𝔸𝕞𝕠𝕣 𝕖𝕟 𝕖𝕤𝕥𝕒𝕔𝕚𝕠𝕟𝕖𝕤 - (𝓟𝓪𝓻𝓽𝓮 𝓾𝓷𝓸.)

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Yo, un viajero que camina en el desierto, tú, como mi tan anhelada sombra que me protege del sol que me consume de a poco.
Y como agua de manantial que se cuela entre mis dedos, así corría el tiempo que pasé a tu lado. Limpio, lleno de vida, pero de alguna manera, efímero.

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El amanecer llegaba, y junto con la luz del sol que asomaba la ventana de la habitación, tu sonrisa despertaba, regalándome así, otra promesa de un nuevo día juntos.

Despertar contigo a mi lado día tras día era mi más grande sueño, una meta que tenía para nuestra relación. Lo cumplí gracias a ti.

2019
(25 años)

Recuerdo los días de primavera, cuando los florales relucían y el vecindario se cubría en jardines verdosos y llenos de vida multicolor. Siempre que regresabas del restaurante donde ahora eras el chef principal, robabas una que otra flor de algún jardín y me la entregabas al llegar a la biblioteca de la casa, lugar que yo ya utilizaba como oficina, mientras revisaba los trabajos de literatura de mis alumnos.

Me seguías enamorando como si empezando a cortejarme estuvieras. Las flores que cortabas de camino a casa, los besos fugaces en la mejilla que me robabas, los piropos que lanzabas, y el encanto con el que me dedicabas canciones de amor que sonaban en la radio, mientras me tomabas de la cintura para comenzar a bailar lentamente en la sala... Eran primaveras mágicas.

Te encantaba preparar la cena y a mi comer todos y cada uno de los platillos que preparabas. Tu sazón era indiscutiblemente la mejor que pude haber probado.

Lo picante y lo amargo, lo dulce y lo salado, la explosión de sabores y lo simple. Sabías perfectamente como equilibrar todo. Tu cocinabas y yo tendía la mesa, degustábamos juntos la mezcla de sabores de aquellas cenas.

El platillo que más disfrutaba en saborear, eran aquellas platicas que se extendían hasta la madrugada, era una gran ensalada de frutos y sentimientos que se sazonaban conforme se agregaban más temas a la conversación, cociéndose a fuego lento de nuestras risas y secretos compartidos.

Al terminar el día, me llevabas de la mano a la cama que compartíamos. Recuerdo olvidar todo esas noches cuando tus brazos me atrapaban y me decían con seguridad "aquí estoy, no me iré de tu lado". Eran todas esas noches que yo confiaba plenamente en todo lo que indirectamente, tus acciones me decían.

Era en primavera era donde nuestro amor se veía en sus colores más vivos que nunca, estando en contraste con los rosales de los alrededores.

Florecíamos en primavera.



El verano llegaba y con el las vacaciones.

La luz del sol se intensificaba alumbrando los días en los que yo pacientemente esperaba tu llegada, con una sonrisa y con todo mi amor, era la época donde yo más te consentía, pues era la época en dónde más trabajo tenías y más cansado llegabas.

Agradecía al curso de cocina que tomé en mi segundo año de la universidad, ya que después de tantas comidas insípidas y otras quemadas, un par de pequeños incendios, y miles de regaños tuyos por preocuparte, aprendí a hacer algunos platillos decentes y un poco dignos de un gran chef.

~ 𝑴𝒊 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐 ~ |Katsudeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora