CAPÍTULO I :Monarcas

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-Su majestad, su esposa está a punto de dar a luz, debemos de trasladarla a un lugar propio y con mejor higiene, requiere atención especial, si sigue así no sobrevivirá

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-Su majestad, su esposa está a punto de dar a luz, debemos de trasladarla a un lugar propio y con mejor higiene, requiere atención especial, si sigue así no sobrevivirá. NO PUEDE ESTAR MÁS TIEMPO ENCERRADA EN EL CALABOZO.

-He dicho una ORDEN, no pienso sacarla de ahí.- Contestó una voz demasiado gruesa y déspota salir de la sala principal, en donde el clima frío hizo que se hiciera el miedo más presente en el castillo.

En eso la hermana de la reina, la enfermera del pueblo que tenía aquella mirada de espanto y súplicas en sus llantos, se le acercó al Rey David y exclamó con un sentimiento de angustia :

-Debes ayudar a mi hermana, está muriendo del dolor, por favor permíteme atenderla, YA NO ME IMPORTA QUE SEA EN EL CALABOZO. Se por esta vez piadoso, estas poniendo en juego la vida de tú esposa y de tus hijos.

El rey David agachó su cabeza al escuchar las desahuciadas palabras de Sondaya, y con su puño azotó con la pared de su cuarto y respondió :

-Tú maldita hermana me engañó con el pordiosero del florista, ESE IDIOTA ES PADRE DE ESOS BASTARDOS, que se pudra en el calabozo con sus hijos. - Gritó el rey David.

Sondaya corrió rápidamente hacia el calabozo para ayudar a su hermana, pero sus súplicas no eran suficientes para David, arrastrarse por las finas sedas del palacio no hacían que el corazón de David se suavizara.

El rey David la tomó fuertemente de las manos y con unos ojos saltones con un conjunto de dientes sometidos le gritó a Sondaya :

-VE ¡CORRE VETE DEL CASTILLO!

Sondaya se limpió las miserables lágrimas que le salían de sus ojos y con su vestido largo se resbaló, se levantó y a paso rápido fue a dirección al calabozo de Zenda.

En eso, cuándo estaba a punto de llegar al calabozo pudo observar sin mayor distinción alguna, a su hermana suplicando y gritando, sus manos cubiertas de sangre y lamentos con dos niños en mano ella no pudo resistir a poder ayudar a su miserable hermana Isabella.

Los guardias impidieron el paso a la enfermera, con su armadura le pegaron sobre la cabeza a aquella mujer que estaba en pleno sufrimiento, entonces ella exclamó:

-(llorando) NECESITO VER A MI HERMANA.

Tras no conseguir mayor éxito en su súplica y ver que el rey David se aproximaba a paso rápido hacia la dirección del calabazo ella se arrodilló ante su rey y exclamó:

-Oh, rey por favor haré lo que sea, pero solamente déjeme usted ver a mi hermana.

El rey David con una mirada de rencor y odio, fríamente con una mirada profunda y monstruosa respondió :

-Te dejaré ver a tu hermana con la condición que te LARGUES DEL REINO Y NUNCA MÁS VUELVAS. ¿ME ESCUCHASTE?

Se sintió un silencio bastante profundo, nuevamente el rey de Zenda le gritó a la hermana de la reina Isabella :

-¿ME HAS ESCUCHADO? NO VEO RESPUESTA.

Sondaya asintió con la cabeza y aceptó la condición de su cruel cuñado.

Los guardias del castillo agarraron bruscamente a Sondaya hacia dirección del calabozo y la aventaron tras las rejas del frío y espantoso sitio en donde su mayor desgracia estaba en frente de ella, el principal motivo de su corazón al borde del barranco estaba muriendo en vida.

Sondaya en mar de lágrimas exclamó al ver a Isabella llena de sangre y con mirada pálida, y aspecto de lamento gritó:

-HERMANA MÍA, MI PEQUEÑA ISA, ¿QUÉ TE HA HECHO ESE INFELIZ HOMBRE? ¿POR QUÉ FUISTE CON ÉL?

La reina Isabella había perdido la voz, su sufrimiento y angustia se habían apoderado completamente de todo su ser al lado de sus dos recién nacidos hijos. Ya perdía poco a poco su noción y lo único que podía ver era a su hermana en un sufrimiento sin fin.

La reina Isabella entre lágrimas acarició la cara de su hermana Sondaya y al tacto de su suave piel cayó al frente de ella y su respiración y palpitación de corazón paró,su angustia acabó y su reloj de arena terminó. La muerte de la reina más joven y bondadosa que había tenido Zenda, había caído sobre el sueño eterno del cual ya jamás iba a despertar.

El llanto de sus hijos de la reina parecieran que fueran de tristeza de una conciencia mayor, sus lamentos se escuchaban por todo el castillo, Sondaya gritó como en su vida lo había hecho y tras la reja pidió ayuda a los guardias,sus lamentos eran los más tristes que los oídos de un ser humano pudiese haber escuchado.

Los guardias con marcha rápida tomaron a Sondaya y la echaron del castillo de su infeliz cuñado,
Esas despiadadas miradas eran imperdonables.

Al salir, por el más alto piso del castillo El rey David se le quedó viendo fijamente a Sondaya, tal mirada pareciera el cumplimiento de una cruel y feroz amenaza. Esa mirada de ingrata superioridad.

Sondaya corrió del castillo llorando con sus pies todos desnudos en busca de ayuda, de alguna persona que le creyera, aunque era imposible creer que el rey que tanto alagaba a su esposa ante el reino el mismo la matara, ella buscaba justicia para su hermana, pero pareciera que todos en el reino la tomarán como tal chiflada.

El rey dio órdenes a los guardias de asesinar a su despiadada cuñada si se presentaba por los rumbos del reino, las advertencias para Sondaya eran claras y el peligro de su vida estaba en disposición de que ella tomara una mala decisión, en cuanto a su esposa, la mandó a quemar fuera del reino no dejar ni un rastro, una huella o una duda de los restos de la reina Isabella.
Los guardias tomaron el cuerpo de la mujer e hicieron las crueles peticiones del rey de Zenda.

Los guardias abrieron el calabozo y tomaron a a la reina Isabella muerta junto con sus dos nacidos hijos.

El rey tomó a ambos niños y los observó con precisión.

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La princesa de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora