VI. Problemas de la fresa |Parte 2

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Un gato acecha,
mira su presa desde lejos,
a la espera de que el pequeño canario se mueva.

*
*
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Ese día había transcurrido con tranquilidad, sin embargo, en cierto trayecto de la tarde las cosas empezaron a ponerse un tanto pesadas.  Aunque ahora ya de noche, Ichigo no ha podido conciliar si quiera un poco de sueño.

Kurosaki llevó los ojos al techo pensativo. Tenía un sin fin de pensamientos que no le dejaban estar tranquilo. Primero, esa bendita "cita" con el chico de los anteojos y cabello azulino para mañana. Pensar en ello, le daban retorcimiento de tripa, "Orihime" y Uryū juntos, la idea de ese par en una misma oración le traía un malestar que se posaba en su estómago hasta subir al pecho.

Por lo que cada vez que su mente le llevaba a ello, tenía que obligarse a pensar en otra cosa. Ahí era que terminaba cayendo en la sorpresiva visita de Aizen y su presencia en la cena. Una cena que pasó en un  tenso ambiente, gracias a las miradas suspicacias y gélidas que Kahoko le echaba cada vez al hombre que mostraba serenidad en su rostro, como sí las miradas cargadas de odio, no estuvieran dirigidas en ningún momento a él. Momo tan sólo sonreía, ajena al ambiente pensando, agregando palabras energéticas cada dos minutos mientras los adultos contestaban con vagos monosílabos . Quizás su mente de niña la mantenía alejada de lo que pasaba.

De un momento a otro, los dos mayores desaparecieron del lugar  y él aprovechó esa oportunidad para escaparse a la habitación de su amiga, mientras la más chica se entretenía con la bella muñeca de porcelana que le regalaron.

¿Qué hacia Aizen ahí, qué quería?

 ¿Tendría algo en contra con la familia Inoue?

¿Trama algo?

Bufó por lo bajo con frustración. Tal vez la misma Orihime tendría que ayudarle a dar respuesta a ello.

Acostado en el futón, Ichigo reparó entonces que en el techo de la habitación de la chica había pegatinas de estrellas que comenzaban a brillar de apoco, debido a la falta de luz. Sonrió, pero por muy poco, el rostro se le contrajo en preocupación al parar en algo.

Él estaba en el cuerpo de Inoue, ella en el de él. Quizás los dos se estaban tomando las cosas  muy a la ligera, pero es que la cuestión en sí, era difícil de creer. Necesitaba conseguir respuesta para ello.

Pero, ¿en dónde? ¿A quién preguntar? ¿Por qué ellos?

 Sí esas respuesta era dadas.

 ¿Podrían... podrían volver a la normalidad?

Claro que tenían que conseguir respuesta, fuera cómo fuera. ¡Buscaría debajo de las piedras  sí era necesario! ¡Ellos encontrarían solución a eso!

El rostro porcelana  posó una mueca al no lograr garantizar un mísero segundo de descanso.  Pensar mucho como que dificulta la llegada del sueño a la hora de dormir, concluye Ichigo después de contar por quinta vez las figurillas en el techo.  No ha podido pegar ni un ojo en lo que va de noche.

1:34 Ve en la pantalla del celular de vistoso forro rosado,  para gruñir molesto. Sin muchas ganas de posar su atención -nuevamente- al techo, prefiere hurgar en el teléfono de la chica. Pasa por alto algunas aplicaciones o entretenidos juegos que Orihime tiene en él, para parar en la galería, recordando el como la pelinaranja toma grandes cantidades de fotos a cualquier momento. Sin embargo, un patrón de de acceso le detiene la entrada.

Curioso.  

¿Acaso, Orihime tendría algo ahí que no quisiera que alguién más viese?  Piensa tomando entre sus dedos una de las largas hebras cobrizas.

En el cuerpo de alguien más | Ichihime 《 BLEANCH 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora