Sinfonía del corazón

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(Continuación de Melodía de Desasosiego, pero desde la perspectiva de Tanjiro c:)

Resumen: Tanjiro compone una canción con su corazón que sólo Zenitsu puede escuchar, porque él puede sentirlo también.

***

Inusual.

Había algo diferente e incluso, Tanjiro podía deducir por su buena percepción del olfato, grave en Zenitsu. No era bueno, sino triste, concluía. Y no le agradaba en lo absoluto. 

Hizo múltiples acciones por cambiar aquel aroma melancólico que desprendía, el cual día tras día se hacía cada vez más fuerte de lo normal y comenzaba a opacar la verdadera fragancia, dulce y exótica, del rubio. Pero, parecía ser que, por mucho que se esforzaba, sus gestos eran sólo roces efímeros que no hacían más que agravar todo. 

No era que Zenitsu lo odie o le incomode su presencia, ya se había encargado de preguntarle, y él, indignado, reprochó ante tales falsos pensamientos, aclarando después que no era el caso y no debía de mortificarse. Sin embargo, nunca le dió una respuesta certera. A pesar de haber dicho la verdad, aún quedaba la incógnita, sobre qué era lo que traía inquieto al rubio. Dicha cuestión le molestaba, por qué si no tenía una respuesta, Tanjiro se sentía incapaz de hacer algo para cambiar aquel estado que, sabe, ha estado atormentando a su amigo.

Es entonces, durante aquella noche en la cual despierta involuntario, viéndose sus sueños perturbados por alguna inquietud incierta, que Tanjiro tiene la oportunidad de entenderlo, aunque no lo supo en el momento exacto en que despertó y se fijó en la ausencia de la figura de Zenitsu en el futón junto a Inosuke. Tampoco sería al salir a los jardines de la finca, donde lo encontraría en un estado de calma y quietud, bajo las primeras luces de la mañana.

En la habitación aún queda el rastro de su aroma, es triste, y eso lo mortifica. Tanjiro teme su ausencia. Se incorpora con cuidado de no hacer mucho ruido, Inosuke sigue durmiendo, y sale de la habitación, decidido a buscar a su amigo.

Sigue el rastro de su esencia. Para Tanjiro es sencillo de buscar, ha grabado el aroma que lo envuelve, por lo cual no le toma mucho tiempo encontrarlo.

En cuanto pone un pie fuera, los rayos del sol lo reciben de lleno, sin embargo, logra distinguir a la persona que está en frente suyo. Zenitsu está de espaldas a él, descansando sobre la madera. Pero no lo llama, se queda quieto y lo observa tranquilamente desde donde está.

A tiempo, Tanjiro se percata de que Zenitsu lo está mirando de vuelta —ha notado su presencia, el burdeo supone sin lugar a duda que se debe a su buen sentido del oído. Él aguarda a que diga algo, pero aunque a Tanjiro le gustaría hacerlo, no lo hace y sólo puede limitarse a ofrecerle una gentil sonrisa que es correspondida de vuelta, le sonríe con calma, pero en sus ojos hay una carga emocional que no puede ser dicha. 

De un momento a otro, cuando el rubio ha dejado de mirarlo, Tanjiro se encuentra sentado junto a él, lo acompaña en su calma. Comparten una agradable quietud, con el sol alzándose frente a ellos y los cánticos de las aves a la distancia. Es tan pacífico, que las preocupaciones se ven disipadas y quedan enjauladas, para que jamás regresen a sofocar los pensamientos ni aprisionar las ideas que piden ser escuchadas.

Entonces, inesperado y sorpresivo, algo cambia en el ambiente —en Zenitsu, desprende un aroma diferente, y las emociones que lo caracterizan son más fuertes que aquel triste perfume por el que se cubrió mucho tiempo. Pero es breve, efímero, y sin embargo, es suficiente, porque ha despertado aquella esperanza que Tanjiro creía perdida. Pero Zenitsu rompe en llanto, y Tanjiro no lo entiende, aún así, se acerca a él para abrazarlo, quiere preguntarle por qué teme, quiere asegurarle que no tiene porqué estar asustado. Él también lo siente. Sólo que tal vez no es el momento, o quizás no sabe cómo hacerlo, así que Tanjiro guarda silencio y acaricia su cabeza con gentileza, brindándole consuelo. Devolviéndole la calma que ha sido perturbada.

Zenitsu se aferra a su camiseta, llorando con fuerza, está apoyado contra su pecho. Tanjiro ignora que su ropa empieza a humedecerse debido a las lágrimas, nada de eso le importa con tal de poder estar ahí para él.

Tanjiro lo sostiene, con una mano dando toques suaves sobre su espalda y la otra desbordándose entre las hebras doradas de su cabello. No dice nada, no hay palabras de consuelo, sólo el suave tacto de sus manos que lo reconforta, o al menos eso es lo que él intenta.

Una vez Zenitsu se detiene, ninguno dice nada. Tanjiro deja de acariciar su espalda y cabello cuando él se levanta para verlo a la cara, sus mejillas como sus ojos están levemente teñidos de carmesí. En un movimiento involuntario, Tanjiro se encuentra limpiando con el dorso de su camisa la humedad que las lágrimas dejaron.Y sonríe con timidez una vez termina y se percata de la manera expectante en que el rubio lo está mirando por lo que recién acabo de hacer, aún así, le devuelve también la sonrisa y después una risa escapa de sus labios.

Zenitsu ríe, tan sincero y jovial, y es para Tanjiro fascinante y digno de admirar. Y en cuanto deja de reír, vuelve a mirar en dirección al burdeo, quien se ha acercado más a él, hallándose ambos separados por una distancia casi nula, que le roba el aliento y lo deja inmóvil. Zenitsu aguarda impaciente.

En necesidad, Tanjiro se inclina para sentir la calidez de su rostro contra el suyo. Una sonrisa se forma en sus labios porque el otro no se aleja, entonces se permite dejar un rastro de besos por toda su cara, tiñendo sus mejillas en rojo escarlata. Tanjiro se detiene en cuanto llega a sus labios, después pasa a mirar directamente a Zenitsu, esperando una aprobación de su parte, pero antes de que él pueda darle una respuesta, Agatsuma se inclina para besarlo.

Para Tanjiro es como sentir un mundo nacer en su pecho, la sensación de los labios de Zenitsu sobre los suyos es renaciente y espléndida. 

Cuando el beso termina, Zenitsu se aparta, acunan su rostro entre sus manos, y en cuanto sus ojos se encuentran, Tanjiro se ahoga en el ámbar de sus pupilas. Es cálido y lo hace sentir amado. Lo hace sentir vivo. 

En su alegría, ambos ríen, se besan y vuelven a reír. Los miedos de Zenitsu, las dudas de Tanjiro, todas sus preocupaciones, se liberan en lágrimas que ansiosas se deslizan sobre sus mejillas, llevándose consigo sus tristezas.

***

Este one-shot en realidad ya hace tiempo lo escribí, pero al parecer sólo lo publiqué en Ao3, me olvidé que tenía está compilación acá, lol. Es lo último que escribí de ellos, del fandom. No estoy segura de sí volveré con algo más, posiblemente no, pero aún así, ¡les agradezco mucho a todos los que se pasaron por acá y apoyaron  mis escritos!💕✨

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