Día #1: Primera navidad contigo
Resumen: Zenitsu siempre ha sido un manojo de nervios, es una fortuna que Tanjiro esté ahí para brindarle la calma que necesita.
Zenitsu está nervioso.
No ha podido calmarse desde hace horas, en realidad, puede que tal vez no haya podido calmarse desde hace días. Pero no, para ser honesto lleva preocupado desde hace meses, sí, meses. Y es seguro que terminará por desmayarse en cualquier momento, hará una escena, ¡que gran momento para una escena!
Un gentil apretón de manos por parte de su novio le asegura que no tiene porqué preocuparse, todo estará bien, ¿no es así? Entonces porque... ¿¡no puede simplemente calmarse y confiar en Tanjiro!? No, claro que confía en él, en quien no confía es en sí mismo, de verdad que se siente patético. Es patético.
Y antes de que pueda abrumarse todavía más, Tanjiro le asegura en voz alta que no hay nada que debiera preocuparlo, su familia estaba emocionada porque finalmente iban a conocerlo, todo iba a estar bien. Sólo pasarían la semana en casa con ellos para las fiestas, aquella sería la primera navidad que pasarían juntos, y sería junto a la familia de Tanjiro. ¡La familia de Tanjiro!, se recuerda internamente, presa del pánico. Iba a conocer a toda su familia, por fin y, aunque fuera realmente algo que le alegraba, la idea al mismo tiempo le causaba cierta inquietud, no por ellos, sino por él mismo. A pesar de que ellos ya sabían de él por las cartas y fotografías que Tanjiro les había enviado, su llegada no sería una sorpresa ni tenía que molestarse en adoptar un papel que no le iba, pero Zenitsu es consciente que Tanjiro siempre solía exagerar cuando lo mencionaba en sus cartas. Si algo era bueno a ojos de Tanjiro, él lo convertía en algo incluso mucho mejor y digno de admirar para ojos de los demás. Queriendo reforzar esa seguridad en el rubio, lo toma desprevenido y le proporciona un beso en los labios que deja una boba sonrisa en su rostro y pinta sus mejillas al rojo vivo. Podían llevar un noviazgo de diez meses, pero incluso hasta dentro de diez más e incluso años, Zenitsu seguiría teniendo siempre la misma reacción cada vez que Tanjiro lo besara.
De pronto, Zenitsu reacciona y se da cuenta que están sentados en un lugar público, expuestos a los ojos de cientos de desconocidos, aguardando por que el tren arribe para viajar a la ciudad en donde vive la familia de su novio. La vergüenza lo envuelve y oculta su rostro entre sus manos (incluso si eso significa soltar la mano de Tanjiro, lo cual en verdad lamenta), balbucea algunas cosas como porqué es tan atrevido, mucha gente alrededor, algo sobre un ataque al corazón y su nombre en cada una de esas oraciones.
Zenitsu lo escucha reír a causa de sus comentarios, su risa es tan bella que casi se olvida porque estaba abochornado. Tanjiro lo envuelve en un abrazo y recarga su barbilla en su hombro. Está sonriendo mientras le mira y en sus ojos hay un brillo tan fulgurante que hace martillar su corazón. Está muy cerca, y es tan radiante que el gélido aire de la mañana pasa desapercibido en su dirección; apenas siente que hace frío. Por su mente cruza la idea de besarlo. Quiere besarlo.
Él en definitiva va a besarlo.
Pero aquel escenario se ve arruinado cuando el tren anuncia su llegada con estrepitoso sonido. Zenitsu pega un brinco que deshace aquel cálido abrazo que lo reconfortaba y mira con cierto rencor hacia la máquina por haber arruinado su momento.
De inmediato, Tanjiro se pone de pie, su equipaje ya en mano, y agarra a Zenitsu con su mano libre para arrastrarlo tan pronto como sea posible, por fortuna había tomado a tiempo su mochila —llena con todo lo que había empacado para los días que se estarían quedando allá. Zenitsu sonríe a causa de la emoción que pinta el rostro de Tanjiro. No puede culparlo, había estado deseando esto desde hace meses; desde que tuvo que mudarse por cuestiones económicas a la ciudad, si tenía que ser sincero al respecto, y es esa misma ciudad donde tiempo más tarde empezaría —con todavía más esfuerzo y trabajo duro— una carrera universitaria. Había sido un primer año (y algunos meses) agotador para él, pero finalmente estaba teniendo lo que deseaba: unas vacaciones con su familia y que mejor que acompañado también (y por primera vez) de la persona que amaba —cuando le dijo eso, Zenitsu puede jurar que algo dentro de él dejo de funcionar con normalidad, recordar aquello aún le hace efecto. Había organizado aquellas vacaciones desde hace cuatro meses, su plan era para que fuera durante la semana de navidad, no quería posponerlo para días antes ni días después, tuvo que encargarse de los posibles contras con toda anticipación, y a pesar que tuvo que hacer frente a los cuatro meses más pesados e infernales debido a las exigencias en el trabajo como cocinero en jefe y la universidad, al final de cuentas logró su cometido. Zenitsu se encargó de estar para apoyarlo cada que Tanjiro siempre lo pedía en silencio. Aunque él insistiera en poder hacer las cosas por su cuenta con la excusa de no querer afectar en los pendientes y deberes que el rubio tenía, era consciente de que no todo podía hacerlo solo, ambos lo sabían, así que no se quedaría de brazos cruzando viendo como se mataba lentamente por tanto trabajo y poco tiempo para dormir.
Zenitsu recuerda todas las noches en que Tanjiro regresaba a casa —al departamento que había adquirido desde que se mudó—, acostumbraba a esperarlo hasta tarde, después de todo él se quedaba despierto para terminar proyectos relacionados con su trabajo o la escuela, dejaba algo de comida para que la calentara y no tuviera que molestarse en hacer algo el mismo (aunque fuera mucho mejor en la cocina que él); Tanjiro siempre agradecería aquellas acciones de su parte, y él respondería siempre con que era lo menos que podía hacer, después todo, había sido el único que había tomado en cuenta su solicitud para tomar lugar como su compañero en el departamento que hasta la actualidad compartían juntos mientras vivían en aquella ciudad —luego de haber sido rechazado por las otras tres anteriores que solicitó. Fue en verdad una lástima, casi terminaba por llorar debido a la desesperación, pero fue verdaderamente una suerte encontrar su oportunidad en una última solicitud más, todas sus esperanzas estaban depositadas en esa persona, la cual resultaría ser Tanjiro, quien debido a la necesidad de cubrir los gastos de los servicios básicos había decidido por aceptar tener a alguien con quien compartir piso.
Los eventos que después vendrían, acompañados de situaciones bochornosas y mucha tensión, añadiendo de por medio un gran revuelo de emociones, fue algo que ninguno previó. Todavía recuerda lo mal planeada que resultó su primer cita, la cual terminó por ser en el departamento, estando casi por completo oscuras —sino fuera por la poca iluminación que les proporcionaban las velas aromáticas que Inosuke le había regalado a Tanjiro por su cumpleaños—, debido a una tremenda falla eléctrica en el edificio ocasionada por la tormenta que había arribado a la zona durante pleno verano. Recuerda también las anécdotas que compartieron, y las risas que vinieron acompañadas con cada una de ellas, la imagen de Tanjiro a la luz de las velas, el destello en sus ojos y su sonrisa, como su rostro siempre se iluminaba cuando hablaba de su familia, de las personas que amaba, es una imagen que aún sigue presente entre sus memorias, no se olvidaría tampoco de que al final terminaron por quedarse dormidos en aquel sofá del que se habían prometido deshacer pronto, pero que al final terminaron por dejar porque quizá, a final de cuentas podía pasar a ser un lugar especial en el cual compartir. Todavía tenían mucho que compartir y un futuro que les aguardaba; cada vez que pensaba en el futuro, Tanjiro siempre estaba presente. Zenitsu está seguro de no querer cambiar eso.
Una vez que aseguraron sus maletas, fueron a tomar sus asientos a las cabinas. Toda la energía que acompañaba a Tanjiro se vio drenada apenas pasada media hora de viaje, no tardó por quedarse profundamente dormido apoyado (y muy cómodo) en el brazo de Zenitsu, quien está sonriendo ante la imagen tan pacífica del burdeo descansando plácidamente apoyado en él. Aún dormido, la sonrisa en el rostro Tanjiro no desaparece, sigue ahí, intacta y radiante. Fue imposible no contagiarse de aquella alegría que irradiaba en todo él.
Zenitsu sigue siendo un manojo de nervios durante el viaje, pero con Tanjiro (todavía durmiente) a su lado, se recuerda que todo estará bien.
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Geometría
FanfictionSerie de one shots de estos dos tortolos. [Los personajes pertenecen al manga de Kimetsu no Yaiba, de Koyoharu Gotōge.]