Capítulo 3: Consecuencias

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—¡John, creo que me rompí algo!— No podías parar de llorar. Si el dolor era tan intenso seguramente te habías fracturado.

—Tranquila, tranquila—dijo John, limpiando dulcemente tus lágrimas con sus dedos—Escucha, debo ver si tienes algo. Tendré que revisar ese pie. Probablemente si te duele ahora es porque es un esguince, las fracturas no duelen en el momento, pero tenemos que recostarte.

Asentiste, intentando prestar atención a sus indicaciones con gran dificultad. No podías ni formular palabras claramente.

—Bueno, no puedes levantarte, ¿O sí?

Negaste con la cabeza.
—Ya veo...—Dijo. Su mirada ahora se veía como la de todo un profesional.— Entonces voy a cargarte ¿Me permites?

Tu volviste a asentir. Intentando dejar de llorar. Sintiéndote débil por ello.

Entonces John se inclinó hacia ti y puso una de sus manos detrás de tu cadera y la otra debajo de tus piernas, evitando que tú pie herido se doblara.
Te levanto con mucha facilidad, lo cual te dejo sorprendida. Ahora habías caído en la cuenta de por qué era realmente un soldado.
Pusiste tus manos alrededor de su cuello para poder sostenerte mejor. No sabías si era lo más adecuado, pero en ese momento tampoco lo pensaste mucho.

Entonces entró la Sra. Hudson por la puerta principal. Parecía muy sonriente. Llevaba puesta una gran bufanda y un saco color guinda.
En cuanto los vió, se quedó petrificada.

—¡Chicos! Pero ¿qué están haciendo?—Dijo con una sonrisa sarcástica.
Pero en cuanto se dió cuenta de las lágrimas en tus ojos se le borro la sonrisa de los labios.

—Sra. Hudson—le dijo el doctor antes de que pudiera mencionar otra cosa—(Nombre) se cayó de las escaleras. Por favor, abra la puerta de su departamento.

—¡Ohh, mi Dios!—exclamó ella, alzando sus manos en verdadera consternación— ¡No se queden ahí ahora, vamos, vamos, vamos!
La Sra. Husdson se apresuró tan rápido como pudo hacía la puerta de tu apartamento, haciendo resonar sus tacones a cada paso.
John la siguió detrás, sin dejar de tener cuidado con tu cuerpo.
Un vez abierto el departamento la Sra. Hudson se ofreció a hacer algo más. Tenía una cara como de espanto.

—Dígale a Sherlock que no voy a volver en un rato— le indicó John—¡Ahh! y de paso, si la escucha, dígale que lo que pasó fue su responsabilidad.

La Sra. Hudson asintió y se dirigió a toda prisa escaleras arriba.
John atravesó tu sala hasta tu habitación, cerrando la puerta detrás y pasando cerca de tu estudio.
Hechó un vistazo de reojo, muy discreto pero que pudiste notar.
Para ese punto la adrenalina había disminuido el dolor, y el llanto había cesado. Ahora solo sentías como la hinchazón de tu pie crecía y tú respiración que seguía acelerada.

Tus manos estaban muy cerca del pecho de John, y podías detectar su colonia penetrando tu nariz. Era un aroma muy agradable, como una combinación de lima y menta.
Sentías como su respiración rozaba tus cabellos y su aliento fresco cerca de tu rostro.
No pudiste evitar sonrojarte levemente.
Sin embargo, John parecía muy concentrado en lo que hacía, nada avergonzado.
Tenía un aire de determinación muy varonil y profesional.

Cuando llegaron al borde de la cama, el doctor se dispuso a recostarte con mucho cuidado.
Por un segundo pudiste ver su rostro muy cercano al tuyo y sentiste su mano rozar levemente tu cintura.
Tenía un tacto muy delicado para haber sido un militar.

Un vez recostada, John te miro fijamente y el te sonrió. Quizás intentando tranquilizar los nervios, resultado del susto que habías pasado.

Por un instante sus ojos se pasearon por todo tu cuerpo. No supiste si fue por asegurarse que estuvieras bien o...por algo más.
Pero tus dudas se disiparon en cuanto te dijo:
—Tienes varios moretones en los brazos también.

Caso sin resolver (John Watson x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora