Connor Ryder
Anoche lleve a Winter a su casa, se veía bastante feliz después de haber estado en Brighton 2 meses.
Levanté de mi cama adormilado y caminé hacía la cocina a servirme un vaso de agua, en eso sonó la puerta, "¿Quién será? Son las 6 de la mañana." Dije yo entre mí, caminé a la puerta y abrí, ¡Sorpresa! Era Winter con una pequeña caja envuelta en papel regalo.
- ¡FELIZ CUMPLEAÑOS CONNOR! Se que dijiste que nos veríamos a las 7, pero no pude contenerme. -
Rio dulcemente, pasó dentro cerrando la puerta y en eso me empujó hasta el sillón dándome un abrazo fuerte, quedando encima mío.
-no me sorprende, no sabes esperar. -
la miré detalladamente con una pizca de rareza, pues ahora portaba un saco negro, uno que le regalé cuando cumplió 18, y su cabello estaba amarrado con una coleta baja y un moño rojo, ese moño que tanto la hace resaltar.
Ella bajó de mí y exploró mi hogar sin pedir permiso, pero no la detuve, ella no tiene manera de parar.
Ahora me encontraba preparando el desayuno para ella y para mí.
quitó su saco y lo puso en la silla para proceder a dar un bocado a su desayuno, eso me pareció extraño, pues Winter no faltaba ni un solo día al trabajo, ni en mi cumpleaños.
Yo solo la miré con mi típico ensamble serio y asentí con aprobación, lo que la hizo sonreírme con calidez.
Su presencia desapareció el tiempo entre platicas y jueguitos molestos típicos de ella, ahora el reloj marca las 7:30 de la tarde.
Ambos sentados en el sofá, de la nada ella se paró y camino hacia la caja y la trajo a la mesilla central de la sala, la mire con rareza, de nuevo.
Ella se sentó a mi lado con esa sonrisa llena de dulzura.
-ábrela. -
con sus delicadas manos acercó la caja de papel regalo azul a mí, y yo procedí a abrirla ¿Que veo? ¿Un pastel? Yo la vi sorprendido.
- ¡WINTER! ¿Como? ¿Gastaste todo tu dinero en un pastel? -
aunque mi rostro marcaba seriedad, realmente estaba más que feliz ¿Por qué? Porque nunca comimos pastel, Ella volvió a reír tan dulce.
- ¡CONNOR! El precio de las cosas no se dice, eso no importa. -
ella sacó de su bolso una pequeña vela que encendió con ayuda de otra vela encendida que se encontraba en la mesilla central. Me miró extasiada y comenzó a cantar "feliz cumpleaños", yo no miraba el pastel, la miraba a ella, el ambiente frío se tornó caliente, ¿Era el calor de la vela o el calor que ella transmitía con su felicidad? Era tan... Hermosa a mis ojos.
Apagué la vela y aplaudió con revuelo ella.
-ya vengo, ¿Sí? -
paro de su asiento y corrió pequeñamente a la cocina, durante su diminuta ausencia, pensé en decirle hoy, si, lo que sentía por ella, ¡Y no! No siento amistad, ya no más, ahora es más que amistad.
En solo pensarlo me puse nervioso. Ella volvió con un cuchillo y dos platos y volvió a sentarse a mi lado, comenzó a partir el pastel y a ponerlo en los platos.
Di un pequeño bocado, era delicioso.
En eso, tome un poco de betún y lo unté en su mejilla, ella me miró extraño pero luego sonrió, iba a quitarse el betún cuando yo detuve su mano, ahora su rostro marcaba nerviosismo, tome mucho valor y me acerque lentamente a su mejilla y lo limpié con un pequeño beso, ella me miró con los ojos bien abiertos, creí que la incomodé pero de eso ella se rio dulcemente.
-perdón pero, ¿Que fue eso? -
su sonrisa no desaparecía, y eso me ponía muy nervioso.
-yo... Bueno. -
estaba buscando las palabras correctas y cero frías para confesar, pero ella interrumpió mis pensamientos untado betún en mi mejilla. Yo la mire extremadamente nervioso, se lo que venía. Ella se acercó y lo limpio de igual manera que yo. Ahora el ambiente al rededor olía a lavanda.
Ella se alejó y me miró, para luego reír de mi expresión roja y desorientada.
Pasó un incómodo silencio, hasta que ella se levantó y caminó al tocadiscos que se encontraba en la esquina de la sala, lo encendió tocando nuestra canción favorita, la que bailábamos en el cuartel cuando teníamos 16 años, ella giro a mí con su sonrisa y me ofreció la mano.
-Ven, olvidemos el estrés de la guerra y del trabajo, y recordemos nuestra juventud. -
tomó mi mano y la jaló, parándome frente a ella, tomo ambas manos mías y las coloco en su cintura, sus dos manos se fueron a mis hombros. Comenzamos a bailar como solíamos hacerlo hace 4 años.
Después de eso, colocó una canción lenta, y ahora ambos bailábamos al son de la canción, bajo la luz de las velas.
Yo interrumpí el silencio que solo ocupaba la canción.
-gracias...-
Mencioné melancólico.
- ¿Gracias? -
ella mi miró con una sonrisa.
-gracias por haberme rescatado de mi triste realidad, gracias por darme la oportunidad de saber que era ser feliz... Y gracias por haber estado aquí, simplemente gracias, Bristol. -
sus ojos se llenaron de lágrimas y sonrió satisfecha.
-no Connor, gracias a ti, por haber sido la razón de mi valentía. -
su rostro se escondió en mi cuello y sus brazos se sujetaron más fuerte de mí. Era un cálido abrazo.
Sus brazos eran los únicos que me salvaban de la desesperación.
ESTÁS LEYENDO
'•Olor a lavanda.•' (en modificacion)
Historical FictionConnor Rider, un Mayor de carácter frío. Winter, una coronel de dulces acciones. Ambos amigos de la infancia que prueban el amargo sabor de la guerra. Y con ello, el amargo sabor de la deshonra. historia 100% mía