SEIS

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Jamás he creído en lo paranormal, tampoco soy religiosa y algunas veces las personas a mí alrededor se sorprenden pues provengo de una familia con mucha devoción al señor de los cielos

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Jamás he creído en lo paranormal, tampoco soy religiosa y algunas veces las personas a mí alrededor se sorprenden pues provengo de una familia con mucha devoción al señor de los cielos. Sin embargo, debo admitir que, aunque no creo en espíritus ni en el temible y oscuro ángel caído nombrado Lucifer, me atrae de cierta forma las oscuras historias que puedo encontrar navegando en internet.

Por ello, aun sabiendo que es cerca de las 3:00 a.m., me encuentro buscando algún relato paranormal desde el navegador de mi computadora. Estoy sentada en la silla con ruedas del escritorio que se haya apegado a la pared de mi cuarto, dándole la espalda a la cama y paseando la vista por la pantalla de mi portátil encontré una peculiar sala de chats. La temática de aquella sala era sobre lo paranormal, compartir experiencias, historias, anécdotas cortas, e incluso imágenes mórbidas que te hielen la sangre.

Mi curiosidad me llevo a pulsar el enlace directo a la sala, se abrió una pestaña de color amarillo con un bloc de notas, Sonreí con el ingenioso mensaje.

NO SIENTAS MIEDO, ELLOS PODRÍAN OLERLO.

En mi pantalla se desplegó la sala de chat. Ahora me encontraba en la sala general, donde todos interactúan y hablaban entre sí, también se podía enviar mensajes por privado, pero sinceramente creí más divertido intercambiar mensajes en la sala general. Algunas personas del chat me mandaban mensajes internos, pero yo prefería ignorarlos y cerrar todas las ventanas de chats privados.

Tenía expectativas muy altas sobre la sala, sin embargo, me decepcioné muy rápido al ver lo aburrido que era. Creí que sería interesante estar con más personas que compartieran el mismo deseo de curiosidad por el terror y lo sobrenatural. Sin embargo, la sala parecía una página de ligue diseñada para conocer personas en vez de una de terror. Eran pocas las personas que compartían relatos o experiencias del más allá y esas pocas historias no merecían la pena ser leídas.

Tapando mi bostezo con una de mis manos creí que era hora de salir de la penosa sala e ir a dormir, y lo hubiera hecho de no ser por un nuevo mensaje que tenía por interno.

El nombre del usuario era raro pues simplemente llevaba tres ceros, me pareció algo inusual pues creí que debías poner por lo menos una letra o un número para ingresar a la sala. No le tome mucha importancia, tampoco quise abrir el mensaje y solo dirigí el puntero del mouse a la equis que se debía presionar para cerrar el chat, pero este no cerraba.

Pulse repetidas veces sobre el icono de salida para cerrar el chat privado, aun así, este no funcionaba, al final me aventure y abrí el mensaje con la curiosidad picándome en todo el cuerpo.

000: ¡Hola!

No estoy interesada en hablar a estas horas con alguien, por ese motivo intenté cerrar nuevamente el chat, pero fueron varios esfuerzos en vano. Otro mensaje iluminó la pantalla de mi computadora y este logro llamar mi atención por completo, incluso me atrevo a decir que al terminar de leer el mensaje mi piel se erizo y un escalofrío subió por mi espalda.

Cuentos para dormir (+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora