Capítulo 2: La verdad y el comienzo de una nueva vida.

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Paula  (la mamá de María Camila) y ella subieron al segundo piso del castillo que resultó ser una escuela.  Todos las saludaban al pasar. Entraron en una habitación al final de un corredor  y allí cómodas y frente a un abundante almuerzo se pusieron al día. Primero le tocó el turno a Paula, quien bombardeó con preguntas a la chica sobre cómo había sido su vida en aquellos años. Esta con paciencia le contó los conflictos con el padre y la madrasta, y sobre lo que quería ser en un futuro, fotógrafa profesional. Por esa razón estudiaba en el Instituto Pueblanueva.  Después de otras tantas preguntas, la madre miró a la hija y vio mil interrogantes en su rostro. También miedo.
Es hora de que hables tú. (le dijo) Pregunta lo que quieras.
¿Por qué te enfermaste y te pusiste tan mal que tuvieron que internarte? ¿Qué tenías? ¿cómo te curaste y te trajeron aquí? ¿Qué es este lugar y quienes son estas personas?   
Intentaré responder todo, pero una pregunta a la vez. (respondió la madre) Comencemos por el principio a ver si lo puedes entender todo.  Desde que yo era muy joven era una chica fuera de lo común. Podía hacer cosas que los demás no, por ejemplo con el agua. ¿A ti  no te ha pasado?
¿A mi…..? (dijo la chica nerviosa) A mi no me pasa nada raro.
¿Estás segura que no puedes hacer algo como esto?  Paula tomó un jarrón y movió la mano. El agua que había dentro se levantó en una pequeña columna. Cami abrió los ojos asombrada.
¡Tú también! (exclamó) pero no entiendo, como.....
Algunas personas nacen con el poder de comunicarse con la naturaleza y entenderla. Es un don muy raro. Casi siempre se manifiesta  en la posibilidad de controlar y conectase con uno de los cuatro elementos: agua, fuego, tierra o aire.  Yo nací con él   y por eso me dieron una beca en esta escuela. Yo estudié aquí, y no sólo me gradué de bachiller sino que aprendí a controlar mis poderes junto a otros chicos con este don. También a defender a la naturaleza y a defenderme a mí misma con mi poder. Tú heredaste de mi este poder.  Ahora ya sabes dónde estamos. Quizá tú también estudies aquí. 
¿Pero y la clínica?  ¿Qué te sucedió?
Yo conocí aquí a un chico. Entramos juntos a la escuela y estudiamos juntos y desde el principio nos hicimos amigos Nos enamoramos aún en contra de los propios maestros que lo veían mal pues él dominaba el fuego y yo el agua. Sólo tenía 18 años y él 19. Nos escapamos de nuestras familias (sobre todo de mi padre) para vivir juntos. Nos fuimos a vivir a un bosque donde le ofrecieron el trabajo de guardabosque. Éramos felices y yo salí embarazada después de llevar un año junto a él. Pero  mi padre nos encontró. Amenazó con denunciarlo por secuestro, por corrupción de menores y mil amenazas más que no tenían sentido. Nos enfrentamos a él, pero era un hombre  con dinero y muy poderoso y yo sabía de lo que era capaz al enfadarse.  Un día me encontró en el pueblo que había junto al bosque. Ya yo tenía cinco meses de embarazo. Me amenazó con matar a  mi novio si yo no volvía a casa. Me prometió que nunca podríamos vivir en paz ni yo ni mi hijo bastardo mientras el existiera pues nos perseguiría.  Yo me asusté y me rendí. Le dije a mi novio que quería terminar y regresar a las comodidades de mi casa. Que me había cansado. Sabía que si le decía la verdad enfrentaría a mi padre y eso era lo que no quería. El se fue con el corazón destrozado y yo regresé a casa, si la casa de mi padre se puede llamar mía. Era sólo una chiquilla y en aquél momento me pareció la única solución.
Vaya historia, mi abuelo era muy duro. Debes haber sufrido. Pero no  entiendo que tiene que ver esa historia…., bueno, ¿qué pasó con el embarazo, lo perdiste? 
Mi padre me casó en secreto con  Saúl,  y le dijo a todos que ese era el padre de mi hijo y que habíamos estado viviendo en el extranjero. Yo  ya no me podía volver a atrás, así que obedecí. Al avanzar el embarazo se supo que eran gemelos. Mi padre y Saúl me odiaron. Me di cuenta que no pensaban hacerse cargo de los dos bebés  y eso me preocupaba, tanto que me puse de parto antes de tiempo.  Nacieron dos niñas, iguales pero diferentes a la vez. Eran la cosa más hermosa que había  visto, pero a mi padre y  a mi marido no le hacía ninguna gracia. 
Una de las bebés era más débil. Poco a poco fue ganando el amor de su abuelo, que veía con lástima los cuidados especiales que los médicos del hospital debían proporcionarle, y cómo se parecía a mi cuando era pequeña. A la otra ni la miraba, decía que se parecía a su padre.  La más fuerte dormía conmigo mientras la otra estaba en la incubadora. Un día me despierto y veo que la niña no está a mi lado. En su lugar estaba mi padre y me dijo que la habían dado en adopción. Que ni él ni Saúl querían hacerse cargo de ella.  Salté, lo agarré por el cuello y casi lo mato, tuvieron que amarrarme y ponerme un sedante. Al otro día me desperté y le enfermera me trajo a la más pequeñita. Me dijo que ya estaba bien, así  que podía alimentarla yo misma y cargarla. Esa pequeña evitó que yo enloqueciera, sabía que me necesitaba y ella fue mi consuelo y alivio. Esa niña eres tú.
¡Tengo una hermana gemela!  ¡Saúl ni siquiera es mi verdadero padre! ¡Tenían que habérmelo contado todo! (Camila estaba enojada y triste a la vez. Era mucho lo que debía asimilar. )
Aún no he terminado. Yo  salí de alta y me dediqué a la hijita que tenía conmigo. Saúl y yo nunca fuimos una verdadera pareja, pero yo era feliz con que  me  ignorara. Al morir mi padre él asumió los negocios de la familia y ganaba muchísimo dinero, lo que lo mantenía ocupado y feliz.  Hasta que cumpliste cinco años. Saúl se enteró de que yo estaba buscando a mi otra hija, y se puso fuera de sí.  Esa noche me inyectó una especie de droga que me hizo comportarme  como si  estuviera loca. Me internó en una clínica que dirigía un doctor amigo de él y con la remisión del mismo me hizo pasar por paciente psiquiátrica.  El objetivo era que no pudiera verte, ni encontrar a tu hermana o a tu padre. Tu tía te llevó  verme cuando tenías diez años a escondidas de él.
¡No, no puede ser, esto tiene que ser mentira! ¡Es una locura! ¡Siempre me dijeron que no podía verte porque te alterabas y te ponías muy mal!
De pronto la puerta se abrió y entró el señor Doreik.
Tu madre no está loca. Por eso la sacamos de aquella institución, con ayuda de un médico de los nuestros que probó con exámenes   y test  que tu mamá estaba perfectamente. Y la historia que te cuenta es verdad. Te la habría contado antes  si hubiera podido.
¿Pero por qué no la sacaron antes, por qué ahora?
La sacamos de la clínica ahora por ti. No conocíamos la verdad, y  pensábamos que había hecho mal en escaparse con Carlos y luego dejarlo así.  Pero cuando detectamos señales de un nuevo poder, y supimos que eras tú fuimos a buscar a  tu tía para ver si nos ayudaba a que tu ¨padre¨ (Saúl)  permitiera  que entraras en nuestra escuela. Tu tía nos contó todo y entonces comprendimos. Tu poder era fuera de lo común pues desde hacía un siglo no nacía ningún hijo de la unión de padres  con poderes tan opuestos como agua y fuego. La sacamos de la clínica y la ayudamos a buscar a tu hermana y a ti.
¿Mi hermana? ¿Entonces ustedes la encontraron? ( dijo emocionada)
Hasta ayer la búsqueda había sido en vano, pero hoy localizamos un  poder idéntico al tuyo y la poseedora viene en camino hacia acá.  Cuando llegue sabremos si realmente es tu hermana.
Madre e hija rompieron a llorar.  Había sido demasiado para un solo día y sus nervios  ya no aguantaban más. Al fin era hora de liberar  tensiones. El director las dejó solas.
Media hora más tarde las llamaron a ambas a la dirección de la escuela. Al entrar  vieron que frente  al escritorio de Doreik estaba sentada una chica de la misma edad de María Camila. Su pelo era corto y de color castaño claro. Sus ojos eran iguales a los de Paula, muy azules. Las facciones del rostro como la forma de la nariz, la boca o los ojos, eran idénticos a los de Camila.  Ambas chicas se quedaron mirándose. Entonces habló el director.  
Karla, estas son tu verdadera madre y tu hermana. Ya no tenemos ninguna duda pues el parecido de ambas es evidente. Además, te pareces mucho a tu verdadero padre. 



 

 

























Los cuatro elementos o la luz del corazón:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora