00: contexto/prologue

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Como todos los lunes y los miércoles, caminaste por los fríos y desalmados pasillos del hospital haciendo el camino que acostumbrabas

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Como todos los lunes y los miércoles, caminaste por los fríos y desalmados pasillos del hospital haciendo el camino que acostumbrabas. Dos plantas arriba, un pasillo a la derecha, dos a la izquierda. Habías llegado por fin al cuarto número ciento noventa y ocho.

-Buen día- pronunciaste, dejando una gran caja de pizza en uno de los escritorios-. Traje pizza, como te gusta.

-¡Wohoo! ¡Por fin se termina la putísima dieta!

Sonreíste al ver a tu hermano levantar sus brazos en forma de festejo. Él había progresado mucho, sólo con verlo se podía apreciar.

-¿Qué acaso no te limpian la habitación?

-Uhm... pues...

-Te quedaste viendo ese maldito drama coreano, ¿No es así?- él asintió con lentitud, avergonzado. Carcajeaste con fuerza-. ¡Qué asco! ¡Actúan peor que nuestro padre cumpliendo su rol! Y tú llorando por cosas así...

-¡Ey! ¡Son entretenidas!- refunfuñó, a lo que negaste con la cabeza.

 Tu hermano y único lazo de sangre con vida lo era todo para ti. Su compañía era la única que te reconfortaba luego de lo sucedido, aunque él la había sufrido más que nadie: había perdido una pierna y un brazo y para sumar, tenía que ser fuerte por ambos ya que de otra forma tú te desmoronabas con sólo un soplido. Para ti, lamentable, aunque intentabas siempre dar lo mejor de ti misma.

-Ya, idiota. Almorcemos o moriré de hambre.

-¡Yupi!- ni bien te sentaste a su lado devoró una porción de pizza al instante. Hanzo había estado hospitalizado por unos largos meses y más que obvio, lo estaría por algunos más.

Ambos habían tenido que acostumbrarse a vivir entre los escombros de un mundo adulto desde pequeños. Como líderes de una de las pandillas más reconocidas en los suburbios de Tokio, tú siempre habías representado la fuerza física y bruta mientras que él la fortaleza mental. Era obvio que al ser traicionados por una fracción de sus hombres quienes secuestraron a Hanzo y casi lo asesinaron sin más, tú quedaste muy afectada.

Siempre te culpabas a ti misma por no haber sido lo suficientemente fuerte, tanto mental como físicamente. Si tan sólo te hubieras dado cuenta antes de lo que iba a suceder...

-¿Sigues pensando en eso?- Hanzo te extendió una porción de pizza con su única mano, la izquierda-. Ya pasó. No volveremos a las pandillas nunca jamás, te lo prometí, ¿No es así?

-Ya lo sé- con duda, tomaste la aceitosa pizza ensuciándote un poco la mano con grasitud-. Sólo... siento no haber llegado a protegerte.

Dependence [Manjiro Sano]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora