Las implicaciones de querer ser [Christmas week]

1.2K 110 2
                                    

Día #7: Beso de año nuevo | Fuegos artificiales 

Kiki moment

Resumen: Zenitsu siempre había sido fiel a sus ideales. Nunca espero que Tanjiro llegara para cambiar eso.

En cuanto pusieron un pie fuera del salón, hallándose en aquel extenso balcón perteneciente al edificio en el que se presentaron, fueron recibidos por los vientos gélidos de la última noche del año. La ciudad se alzaba frente a ellos en una gran imagen panorámica, ofreciendo una vista magnífica del área. Zenitsu quiso sacar una foto, pero quizá no era el momento, iba dejarlo para otra ocasión. Primero debía de aclarar la situación con Tanjiro, que le acompañaba en debido momento.

Antes de que pueda decir algo, el sonido de una captura lo despertó de su ensoñación. Zenitsu se gira hacia Tanjiro, lo descubre sosteniendo su celular con la cámara enfocada hacia él.

—Olvidé silenciarlo —murmura para sí mismo guardando con torpeza su teléfono en el bolsillo de su chaqueta—. Lo lamento.

Se disculpa avergonzado, mirando hacia cualquier otro punto que no sea él. Zenitsu quiere pegarle, hacer berrinche por su atrevimiento sin consentimiento suyo, ni siquiera le ha dejado ver la foto, ¡cuanta vergüenza! Su cara está roja, siente sus mejillas calentarse, y el frío que sentía hace rato se ha ido.

—No vayas a enseñarle a nadie esa foto —es lo único que pide a cambio. Dejaría pasar aquella acción sólo por esa ocasión.

El burdeo asiente en acuerdo, está vez mirándolo directamente. Agatsuma puede apreciar mejor sus facciones ahora que lo está encarando, se fija en el leve rubor que ha teñido sus mejillas, sus labios queriendo reprimir una sonrisa y el fuego abrigador que danza en sus ojos. Pero entonces algo se apaga, como si la reciente ráfaga de aire nocturno, de aquella que estremece la piel expuesta, haya sido la causante, llevándose consigo su sonrisa y cambiando la sintonía eufórica de su corazón.

Zenitsu frunce el ceño ante el cambio repentino. Antes de que pueda recobrar la razón, Tanjiro toma la delantera.

—Zenitsu.

No le gusta el tono con el que ha dicho su nombre. Lo que sea que está por decir, no quiere escucharlo. Quiere pedirle que se detenga, que deje de hacer ese sonido tan triste. Lo está sofocando, perfora sus oídos con violencia, y duele. Duele escucharlo. Pero no lo puede apagar, e incluso se concentra todavía más en él.

Zenitsu no es capaz de decir algo de vuelta, con la intención de irrumpirlo y evitar que diga algo de lo cual iba a lamentarse oír. Se ha olvidado de cómo hablar, olvida por qué decidió conversar con él a solas o si quiera haber aceptado aquella invitación a tal evento, en celebración a la orquesta que hace años dejó

Tanjiro prosigue con su discurso.

—Creo que... —duda por unos segundos, está inseguro, dubitativo. Suspira para calmarse y recupera la compostura—. Creo no debí haberte pedido aquello, fue tonto de mi parte, pensé que podría funcionar, ni siquiera sé porque acepte hacer la lista desde el principio —suspira cabizbajo en resignación.

Porque yo insistí en que lo hicieras, quiso responder Zenitsu. Así eran los hechos. Había tenido otra cita fallida y, como es costumbre, había aparecido en casa de Tanjiro en busca de consuelo. Pasaría entonces aquella conversación en la cual él tiene la teoría de que sus citas son un fracaso por una maldición y Tanjiro diría que se debe a su repetitivo gusto por escoger siempre a las chicas con un patrón semejante, y él, insistente, queriendo que le demostrará que estaba en lo correcto, le pediría encargarse de sus próximas citas. Por supuesto, Tanjiro, dispuesto siempre a ofrecerle su ayuda, cedió ante sus súplicas y aceptó.

GeometríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora