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♡ ⁺ 7 › YOONKOOK

"sofá desgastado"

Navidad

Yoongi conoce desde muy temprana edad lo que significa el no sentir pertenecer al lugar en el que está, simplemente ser porque debe serlo, estar porque es lo correcto, y aparentar porque es lo mejor para todos.

Al principio piensa que se trata sólo de momentos o etapas que con el tiempo se quedarían atrás, pero con el paso de los años, las personas de a su alrededor y él tienen menos cosas en común. No dedica mucho de su espacio mental a tratar de entender porqué ocurre así. Él cree que algo pasará, los demás no. Él tiene miedo, a los demás eso no les importa. Él quiere crecer y hacer algo importante, hacer algo bueno en la vida, y para los demás, algo que no entre en su rutina mecánica es degradado.

Se siente atrapado en una celda demasiado estrecha, que lo suprime y le limita la capacidad de respirar. Se encuentra intoxicado por un veneno silencioso y mortífero, que poco a poco va recorriendo su cuerpo entero. Se siente cansado, cuando sólo ha subido uno de los escalones de la gran escalinata que lo espera.

Por eso, es que Yoongi decide tomar un poco de control en las riendas de su vida, piensa que lo mejor es salir a buscar lo que necesita, algo que no conoce aún pero que sin embargo ansía.

Quiere vivir sin sentirse triste, y tal vez decir que busca la felicidad es una afirmación demasiado ambiciosa de su parte, para alguien tan extrañamente cerrado como él, y tan humilde como digno al mismo tiempo. Quiere asegurarse de que la felicidad sí alcanza para todos, sólo debe encontrar la forma en la que está destinada para él.

Simplemente quiere hablar sin que alguien lo interrumpa, pero también quiere escuchar plenamente a alguien que esté dispuesto a compartir sus pensamientos, quiere reír sin razón alguna, también sonreír por cosas sin importancia aparente y vivir por una razón que lo motive a seguir haciéndolo. No es demasiado, es lo justo.

Y cuando llega al edificio en el que rentó un pequeño cuarto para vivir, se topa con que las personas suelen ser iguales en todos lados, ¿o era él acaso el problema? ¿por qué era que nadie podía ver más allá de la hora que tiene en su celular? Esa tarde que había llegado a su nueva casa, era navidad, y nadie de los que serían sus vecinos se había detenido ni un paso a desearle felices fiestas. No era que las tuviese de cualquier forma, pero pensó que era cortés y lo hizo, pero la gente tenía mucha prisa esa noche.

Había tenido una discusión en casa por su inesperada marcha, algo que terminó con su orgullosa madre diciéndole que hiciera lo que quisiera, que no le importaba si iba a vender música en las esquinas y a pedir limosnas para jugar a ser grande; estaba triste, pero ese no era problema de los demás.

Cuando llegó a su piso, arrastrando una maleta con su escasa ropa, y cargando una​ mochila en su espalda, notó que el peso de una amargura es más difícil de llevar que su equipaje. Pesan los hombros y las pestañas, sólo deseas poder recostarte un momento y esperar que un nuevo día llegue.

Y esa noche fue que conoció a Jeongguk. ¿De verdad sí había alguien que no estaba cegado por las tensiones que nos imponemos como una tortura necesaria?

Jeongguk se dirigía hacia una puerta más adelante de la suya por el mismo pasillo, cargando torpemente una gran caja envuelta en papel navideño, y además una bolsa negra con objetos desconocidos para Yoongi.

Él no necesitó de mucho para acercarse y ofrecerle​ su ayuda al chico, incluso le causó gracia el hecho de que la caja que intentaba llevar, era casi de su tamaño. Jeongguk había aceptado con una sonrisa tímida, mostrándole​ cómo sus mejillas se levantaban y sus ojos se achicaban amablemente. Yoongi lo ayudó con la gran caja, sin problema, hasta llegar a la puerta del​ departamento del chico pelimorado.