Capítulo 3

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3- El libro

Mellea

Es un salón con paredes completamente blancas, hay mas de diez puestos (todos perfectamente organizados) y de color azul rey. Estoy sentada en la última fila, en el centro de la línea y frente a la mesa del maestro que ni siquiera ha querido mirarnos— al parecer esta mas entretenida su revista de política, que hacer su trabajo y observarnos— Apoyo mi cabeza en mi mano con aburrimiento mientras leo un libro de historia.

Que vida tan divertida, lo se, lo se.

Siento algo liviano y pequeño caer en mi cabeza así que me enderezo tocando mi medianamente corto cabello sin éxito alguno; Bufo con aburrimiento volviendo a mi postura anterior mientras intento encontrar algo en el libro que me haga distraer pero es cuestión de que pasen un par de minutos cuando frente a mi caen dos bolitas sumamente pequeñas de papel blanco.

Giro mi rostro buscando indicios del inmaduro que está jugando conmigo pero no veo a nadie sospechoso. Unos cuantos tienen sus brazos cubriendo sus caras adormiladas, otros están mirando sus móviles y luego está él que está a un puesto vacío de mí, completando un interesante crucigrama.

Dudo que sea él, pues no parece el típico hombre que se cree gracioso molestando a los demás.

Giro mi rostro hacia mi puesto otra vez sin buscar mucha explicación; Suspiro indignada, cada vez me estoy volviendo más loca.

Vuelvo hacia mi libro pero vuelvo a sentir un par de papelitos caer en mi rostro y giro rápidamente, es entonces cuando lo veo girar la cabeza rápidamente fingiendo demencia.

¡SI ES ÉL!

Me mira y le pongo mala cara ¿acaso no tendrá nada que hacer?

Sonríe como angelito y yo le muestro el dedo de la mitad.

—Vaya declaración de amor —dice sonriendo.

—¿Declaración de amor? Esto es una declaración de guerra, genio. —murmuró con tono absurdo.

Pongo mis ojos en blanco y vuelvo hacia mi libro pero entonces siento una vez más esos malditos papelitos caer en mi rostro.

—¡Ponte a estudiar, desocupado! —hablo en voz alta, más alta de lo que normalmente hablo, casi que gritando.

Él solo sonríe con burla y veo como los demás voltean a mirarme, incluido el profesor a cargo gracias a el maravilloso grito en seco.

—Señorita Mellea le pido que guarde el debido respeto y mantenga el silencio —baja su revista para mirarme con seriedad.

Enrojezco, mordiendo mi labio inferior y solo me limito a asentir.

—Por favor señorita Mellea —escucho el susurro del mugroso a mi lado.

—Oh cállate —le susurro y le pongo mala cara sin embargo siento cada una de mis emociones hacerse presente pues el que me mire genera un no se que en mi... tan horroroso que jamás se lo confesaría.

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Después de mi pequeño problema en el instituto ayer, llegué a casa a leerme un libro entero de química. Pueden decir que soy fea o creída pero ¿dunda? ¡Jamás! No volveré a pasar por una situación tan embarazosa como esa.

Me recuesto en la cama poniendo mis pies contra la pared al recordarlo. "¿Cómo te fue ayer" preguntó. ¡Y yo que pensaba que no me recordaba!

Un momento ¿por qué me emociona tanto que me haya recordado? Después de todo, no es la gran cosa, probablemente ni me vuelva a dirigir la palabra. Me levantó sacudiendo mi cabeza.

Un Final MasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora