—Yo también quiero verlas —anunció Aidan, que en todo el rato sólo había estado pendiente de la plática entre Hannah y yo.
—Emm… sí, denme un segundo, ya vengo —me escabullí hasta mi habitación y cerré la puerta tras de mí, sin esperar alguna palabra de alguno de ellos.
Me senté sobre la cama con las piernas cruzadas y tomé el sobre amarillo entre mis manos; saqué de él las fotografías y lo primero en lo que mis ojos se enfocaron fue en el bello rostro que adornaba aquel papel impreso.
Aidan era tan hermoso, a su manera. Su despampanante sonrisa, deslumbraba perfecta.Revisé todas las fotografías, una y otra vez.
—Maldición —farfullé.
De las trece fotos que tenía en la mano, sólo tres eran antiestéticas.
Tres eran las que no tenían el rostro perfecto de Aidan adornando la imagen. El problema era que Hannah había notado el grosor del sobre y llevarle sólo tres fotos resultaba ilógico cuando juntas no hacían ni medio centímetro.
Suspiré y tomé las otras diez fotografías para guardarlas en el cajón de mi escritorio, debajo de todo el montón de papeles que ya tenía allí. Salí de mi habitación con el trío de fotos en la mano, esperando no encontrar alguna otra escena que me hiciera sentir incómoda y deseosa de cubrirme los ojos.
Hannah y Aidan hablaban tomados de la mano, él jugaba con sus dedos. Traté de ignorar la irritante punzadita junto a los latidos aplomados de mi corazón.
—Aquí están —las coloqué sobre el pretil de la cocina, en donde ambos estaban.
—¿Sólo tres? —rezongó Hannah.
—Te dije que no eran muy buenas —me encogí de hombros—. Las otras están horribles —mentí, porque a decir verdad, eran las más hermosas—. Además no tomé muchas.
Allí, Aidan pudo haberme desmentido, él sabía cuántas veces había disparado el lente de mi cámara capturando las escenas; pero no dijo nada, sólo observó tranquilo cada una de las fotos sobre el azulejo del pretil.
Decidí cambiar de tema, antes de que alguna objeción por parte de Hannah insistiera.—¿Sabías que la señora Montórfano tiene un sobrino? —pregunté a mi amiga, mientras que iba al refrigerador por un vaso de leche.
—Sí, Cameron. ¿Por qué? —inquirió, y me sentí satisfecha de haber logrado el cambio de ruta en la conversación.
—Hoy lo conocí —dije, sirviéndome la leche en el vaso que había tomado de la alacena.
—¿En serio?
—Sí, me lo topé esta mañana; es lindo —tomé de mi vaso y pude captar que la mirada de Aidan se apartó de las fotografías y se posó curiosa en nosotras, en mí.
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▸ 𝐄𝐥 𝐌𝐚𝐧𝐮𝐚𝐥 𝐃𝐞 𝐋𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 •𝖠𝗂𝖽𝖺𝗇 𝖦𝖺𝗅𝗅𝖺𝗀𝗁𝖾𝗋
Fanfic〔 𝗘𝗹 𝗺𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 〕↴ ❝Bueno... ¿Alguna vez has deseado algo prohibido?... Es como si esa cosa estuviera en la lista de "No toques, No codicies"... pero cada momento te incita más a tenerlo❞ ↳ Esta historia es adaptada...