—Veo que te levantaste muy animado hoy, Hinata.
Exhaló lentamente viendo el sudor cayendo en el suelo.
—Buenos días, Sano-san —saludo automáticamente sin perder la concentración.
Aferró el mango del arma, piso el suelo y visualizo a mi atacante adelante para avanzar dando un par de estocadas.
—Temo decirte que lo sucedido aquella noche no es algo de lo cual este yo familiarizado...
Doy un giro atestando un golpe contra dónde debe estar la cabeza de mi oponente.
—Pocos son realmente las personas que saben lo ocurrido y entre una de ellas es Kazama... Solo él podría decirte la verdad...
Retrocedo empleando uso de mi fuerza para realizar una finta.
—Pero tengo que advertirte que la próxima vez que nos encontremos, puede que no sea en buenos términos, ten en cuenta mis palabras...
Una mano toca mi hombro, al siguiente segundo arrojo el cuerpo adelante contra el suelo y lanzo un golpe con mi arma a mi atacante.
—Hinata...
Detengo el movimiento a escasos centímetros del rostro ajeno mientras desplazo la vista al arma que está rozando mi muñeca.
Tardo segundo en procesar lo que ocurre.
—Saitou-san —murmuro apartando la espada de madera de mi capitán.
Retirando su arma igualmente se limita a colocarse en pie en completo silencio.
De no haberme hecho reaccionar el capitán, esto pudo haberse vuelto un desastre.
Aferró el mango—Etto... Saitou-san, lo siento —inclino la cabeza a su dirección.
Solo esperaba que no estuviera molesto conmigo, aunque tampoco podría culparlo.
Mi falta de control con la espada era evidente, hecho que intentaba corregir incansablemente.
—Puedo ver qué Sano tiene razón, llevas mucho tiempo entrenando —limita a decir.
No luce molesto ni enfadado.
—La concentración que poseias es admirable, pero también delata tu falta de control sobre ti.
Sus orbes me miran fijamente.
Tantas cosas habían pasado inundando mis pensamientos, y todo en la conocida "Rebelión de la puerta prohibida"
Avanza—El entrenamiento es fundamental como la alimentación. No será bueno que te desmayes en el recorrido —informa saliendo del lugar.
Deslizando la puerta, aferró las prendas en mis manos para calzar mis sandalias.
«Debo apresurarme»avanzo rápidamente sobre la estancia camino a la salida.
De lo contrario no podría tener tiempo para comer después.
—Oe, ¡Hinata!
Freno los pasos volteando al origen de la voz, es Heisuke y a su lado se encuentra Okita que permanece sereno.
Desde lo sucedido, se ha vuelto más serio al respecto conmigo al punto de rara vez dirigirme la palabra, lo cual no sabría describir si es bueno.
—¿Dónde vas Hinata? —apresura interrogar andando hasta mi.
—Voy al sentō.
Dibuja una sonrisa—Que coincidencia, nosostros nos dirigimos para allá —anuncia alegremente.