Capítulo 5

77 12 21
                                    

5- Las escaleras.

Mellea

—Entonces le dije "¿Qué mira señor?" y él se sorprendió porque obvio me estaba mirando el trasero morbosamente y fue sorpresa que yo lo confrontara tan directamente y me dijo "¿Yo?" y le dije "¿Acaso hay otro viejo morboso más en esta calle?" —dice Alessa mientras come un sandwich.

—Mhm—musito mirando al piso contando los cuadrados que se encuentran en el mármol, mientras caminamos.

— Y entonces le dije "¿Qué pasaría si alguien mirará como usted me mira a mi, a su hija o a su esposa?" y él solo enrojeció y aunque no dijo nada, supe que gané la discusión —habla con la boca llena y me observa con su mirada triunfante.

—Si, total —digo ante su maravillosa historia de cómo se defiende del acoso callejero, decentemente.

—Así que...—pregunta Alessa intrigada después de unos minutos en silencio.

—Así que ¿qué? —pregunto poniendole mala cara mientras como mi gelatina de frutos rojos como primera comida del día. Aún tenemos unos cuantos minutos antes de entrar a nuestra primera clase y decidimos aprovechar el tiempo hablando cosas para nada beneficiosas.

—¿Me dirás por qué estás tan distraída? Es decir, siempre lo estas pero hoy te siento un poco más absorta de la vida...—murmura como analizando mi aspecto.

"Quizás es porque cierto personaje tomó consigo una de mis fotos más íntimas y yo se lo permití sin problema alguno"me veo tentada a decirle, pero no lo hago.

—Bueno shakespeare, no hay mucha explicación... es solo que no dormí bien.—Contesto con mis mejillas infladas de gelatina, sentándome en la esquina del sillón marrón de la sala de espera que queda a unos cuantos centímetros de nuestras aulas.

Se sienta en la otra esquina—Sabes que no te creo ¿no? así que exijo que me digas lo que te sucede.

—No me sucede nada —bufo con aburrimiento. Es verdad.. no me sucede nada que no me haya estado sucediendo hace unos días.

—Oh...—dice con su mirada decaída, como si lo acabara de entender todo—¿Acaso te sientes triste porque recordaste a tu herm...?

—No. No tiene nada que ver con eso. — La interrumpo antes de que termine su pregunta.

—¿Entonces?—ladea su cabeza intentando entender.

—¿Sabes en donde vive Dante?—le pregunto de repente. Como una acosadora escrupulosa.

—¿Dan..? —dice tratando de encontrarle sentido a lo que acabo de preguntar— Ohh, ¿te gusto el seriecito?—dice con cierto aire coqueto.

—¿Eh? ¿El serie...?—repito y niego con mi cabeza rápidamente—¡No, para nada! Solo que ayer nos encontramos por casualidad. — respondo mirando el envase de gelatina, ahora vacío, parece que hablar del tema me pone tan nerviosa que de unas cuantas bocanadas termine mi comida.

—¿En dónde?—pregunta con su entrecejo levemente fruncido, buscando tener el contexto completo.

—En una librería..—digo no muy segura de querer contarle. Hablar de él tan abiertamente es confirmar que sí me interesa, y obvio no me interesa.

¡"Obvio"! ¿A quién se le ocurriría asumir semejante abominación, no? ¡Si es tan obvio!

—¿Y hablaron?

—Si.

—¿De qué?

—De libros —murmuro encogiéndome de hombros.

Un Final MasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora