16. Humillación IV.

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—A excepción de Lord Lu, lleva a todos estos hombres a la Delegación del Gobierno para interrogarse— A pesar de que Jing estaba extremadamente resentido hacia los hermanos de Lu Cang que incitaron la situación entre él y su amante, todavía tenía que controlarlos y ponerlos en orden.

Dejar a Cao Xin y los otros ser manejados por Zhang Zi dong, era como servir un cordero a un tigre, una situación muy peligrosa y sin defensas. Lu Cang no estaba de acuerdo con esto.

—¡Golpear a ese perro de Zhang fue mi idea! ¿Cuál es la relevancia de Cao Xin y los demás en esto? Si quieres condenar a alguien, esa persona definitivamente debo ser solo yo. Simplemente déjalos ir, de lo contrario, ¡nunca te dejaré en paz!—Los guardias imperiales, por supuesto no tenían las agallas para sostener al amante del emperador adecuadamente. El agarre en él ni siquiera era un poco fuerte.

Entre gritos y lucha, Lu Cang finalmente se liberó de la cuerda sin aprieto. Acusando directamente a Jing

—¡Tú eres tal temerario!—

Jing lo detuvo y capturó, usando sus dos manos para firmemente atar y sostener a Lu Cang. —Parece que no te he disciplinado lo suficiente. Todavía tienes este pequeño comportamiento de bandido de montaña. Ahora, me gustaría que me dijeras como quieres que te eduque para que puedas quedar satisfecho.

Haciendo caso omiso de Lu Cang quien intentó desesperadamente de resistir su agarre, en su lugar, el atrajo a Lu Cang a si mismo con más fuerza, luego volvió la cabeza para dar una orden: —Ding Peng, rápido envía a Cao Xin y el resto a la prefectura de Hangzhou.

—Su majestad, ¿cómo es que enviarlos a Hangzhou servirá como castigo?— Zhang Zi Dong quien todavía estaba muy satisfecho consigo mismo, cuando se enteró de tal castigo absurdo, siendo totalmente ignorante, se quejó en voz alta.

En cualquier otra situación, para este tipo de delito, se habrían enviado a hacer trabajos forzados en la región fronteriza. En cualquier caso, no era nada enviar a un prisionero a Hangzhou.

El padre de Zhang estaba a punto de abrir la boca para ayudar al razonamiento de su hijo, pero al ver que Jing los miraba, contuvo su lengua en terror. Los ojos de Jing lucían severamente estrictos y fríos.

Jing estaba obviamente descontento hacia este dúo padre e hijo quienes suscitaron el conflicto entre él y Lu Cang. Si hubieran sido más indiscretos e insistieran en interrumpir, quien sabe, puede ser que fueran sus turnos para recibir la mala suerte.

—Muy bien, así que ¡ahora pueden darse por satisfechos!— Jing salió por la puerta mientras tiraba del Lu Cang todavía en su agarre. Ding Peng se quedó estupefacto por un tiempo. Sin embargo, no sabiendo si reír o llorar, dio instrucciones a algunos de sus subordinados para tomar a Cao Xin y los demás desde la distancia. Enderezando su expresión facial, siguió a Jing.

—¡Bastardo! ¡Muérete! Tú no me amas ni siquiera un poco. Dejaste que el perro de Zhang Zi Dong manejara a mis hermanos, ¡No quiero volver a hablarte nunca más!

Lu Cang se arrebató en una feroz línea de insultos desde la punta de sus pulmones que se disolvieron en un rugido en la palma de Jing. Jing fuertemente tapó su boca en un intento por controlar su carácter. El Lu Cang que estaba consumido por la ira, mordió su mano.

—¡Quieres parar ya!— Jing abatido por el dolor, tiró a Lu Cang al suelo.

Tomado por sorpresa, Lu Cang cayó al suelo como un saco. Debido a la conmoción que recibió por el repentino arrebato de rabia de Jing, no fue capaz de reaccionar y pararse de inmediato. Sólo podía usar sus ojos para mirar a Jing en representación de su propia rabia.

FLOR DE DRAGÓN (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora