VI

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Al parecer los sábados y domingos no había clase, bueno, el sábado eran electivas, pero al ser nueva y discriminada no tenía nada que hacer.
Miraba al techo buscando alguna excusa para salir de aquella habitación pero no la había, excepto el hambre que tenía.
Eran las 11 am, el desayuno debía haber sido hace tres horas, cuatro tal vez... ¡ no llevas ni un maldito día de ayudo y ya tienes hambre !, me odio.

Me enderecé de la cama con cuidado y busqué un vestido, otro largo y con encaje que se ajustaba a la cintura... recogí mi cabello en un moño y me calce.

Respire hondo, tome mis cigarrillos y encendedor, abrí la puerta con cuidado y así mismo la cerré. Una vez más caminé por los pasillos hasta poder encontrar la salida.

Una vez afuera me dispuse a fumar y seguir caminando por los alrededores, con suerte caería en un hueco o alguna especie rara de insecto me mordería... a lo lejos vi un grupo de chicas practicando esgrima, me quede un rato observándolas, tenían una destreza increíble, tal vez debería unirme, no seria lo mismo que arquería pero era interesante.

Eventualmente me aburrí y seguí aventurándome, llegué al edificio prohibido donde vivían los profesores, quería entrar, no hablar con alguien me estaba matando, pero igual sabía que no era bienvenida. Me devolví a mi edificio y busqué a la directora, sin previo aviso entre a su oficina. La chica, Evangeline, su esclava estaba con ella, hablaban de quien sabe que, al verme las dos se callaron y sus miradas serias se inspeccionaban.

– ¿ No sabe tocar ? - dijo la directora.
–  Se tocar muchas cosas, el piano por ejemplo - le respondí cruzándome de brazos - quiero unirme al equipo de esgrima ¿ puede darme el equipo ?

Las dos mujeres se miraron y hubo una mirada de complicidad, se estaban burlando de mí.

– ¿ Que ? ¿ también se me va a negar la posibilidad de tomar clases de esgrima ? - solté un poco desesperada.

– Para tomar cualquier tipo de electiva tiene que tener todas las calificaciones arriba de 7.50, si no logra la calificación tendrá que asistir a cursos de nivelación los sábados hasta que consiga la calificación – dijo la rubia con una sonrisa sarcástica.

Cerré mis ojos con fuerza y de la nada todo empezó a oscurecer, me sentía mareada todo daba vueltas, me voy a desmayar, ¡ me voy a desmayar ¡, tambalee un poco y tuve que sostenerme con el marco de la puerta que se encontraba cerca... Volví a abrir mis ojos y miré a las dos mujeres, increíble, a ninguna parecía importarle nada de lo que me había sucedido.

- ¿ Puede darme mi horario ? - dije con voz delgada casi susurrando

- Se le hará llegar más adelante - dijo acomodándose el reloj de su mano izquierda.

Sin decir más salí de aquel sugar aún mareada, no se como ni cuando había atravesado otra sección del internado y me encontraba en la biblioteca, afortunadamente pude sentarme en una de las mesas de madera.

- No te ves bien niña - se escuchó  una voz con acento francés.

Como pude levanté la cabeza y ahí se encintaba aquella mujer de aspecto gótico, volví a mi posición inicial e intenté calmarme.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, pero esta vez de una manera... ¿ Como decirlo?, agradable, tal vez.
Las manos de la mujer recorrían mi espalda y eventualmente estrechaban mis hombros.

- Se ve pálida, generalmente me gusta la gente así, pero no se ve nada bien ¿ ha comido algo ? - preguntó ella

- No - respondí

- A ver - dijo la mujer haciéndome levantar la cabeza.

Aquella profesora me ofrecía una barra de chocolate, mi estómago decía si, pero mi orgullo no, no debía aceptarla, pero tenía hambre y ya me estaba descomponiendo.

- si acepto podría por favor no decírselo a La directora - le pregunté mirándola a los ojos. A ella pereció intrigarle mi demanda ya que abrió los ojos y alejó el chocolate .

- ¿ Por que me pide usted tal cosa ? - preguntó ella.

No tenía caso, me levante apoyándome en la mesa pero ella me detuvo, quedamos frente a frente y ahora podía detallar mejor su rostro. Tenía bellas facciones, ojos grandes y verdes, unos sabios bien definidos. Una dama por la cual matar.

- Es una cuestión de orgullo - dije intentando no mirar sus labios.

- A veces el orgullo no es bueno - respondió sonriendo, que perfecta dentadura pensé.

Sus manos encontraron las mías y depositaron la barra calórica en ellas...

- Gracias - dije susurrando.

Voltee y salí de la biblioteca, estando lo suficientemente lejos devoré el chocolate, me supo a gloria.
Una vez en mi habitación no pude dejar de pensar en ella, ¿ la profesora green ?, creo que así se llamaba, había sido un ángel al reaccionar tan cortes a mi desvanecimiento, tenía que pagarle de alguna manera, pero lo único que tenía para ofrecer era cigarrillos, vaya vida la mía.

Una vez más caí en mi cama y quede atada a ella en un sueño voraz.








Los leo 🥰

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