5. El Victoriano

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Tras desenvainar el cuchillo y ponerse en guardia, Flint se rajó el antebrazo izquierdo sacando a relucir su característica estaca carmesí. Miré a Katie y vi que estaba en shock, se había quedado atónita al ver a mi compañero usar su poder.

—Tranquila, te acostumbrarás— comenté con un tono comprensivo y algo cómico al mismo tiempo —. Yo también me quedé así la primera vez que lo vi.

Tras desenvainar su arma, Flint comenzó a sudar bastante, pero rápidamente el sudor se solidificó creando una armadura transparente alrededor de su cuerpo, la cual lo protege frente a diversos ataques que podrían resultar mortales si luchase a pecho descubierto.

—¡V, protege a Katie!— exclamó sin apartar la mirada de su oponente —. Yo me encargó del resto.

—Aparte de eso, ten cuidado, a juzgar por la trayectoria de las dagas su objetivo principal eres tú, y no creo que vaya a dejarte escapar fácilmente— afirmó Flint mientras se preparaba para pelear.

Inmediatamente después de pronunciar estás palabras, tiró su mochila al suelo y salió disparado como un rayo contra su oponente. El vagabundo se movía a una velocidad sobrehumana, así que en un abrir y cerrar de ojos se plantó enfrente del misterioso hombre con la intención de empalarlo con su estaca. Nuestro atacante, sorprendentemente, esquivó el ataque frontal de Flint moviéndose hacía su derecha al mismo tiempo que sacaba un gran hacha de doble filo, con el mango muy largo. Tras esto, se desencadenó una frenética batalla entre mi compañero y el misterioso hombre que nos había atacado.

Mientras tanto, yo y Katie nos acercamos al árbol donde estaban clavadas las dagas y las cogimos para poder defendernos. 

—Katie, cuida de las mochilas, voy a acercarme para ver mejor al hombre— le dije mientras dejaba mi mochila en el suelo y me alejaba de ella sigilosamente.

—Espera, es demasiado peligroso...— alcanzó a decir Katie, pero yo ya me había alejado demasiado como para oírla.

Fui ocultándome por detrás de los árboles, para evitar ser visto, hasta que llegué a un arbusto desde el cual se podía ver bien la batalla. Me tumbé en el suelo, para que el arbusto me tapase entero, y me puse a observar.

El hombre contra el que estaba luchando Flint, no tenía una apariencia común y corriente, iba vestido como en la época victoriana del siglo XIX. Llevaba puestas; unas botas altas de cuero de color marrón oscuro, unos pantalones de traje de color gris, que llevaba dentro de las botas, una camisa blanca, la cual estaba cubierta por un chaleco marrón oscuro que tenía hebillas en vez de botones, pues se cerraba como un cinturón. Además, vestía una gabardina gris que le llegaba hasta los gemelos y un sombrero de tres picos gris oscuro. Aparte de esto, llevaba un pañuelo o braga de cuello negra que le cubría la mitad de la cara, dejando solo sus ojos al descubierto. También, me fijé en el arma que portaba, no era un hacha normal y corriente como él que se puede encontrar en cualquier tienda de caza. Era un hacha de dos manos con un mango metálico muy largo y de color negro, en la parte superior, el hacha destacaba por ser de doble filo y por tener unos dibujos de dos cobras doradas que salían desde el mango y apuntaban hacia cada filo del arma.

La batalla entre Flint y el hombre continuaba sin descanso. Ninguno había sido herido hasta el momento y cada ataque que se lanzaban era esquivado o bloqueado por el rival. Nadie daba un paso adelante ni atrás, hasta que ocurrió... Tras esquivar una combinación de golpes de Flint, el individuo que nos había atacado procedió a contraatacar con su hacha. Mi compañero estaba demasiado cerca como para esquivar el golpe y decidió bloquearlo con la estaca; pero en ese momento, el mango del hacha se plegó como un catalejo, reduciendo su longitud a la mitad. Al ser más corto, el hacha evitó el bloqueo de Flint pasando por debajo de su brazo izquierdo y golpeándolo directamente en el costado. 

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2021 ⏰

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