenemos pistas sobre Moriarty que limitarán su actividad cerca de nuestra zona; la cuestión es que Shelock necesita que busque algo que no creo que necesite y que es imposible conseguir.— suspiró, mientras buscaba ahora algo en la nevera— Y me pidió un par de cosas... Me pidió hacer ese tipo de tareas que no tienen sentido hasta que llega su “gran revelación”. Sinceramente detesto cuando lo hace, pero no espero que me explique al respecto; cuando lo hace es incluso preocupante

—Y...¿Esas tareas tienen que ver con que dejes el sartén a fuego alto?— Señalaste. Notando que, mientras te explicaba, John había dejado la mantequilla derritiéndose demasiado tiempo.

—¡Oh! ¡Carajo!— Exclamó él, cerrando con prisa la nevera y volviendo a la estufa a toda prisa, mientras, inútilmente, intentaba ahuyentar el humo de la mantequilla tostandose.

No pudiste evitar reírte en voz baja. Intentando disimular, tapando tu boca con la orilla de la mano.
—Supongo que no— bromeaste. Se veía tan adorable mientas intentaba abaniquear el humo fuera de la cocina con una especie de manopla que había tenido a la mano.

—Creo que la Sra. Hudson notará el olor. Ya puedo imaginarme como me dirá que no se cocinar— Dijo John, viéndote directamente, contagiandose de tu sonrisa— Hey... ¿Ahora te burlas?

—No, para nada— mentiste con una amplia sonrisa— Solo te ves muy tierno cuando estás distraído.—te encogiste de hombros mientras colocabas tus manos sobre tu regazo.
John no dijo nada, simplemente suspiró simpáticamente. Le gustaba escucharte hablar sobre el en ese tono, no cabía duda.

—Okey, ¿Qué te parece si mejor te ayudo y conversamos con calma después sobre lo de Moriarty?—dijiste entonces, impulsandote con las manos sobre la mesa para ponerte de pie.

—¿Que? No, no, no. La idea era hacerte el desayuno a ti. Eres la invitada—te reprendió John con ese tono tierno, aproximándose a ti para tomarte de los hombros.

Lo miraste deladeando la cabeza. Su tacto y su rostro tan cercano te hicieron tener la imagen en tu mente de besarlo. Sin embargo, te limitaste a sonreír.

—Oye, si no te ayudo vas a terminar haciendo un desastre en la cocina.—dijiste, desviando tu mirada hacia sus labios, acercándote más aún.— Además, creo que se perfectamente preparar un omelette.
Tuviste que mirarlo en picada ya que su rostro te quedaba poco más arriba de tu línea de horizonte.
Colocaste una mano en su pecho y el te rodeó con su brazo, tomandote por la cintura.
—No es justo. Si me hablas así... No creo poder decir que no a nada de lo que me pidas, (Nombre)— te dijo, mirándote ávidamente mientras hacía que te balancearas en un abrazo con él.
Su voz era tenue, casi susurrante, pero llena de emoción al sentir tu cuerpo tan cercano al suyo.

Quien sabe cuánto tiempo se quedaron ahí. A lmenos John ya había apagado la sartén, pero era en lo último que pensabas.
Sentiste en tu cuerpo un impulso nervioso, en cuanto John dejo la manopla del lado y acarició tu mandíbula tiernamente, pasando su dedo pulgar sobre tus labios.

—Entonces...¿Que quieres, que te pueda ofrecer este sujeto, querida?— susurró, acercándose lo poco que le faltaba hacía tu oído. Esta vez su tono era provocativo, firme. 

Un suspiro escapó de tu garganta. El roce de la mano de John en tu rostro y el de la otra en tu cintura no te dejaba pensar claramente.
¿Deberías seguir la conversación?¿Por qué ahora mismo estabas sintiendo todas esas emociones? Seguramente había Sido por lo de esa mañana pero.
¿Deberías dejar que esto llegara más lejos?
Lo miraste nuevamente. Cómo buscando que dijera algo más o que al menos te diera una señal más clara a través de esos tiernos ojos verde grisáceos. Pero el doctor simplemente se quedó ahí, esperando, obedientemente.

¿Quería tu aprobación?¿Realmente quería algo en ese momento?
No supiste que responder, pero obviamente no querías dejarlo. El deseo que tenías por él...ya no era solo de su grata compañía o de un profundo abrazo.
No...en ese instante, esa mañana, tenías un fuerte deseo por estar con él.

—¿Estás seguro, que puedo pedirte lo que sea?— susurraste, esperando que no comenzarás a hiperventilar de la excitación, mientras acariciabas su pecho, intentando bajar tu mano lentamente hasta su esternón.

—L-lo que quieras— Asintió John, dejando que sin querer su voz temblara, expresando emoción.

—Pero...¿Qué hay de Shelock y de lo que te pidió que hicieras?— Preguntaste entonces, con un tono más bien sarcástico— No podemos hacerlo esperar.

—Al diablo con él.— maldijo John, no por enojo, sino más bien por inercia como intentando no recordar a su amigo en ese momento—Al diablo con él por ahor-

Entonces no te contuviste más. Interrumpiendo su oración, apretaste tus labios contra los suyos, rodeando su cuello con tus brazos mientras te parabas de puntillas en el suelo.

John, sin rechistar y sintiéndose completamente absorto por tus labios, deslizó sus fuertes manos hacia tus muslos, acercándote hacía si, con la intención de casi levantarte del suelo...

Ya no había marcha atrás...

Caso sin resolver (John Watson x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora