«En verdad es linda»no podía apartar la vista de la chica delante en cuestión.
Su aspecto daba mucho que decir ahora que está completamente arreglada, sin duda parecía otra persona distinta.
Un bello kimono color rojo que envolvía su cuerpo, un elaborado peinado que deja escapar hebras castañas de su rostro enmarcandolo y un impecable maquillaje alzaba su persona a un nivel distinto. Es el centro de atención de las personas caminando en la calle que son incapaces de no dar un vistazo a la joven en cuestión.
«Con que esto es una Maiko»sopeso desvíando la vista al resto de personas embalsamados con lo que ocurre.
Poseo un poco de conocimiento de su trabajo y modo de vivir. Por lo que comprendía el como pudo llegar a ser acosada de esa manera por un hombre, es uno de los riegos de ese trabajo.
«Al menos me asegure de darle una lección que no olvidara»tenso la mano inconsciente.
El faltar el respeto a una mujer, aprovecharse de alguien que es más débil, no es aceptable.
Por lo pronto me relajaba ver qué la joven se encontraba bien.
—Etto... Creo que me retirare —hablo iniciando a girar.
Intuyo el movimiento de la joven a mi posición, tan delicado y lleno de gracia.
¿Cómo es que algo tan simple puede dejarte sin palabras?
—No se vaya aún —su mano se aferra a mi manga—. Por favor deje que le agradezca apropiadamente lo que hizo por mi —suplica mostrando sus grandes orbes a mi dirección.
Ver su rostro tan de cerca podría dejar sin aliento a cualquier hombre.
Centro mi peso—Esto... —se afianza con fuerza a la tela.
Pocos centímetros de diferencia existían entre la joven castaña y yo.
«¿Que debo hacer?»la angustia recorre mi garganta tragando mi voz.
Accedí en acompañar a la joven a su lugar de trabajo, acepte esperarla fuera un par de minutos a que volviera y ahora, se afianzaba determinada al haori para no dejarme ir luciendo totalmente hermosa.
No, en definitiva no se mostraba como una buena imagen. La experiencia me lo dictaba claramente, no seria bueno para ella ni para mí que ahora soy un miembro del Shisengumi.
—Por favor, sería un honor si usted...
—Señorita, por favor —tomo sus manos—. No hay necesidad en agradecer o pedir algo a cambio —las separo marcando distancia afianzando una sonrisa—. No es necesario que se comporte de esa manera —hablo en tono convincente—. Solo hice mi deber —vuelvo los brazos a mis costados.
«Espero no insista»de lo contrario derrumbaría mi fachada de firmeza.
—Eh... P-Pe...
—No se preocupe —interrumpo apartando la vista del ligero temblor en sus dedos—. Nadie más la intimidara, ni ha usted, ni a nadie fuera o dentro de este lugar. Se lo aseguro —inclino la cabeza—. Con su permiso —despido girando sobre los talones e irme de allí.
—¡Esto...! —da un par de pasos.
Roto enfrentando la joven Maiko adelante. No hay forma en describir el estado en que se encuentra, más es posible identificar tranquilidad.
Haría lo posible por cumplir mi palabra sin duda.
—¡Su nombre! —dos pasos—. ¿Cual es su nombre? —sostiene las manos a la altura de su pecho.