Capítulo 1.

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Félix se consideraba un hombre de grandes valores y enseñanzas muy completas. A su edad, parecía ser lo suficientemente maduro y responsable como para llevar el cargo de rey. Pero, como en cualquier otra historia, tenía que haber un problema. Los reyes juraban por todos los dioses existentes, que el muchacho desposaría a una bella doncella de mucho dinero y alto estatus social.

La triste realidad, es que el futuro rey tenía otros planes con respecto al futuro, en cuanto a su vida amorosa. El no quería mujeres, él no ansiaba un compromiso por conveniencia, sabía que con ello seguramente no sería feliz, y menos si en algún momento llegara una criatura al mundo, con padres casados solo por dinero. Eso sería injusto.

Félix estaba perdidamente enamorado de un Omega, que trabajaba para él en el castillo. El aroma del chico, siempre lograba poner tonto al Alfa, aún así no estuvieran cerca ni por asomo, Félix podía sentirlo a mucha distancia. Un aroma excepcional, delicioso y atractivo, candente.

Muchas veces sus alarmas internas se descontrolaban y es que, a su edad, era un hombre de necesidades. En ocasiones específicas como sus celos, el Alfa tenía que lidiar contra el instinto animal y su propia excitación. Para Félix, mantener el control sobre él mismo, era muy difícil, y en gran magnitud también, desesperante.

Sabe perfectamente lo que sus progenitores quieren para su futuro. Sin embargo, él no iba a dejar que su vida fuera manejada al antojo de cualquiera. Félix, muy conocido por llevar la contraria a las personas cada vez que no siente que las cosas son justas. Amaba con fervor el poder tener esa actitud rebelde, que le permitía defender sus ideales sin peros. Él estaría con Changbin, aunque costara la vida entera.


.— hijo mío, recuerda que esta tarde tienes entrenamiento de esgrima —. Dijo suavemente Irene, su madre.

Desde pequeño, Irene siempre le contaba historias variadas sobre su propia infancia, adolescencia y como conoció a su padre. Félix amaba mucho a su madre, tanto como a su padre. Aunque, muchas veces se hallaba en total desacuerdo, como cuando le daban charlas sobre el futuro del reino.

Estaba cansado, agotado y aburrido de siempre escuchar boberías sobre matrimonios con mujeres, sean condesas o princesas. Vaya porquería, pensaba el príncipe.

.— sí, madre, lo sé —. Luego de ser besado en la mejilla por su progenitora, se dedicó a desayunar.

.— hoy tendremos visitas muy especiales, con tu padre queremos presentarte una muchacha muy hermosa. como siempre estás rechazando a las que te mostramos, quizá esta si te guste —. Félix soltó un bufido molesto por lo dicho.

Se levantó, encarando a su madre. ¿Es que acaso sus padres no eran capaces de darse cuenta?. Su rostro totalmente serio, golpeó la mesa con fuerza asustandola tanto, que abrió los ojos como platos.

.— dile a papá, que puede dejar de intentarlo, y entiendan de una maldita vez, que no quiero casarme con ninguna mujer. no me gustan, madre, ¿eso querías oir?, pues lo tienes, ahora dejenme en paz —. Dicho aquello, dejó el lugar. Su madre, estupefacta, tocó su pecho sintiendo culpa y confusión.

Quizá su hijo tenía razón, y es que, con Suho, le presentaron mujeres a Félix una cantidad de veces que eran incontables. Y ninguno fue capaz de darse cuenta que, tal vez, su hijo no estaba interesado en chicas, cómo pudieron ser tan ciegos.

Irene siempre querría a su hijo, su muchacho consentido. Félix era hijo único, nunca pudo haber imaginado que a su primogénito le gustarían las personas de su mismo sexo. De todas maneras, una madre debe apoyar a sus hijos en todo, y ella lo haría si con eso Félix es feliz. Pero el problema no era ella, su esposo quería a toda costa que el futuro rey estuviera con una dama, como corresponde. Suho era realmente quien deseaba casar a su hijo con una bonita y delicada damicela... ¿O no?

Prince Alpha. [LixBin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora