7. Amar

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Kiara.

Y hay estaba él, sentado en esa mesa con una camisa azul clara y unos vaqueros rotos negros. Está tan guapo, es tan guapo.

En un segundo nuestros ojos se cruzaron, permaneciendo fijos para centrarnos en el color de los ojos del otro. Sus ojos verdes hacían que me enamorara cada vez más. ¿Por qué no  era capaz de confesarle mi amor a Tom? Y la pregunta más importante ¿Quién era la chica con la que estaba Tom? ¿Me había cambiado por otra? ¿Estoy celosa? Joder, estoy celosa.

Al terminar de cenar me levanté para ir al baño, bueno esa era la escusa que le había puesto a mi padre y a mi abuela, la verdad es que Tom había ido al baño y tenía que hablar con él. En realidad no, no tenía que hablar con él, fue un impulso.

- ¡Kiara! ¿Qué haces aquí?

- Tom... N-No se que hago aquí.

- Vale, a ver si me ha quedado claro. Te has levantado de una cena con tu familia para entrar al baño de los chicos, y ni siquiera sabe porque estás aquí.

- Creo que se porque estoy aquí.

- Ok, soy todo oídos.

- Tom es cierto que yo te amo.

- ¿Pero?

- Pero no podemos estar juntos.

El siguió escuchando me.

- Ambos estamos pasando el peor momento de nuestras vidas, y nos utilizaríamos como soporte, esto no saldrá bien.

Me dirigí a la puerta para salir. Pero el me llamo antes de que yo desapareciera tras esa puerta.

- Kiara. - Yo lo mire. - No me puedes hacer esto, tu no.

- Lo siento.

Salí del baño y me dirigí a la mesa donde mi padre y mi abuela se encontraba.

- Papá, dame las llaves. Me voy ha casa.

- ¿Estás bien? - Me pregunto mi abuela.

- Me duele un poco la cabeza.

- Pues vamos para casa  - Dijo mi padre.

- Papá, no hace falta. Tendréis que hablar de vuestras cosas.

- Va-vale - Me dijo mi padre mientras me regalaba una sonrisa. -, cualquier cosa me llamás.

- Por supuesto, papá.

Le di un beso a mi padre y otro a mi abuela, para luego dirigirme a la salida.

Un escalofrío me subí de los pies a la cabeza cuando tuve que pasar al lado de la mesa de Tom y él me agarró la mano. Él me miró con esos hermosos ojos verdes, que parecía que un bosque se formará dentro de ellos. Pero era un bosque nublado, como si estuviera a punto de caer un tormenta  de agua.

Me sentía tan mal por lo que había echo. Le había echo daño, mucho daño, cosa que jamás se me había pasado por la cabeza.

En ese instante donde el agarró mi mano y le miré a sus ojos, en los que se podía apreciar su corazón roto en mil pedazos, supe que estaba enamorada, cosa que hace una semana no sabía que podía sentir.p

- Lo siento. - Le susurre.

Él me soltó y yo lo mires para después caminar hacia la salida.

Me dirigía a mi casa, por unas calle muy oscuras. Para luego entrar en mi casa, subir las escaleras y tumbarme  en mi cama sin desmaquillar me y cambiarme.

Mientras miraba al techo empezaron a salir gotas de lágrimas por mis ojos. Y hay me di cuenta que quizás no debería de haberle dicho eso, le hice daño a él y me hice daño a mi. Pero yo tenía razón, nos íbamos hacer daño, lo nuestro no saldría bien.

Y de repente giré la cabeza hacia ese balcón. Miles de recuerdos golpearon mi cuerpo, haciendo que el crujido de mi corazón rompiéndose se escuchará en mi mente. Y después de recordar la noche que nos conocimos, vinieron más recuerdos, la vez que me perdí y el me llevo a mi casa, cuando me contó lo del cáncer, cuando me dejó acompañarlo a la peluquería y luego fuimos al mirador...

Cada segundo que he pasado con él ha sido maravilloso, y me ha echo que olvidará todos mis problemas, todo lo que pasó.

Y en un segundo con todo el cansancio y las lágrimas me quedé dormida, aunque luche por mantenerme despierta para poder levantarme de mi cama, desmaquillar me y cambiarme, pero no pude.

Y mientras dormía empecé a soñar con él, en recuerdos en los que estaba con él. Pero lo que menos me esperaba es que el recuerdo más doloroso de mi vida volviera a aparecer. Cuando mi hermana me pidió que no le dijera a papá y a mamá que se iba a ir, y entre llantos desperté.

Desperté recordando cuando mis padres me dijeron que la encontraron muerta, los juicios que pasamos para saber qué pasó en realidad y la realidad sólo la sabía yo. Pensando en su funeral y en lo oscura que se volvió mi casa después de la muerte de mi hermana Beca, cuando pensaba que nunca iba a sonreír igual que antes, pero volví a sonreír igual gracias a Tom.

Hasta mi último respiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora