8.9

17 2 0
                                    

Han pasado 5 días desde que le acepte la solicitud, y, me la he pasando instalando y desinstalando Messenger para ver si me manda un mensaje, pero no consigo respuesta de su parte.

Es Martes, hoy hace una semana lo vi por primera vez y estoy segura que nunca volveré a ver a ningún hombre de la misma manera.

Miento si digo que no estoy ansiosa por ir a la práctica, solo recuerdo cómo la señora Hernández me dijo que me ayudaría su primo, y la idea de estar cerca de el me entusiasma.

Bajo y mi madre y mi hermano están viendo la televisión, una nueva serie en Netflix, que resulta interesante.

Nos quedamos lo que resta de la mañana y la tarde viendo aquella serie, eso hasta que nos dan las 4pm.

-tu Malika ¿Vas a ir hoy?, Dice levantándose del sofa y poniendose sus chanclas.

-Eso creo. Digo

Mi hermano se ha subido como rayo después de haber visto el reloj.

-mmm, bueno, si vas a ir, sube rápido por una chamarra. Dice mientras camina hacia la cocina. -Ah, y llévate tu agua por qué no te voy a dar de la mía.

Suelto un bufido, y ahora soy yo la que sube como rayo las escaleras. Me detengo en el marco de la puerta de baño que está antes de llegar a mi habitación, observo como mi hermano está peinando su pelo, pasando el cepillo una y otra vez tratando de acomodar el remolino que se le hace en la parte izquierda de la cabeza. Nunca lo había visto así por alguien a su corta edad. Se me hace un nudo en la garganta el ver cómo mi hermano se arregla tanto para alguien que nisiquiera lo ve. Aún son niños, a los 13 no sabes lo que quieres, pero mi hermano la mira como si ella fuese la única mujer que existiera en el mundo, como quisiera que alguien me mirara así.

Cuando estoy en mi habitación, tomó mi chamarra roja y mi hermano y yo bajamos para irnos.

Tomamos el taxi a las 4:30.

Yo me siento en la parte de atrás del conductor, estoy viendo la ventana, estudiando el trayecto que transcurre de mi casa al trabajo. Veo que para entrar a la colonia hay por lo menos 2 tiendas y unas cuantas lavanderías.

En eso veo el carro de la señora Hernández con Kalila, en dirección a la salida de la colonia, más atrás veo otro carro con varias personas y veo al chico de chamarra negra con rojo cerrar con llave un portón, el taxi seguía avanzando, por lo que voltie mi cabeza para lograr ver por la parte de atrás del taxi como este chico se metía en el carro que estaba atrás del de la señora Hernández.

Cuando llegamos a la cancha 15 metros después, busco con la mirada aquel auto.

Se fue.

Noto que mi entusiasmo por ir la práctica cambia mucho, ya que definitivamente no será lo que esperaba. Y aún que mantengo la esperanza de verlo aún que sea 5 minutos mi sonrisa se desvanece.

Un Amor Que No Fue NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora